SEMBRADOR

Mat 13:3; Mar 4:3; Luk 8:5 he aquí, el s salió a
Mat 13:18 oíd, pues, vosotros la parábola del s


ver AGRICULTURA

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

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Figura repetidamente aludida por los Profetas y en los textos del Nuevo Testamento, más incluso que la del segador, la de pescador o la de viñador. Sembrador y segador son figuras tí­picas en Palestina. El término de sembrar (speiro) o de semilla (sperma) se emplea nada menos que 107 veces. Sin embargo, la de segador (zerismos) o segar (zeridso) se usa 36 veces.

Puede ser un sí­mbolo del valor que se da en el Nuevo Testamento a la siembra del mensaje: «El Reino de Dios es como echar la simiente.» (Mc. 4. 26). Y puede hacer pensar a todo el que se dedica a proclamar la Palabra de Dios en medio de los hombres.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

(-> parábola). La parábola del sembrador constituye el centro del mensaje de Jesús, tanto en Mc como en Mt. «Salió el sembrador a sembrar. Y mientras sembraba, aconteció que parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron los pájaros y la devoraron. Otra parte cayó en pedregales, donde no habí­a mucha tierra, y en seguida brotó; porque la tierra no era profunda. Y cuando salió el sol se quemó y porque no tení­a raí­ces se secó. Otra parte cayó entre los espinos. Y los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto. Y otras semillas cayeron en buena tierra y creciendo y aumentando dieron fruto. Y llevaban fruto a treinta, sesenta y ciento por uno» (Mc 4,3-8; cf. Mt 13). En el contexto actual del Evangelio, el sembrador es una figura mesiánica. La parábola sirve para mostrar que la acción del Mesí­as (acción creadora de vida) no puede entenderse de forma independiente, sino que está condicionada por una serie de factores, que aquí­ se identifican por los diversos tipos de tierras.

(1) Las tierras de la siembra. El Mesí­as no puede actuar de forma dictatorial, sino que debe tener en cuenta las condiciones de otros posibles agentes, que interfieren en su obra, y también las condiciones de la tierra donde realiza su acción. Por eso, la obra mesiánica ha de entenderse de forma dramática y dialogal, pues en ella influyen diversas circunstancias, (a) Pájaros y camino. El autor de la parábola supone que los pájaros están ahí­ (lo mismo que la serpiente de Gn 3), formando una amenaza para la siembra: sobrevuelan sobre el campo; pero sólo son peligrosos allí­ donde la tierra es dura y no absorbe la semilla, es decir, allí­ donde es como un camino, (b) Pedregales y sol. El sol es necesario para que fructifique la semilla, como sabe toda la cultura agraria. Pero allí­ donde la tierra carece de profundidad y no acoge en hondura las raí­ces, por ser pedregosa, el sol, en vez de actuar como medio de alimentación y crecimiento, se convierte en fuego que calcina y quema la planta recién nacida, (c) Campo de espinas. Además de los pájaros del aire y del sol ardiente, la siembra puede caer en un lugar de competencia biológica, donde actúan también otras semillas, que pueden ser externamente más poderosas que la semilla buena: frente a la planta mesiánica de Jesús hay otras plantas, que parecen crecer con más rapidez y pueden ahogarla, (d) Semilla buena en tierra buena. Aquí­ se expresa el milagro de la siembra. A pesar de los poderes «enemigos» que pueden actuar y actúan, desde fuera y desde dentro, el sembrador se arriesga, de tal manera que su obra tiene éxito.

(2) Mesí­as sembrador. Normalmente pensamos que el Mesí­as puede y debe actuar desde fuera, rompiendo los esquemas y condicionantes anteriores de la realidad y de la historia, como si la redención debiera ir en contra de la creación. Pues bien, aquí­ advertimos que la acción mesiánica debe introducirse en las claves de la misma creación, actuando así­ por dentro de ella. Estamos ante un Mesí­as sembrador que asume las condiciones adversas o quizá mejor conflictivas del mundo y de la historia, conforme a un tema que se puede interpretar desde los principios del realismo mundano y también desde la experiencia salvadora. Realismo mundano significa que el Mesí­as de Dios no busca un espacio ideal para realizar su obra, sino que actúa en este mundo concreto y conflictivo, introduciéndose en la trama de una realidad compleja. En esa lí­nea, podemos añadir que ese Mesí­as actúa de forma salvadora, pues se arriesga a sembrar en toda tierra, ofreciendo la salvación de Dios a todos los hombres, conforme a una sentencia que el Evangelio atribuya a Juan Bautista: Dios puede suscitar hijos de Abrahán de entre estas piedras (cf. Mt 3,9).

PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007

Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra