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Postura pedagógica que implica exceso de ayuda, de beneficios, de apoyos y de protección. No suele ser aconsejable en general, pero sobre al llegar a determinados niveles de maduración. La persona debe disponerse para la vida con las propias experiencias y no sólo con las ayudas ajenas, por muy íntimas y familiares que ellas sean. La sobreprotección bloquea las propias energías al hallar apoyos innecesarios y más cómodos de aceptar que los generados con el propio esfuerzo. Por eso no resultan convenientes.
También es válido este criterio para los aspectos morales y religiosos. Una moralidad o una fe sobreprotegidas no suelen desarrollarse lo suficientemente fuertes para que resistan los naturales riesgos externos: críticas, oposiciones, ironías, suspicacias, hasta escándalos, que las pueden perturbar o destruir.
Es preferible ayudar al niño y al joven a desarrollar actitudes propias y fuertes, a fin de que se fortalezca su espíritu con energía autónoma, lo cual les permitirá sobreponerse a los factores adversos que puedan aparecer.
Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006
Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa