SIDA

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Siglas populares de la enfermedad detectada por primera vez 1979 en Nueva York y desentrañada biológicamente en 1981 por L. Montagnier en Francia y R. Gallo en USA.

Significa Sí­ndrome de Inmunodeficiencia Adquirida. Representa la destrucción por un virus del sistema inmunológico del organismo, lo que hace a cualquier enfermedad mortal. La inmensa extensión que ha tenido en las décadas ultimas sobre todo entre los grupos de comportamiento sexuales irregulares la ha convertido en enfermedad maldita, sobretodo todo al propagarse masivamente en ambientes desfavorecidos de paí­ses pobres.

Evidentemente no se la debe ni presentar ni justificar como un castigo divino ante los comportamientos homosexuales o viciosos, como popularmente se hace. No tiene ni más ni menos significación que la leucemia, las fiebres tifoideas o las epidemias de gripe o de la lepra.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

Es una enfermedad infecciosa -llamada Sí­ndrome de Inmunodeficiencia adquirida (siglas SIDA, en inglés AIDS)- transmisible y de elevada mortalidad. Señalada por primera vez en mayo de 1981, cuatro años después era atribuida al virus HIV (Human Immunodeficiency Virus) que ataca a las células del sistema inmunitario, exponiendo al individuo a contraer múltiples infecciones y algunos tipos de tumor. El mismo vims causa una infección responsable de diversos cuadros clí­nicos (anteriores al llamado sida), aunque puede ser también que no dé lugar a ninguna sintomatologí­a: es el caso de los seropositivos, o mejor dicho, de los portadores sanos y asintomáticos.

La rápida difusión del sida por todo el mundo y la ausencia hasta hoy de métodos terapéuticos idóneos para derrotarlo, ha inducido a los medios de comunicación social a calificarla de «peste del siglo xx» y a difundir una psicosis y unas tendencias a la marginación de estos enfermos, sobre todo por el hecho de que la enfermedad afecta preferentemente a los toxicómanos y a los homosexuales. Los principales vehí­culos a través de los que se propaga este mal son la relación sexual (homo- y heterosexual), la «ví­a sanguí­nea» y la transmisión vertical entre la madre (seropositiva o enferma) y los hijos. Además de los tóxicodependientes (debido a las jeringuillas infectadas) y de los homosexuales, contraen fácilmente esta enfermedad los que reciben transfusiones de sangre y, en particular, los pacientes que durante toda su vida se ven obligados a recibil hemoderivados.

En torno al sida se entremezclan serios problemas jurí­dicos, psicológicos, sociales y éticos; el sida constituve, por tanto, un reto formidable también para la reflexión ética y la praxis caritativa de los cristianos. ta moral teoló~ica se siente provocada a descubrir las~laves interpretativas de la enfermedad l a reflexionar de nuevo sobre la sexual~dad y la muerte; ha de intervenir la
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praxis caritativa, sin ceder a tentaciones de marginación ni de condenación, ejerciendo la solidaridad y atendiendo especialmente a los enfermos terminales.

G. Mattai

Bibl.: A, W, von Eiff – J GUndel, El reto del 51DA. Orientaciones médico-éticas, Herde», Barcelona 1988; AA, VV , SIDA: un problema de salud pública, Ed. Dí­az de Santos, Madrid 1987, J Gafo, El sida: un reto a la sanidad, la sociedad y la ética, Universidad Pontificia de Comillás. Madrid 1989: J Gafo, 10 palabras clave en bioética, Verbo Divino, Estella 21994.

PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico