Uno de los elementos básicos de la teología bíblica, desde el relato de la torre de Babel (Gn 11) hasta el Apocalipsis de Juan, ha sido el enfrentamiento con las grandes culturas y sistemas imperiales, que han querido igualar y unificar de alguna forma la historia* y vida de los hombres, desde unas categorías de poder. En conjunto, la Biblia ha sido antiimperialista: ha destacado la libertad y la identidad de los hombres frente a un sistema que pretende igualarlos por la fuerza. De todas formas, ni Jesús ni Pablo condenan al imperio en cuanto tal, sino que distinguen los niveles del césar (imperio: denario y espada) y de Dios (gracia, amor, no violencia).
PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007
Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra