(diakonein, díakonos, diakonia)
Diakonein significa «prestar un servicio (en particular, servir a la mesa), cumplir un oficio». El nombre diakonia se traduce habitualmente por «ministerio». Pero sus numerosos empleos en los escritos paulinos revelan una evolución de sentido que va hacia un uso cada vez más preciso, que traducimos con una palabra española creada para la circunstancia: «diaconía».
Se puede distinguir:
1. «Ministerio de»: en este uso es indispensable un complemento para caracterizar el servicio. Puede ser el que lo inspira: ministro de Dios (Rom 13,4-7), de Cristo (2 Cor 11,23; Col 1,7), incluso de Satanás (2 Cor 11,15); pueden ser también los beneficiarios del mismo: los santos (1 Cor 16,15), «vosotros» (2 Cor 11,8); puede ser finalmente su objeto: ministro del Espíritu Santo, de la muerte, de la con-denación,de la justificación, de una alianza nueva, de la reconciliación (esto sobre todo en 2 Cor 3,5, ya que si 1 Cor es la epístola de la comunidad, 2 Cor es la del ministerio). Se encuentra incluso una afirmación irreal: ¿Será acaso Cristo ministro del pecado? (Gal 2,17). Por lo que se refiere al apóstol mismo, recordemos que, si Cristo fue el ministro de los circuncisos (Rom 15,8), Pablo ve en su propio apostolado entre los paganos la gloria de su ministerio (Rom 11,13; véase Ef 3,7, en donde Pablo es ministro de los paganos.
2. «El ministerio»: el término toma un sentido privilegiado para designar en general una función ejercida en el seno de la Iglesia, con vistas al evangelio (2 Cor 6,3). 1 Cor 12,5 subraya la diversidad de estas funciones, bajo la dirección de un solo Señor. El ministerio puede ser el del conjunto de la Iglesia (Ef 4,12), pero las epístolas hablan también del ministerio de tal persona en concreto, que es el que lo ejerce (Pablo, Tíquico, Epafras, etc.) o, a veces, el de su especialidad (Timoteo como «evangelista» en 2 Tim 4,5).
3. «El ministerio diaconal» (una tautología: el servicio que consiste en servir). En Rom 12,7, «el carisma del servicio» (diakonia) aparece en medio de los otros dones (profecía, exhortación, etc.). Y Pablo invita al que lo ha recibido a … ¡servir! La diaconía se constituye como tarea de ayuda mutua en la comunidad, en donde la asistencia de los recursos no se separa nunca de una asistencia espiritual (cf. Estéfanas, entregado a la diaconía de los santos en 1 Cor 16,15, y Febe, diaconisa de la Iglesia de Cencreas en Rom 16,1). Este ministerio adquiere una dimensión eclesial y hasta escatológica a través de la colecta organizada por Pablo entre las Iglesias de Grecia en favor de la Iglesia-madre. El mismo irá a llevarla a Jerusalén en un gesto simbólico que sella la unidad del cristianismo, aunque aquélla sea luego la ocasión de su arresto (Rom 15,25.31; 2 Cor 8-9; etc.).
La mención de un grupo de «diáconos» aparece en Flp 1,1 y sobre todo en las epístolas tardías, como en 1 Tim 3,8-13, en donde se dice todo sobre su reclutamiento. El mismo Timoteo es invitado a ser un buen diácono de Cristo Jesús, alimentado de las palabras de la fe (1 Tim 4,6). El diácono comienza entonces a designar una función precisa en la comunidad.
M. B.
AA. VV., Vocabulario de las epístolas paulinas, Verbo Divino, Navarra, 1996
Fuente: Vocabulario de las Epístolas Paulinas