Stigmata, como un fenómeno del misticismo, es la reproducción de las marcas de la pasión de Cristo en el cuerpo humano. Ellas se hacen con variada intensidad, desde heridas de verdad que sangran a fin de formar marcas rojas sobre la piel. El primer caso bien conocido es el de Francisco de Asís en 1226. Se dice que muchos vieron sus heridas tanto antes como después de su muerte, y que la semejanza de clavos, formados de su carne, sobresalían de ellas. El papa Benedicto XII instituyó una fiesta (el 17 de septiembre) en honor de las stigmata. Desde el tiempo de Francisco han aparecido muchos ejemplos de este fenómeno. A veces la aparición ha durado por muchos años hasta el fin de la vida. Otras veces han aparecido periódicamente en días definidos de la semana o el año. Los sujetos, que no todos han pertenecido a la Iglesia Católica Romana, han sido, salvo dos excepciones, mujeres, las que han tenido usualmente una historia pasada de desórdenes nerviosos. El Padre Thurston (The Physical Phenomena of Mysticism, London, 1951) sugiere que las señales, las que pueden variar según el grado de sugestión del sujeto, son el resultado de una condición patológica, y no necesitan tener ningún carácter sobrenatural. Esto no implica fraude ni arroja duda sobre la rectitud religiosa de los sujetos.
Richard J. Coates
Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (583). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.
Fuente: Diccionario de Teología