SAPIENCIAL, LITERATURA

Llámase así­ a una clase especial de literatura que se desarrolló en el Oriente Medio y que se caracteriza por ensalzar las virtudes de la †¢sabidurí­a. En Egipto se han encontrado diversos libros de este tipo, que contienen algunos de ellos algo así­ como instrucciones dadas por un rey o un alto funcionario a su sucesor, pueden citarse Ptahhotep, Merikare, Ani y Amenémopet. En el caso de este último, parte del texto guarda cierta similitud con Pro 22:27 al 24:12. También en la literatura sumeria hay muchos casos de obras sapienciales, parecidas en la forma a las †œinstrucciones† egipcias o que utilizan el sistema de fábulas. Se conoce un relato sumerio parecido al de Job, por el cual algunos lo llaman †œel Job sumerio† o †œLamentación de un hombre a su Dios†.

Dentro de esta clasificación general de †œliteratura sapiencial† se incluyen los libros bí­blicos de Job, Proverbios y Eclesiastés. Entre los apócrifos se consideran Sabidurí­a, Eclesiástico y Tobí­as. Pero hay trozos de otros libros canónicos y deuterocanónicos que son considerados también como ejemplos de este tipo de literatura. En ellos incluso llega a veces a personalizarse la s., que habla y razona con el lector dando sus consejos (Pro 8:1-12; Pro 9:10).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

Una familia de géneros literarios comunes en el antiguo Cercano Oriente en los que se ofrecen instrucciones para la vida exitosa o se analizan las complejidades de la existencia humana. Existen, en líneas generales, dos tipos: sabiduría proverbial (* Proverbios )—dichos breves y sentenciosos que consignan reglas para la felicidad y la ventura personales (p. ej. Proverbios)—, y la sabiduría especulativa—monólogos (p. ej. Eclesiastés) o hálogos (p. ej. Job) que intentan ahondar en problemas tales como el sentido de la existencia y la relación entre Dios y el hombre—. La sabiduría especulativa es práctica y empírica, no teórica. Los problemas de la existencia humana se consideran en función de ejemplos concretos: “Hubo … un varón llamado Job.

Las raíces de la literatura sapiencial probablemente deban buscarse en dichos populares breves y lacónicos que expresan reglas para el éxito u observaciones comunes relacionadas con la vida. Hay ejemplos veterotestamentarios en 1 R. 20.11; Jer. 23.28; 31.29, entre otras. La transición de la sabiduría oral a la literaria tuvo lugar en Egipto ca. 2500 a.C. (p. ej. Instrucciones del visir Ptah-Hotep) y en Sumer poco después. En todo el Cercano Oriente surgió una clase de escribas sabios cuya tarea altamente honrosa consistía en crear o recoger y pulir dichos sagaces (Ec. 12.9), generalmente bajo el mecenazgo de la corte real o el templo. Las fuentes de los dichos pueden haber sido la sabiduría del clan, la instrucción que se daba en las escuelas, o dichos que circulaban entre la nobleza. Dos de los reyes de Israel hicieron contribuciones importantes en este campo: Salomón (1 R. 4.29–34) y Ezequías (Pr. 25.1). Hacia el ss. VII a.C. los sabios (ḥāḵām) habían adquirido ya suficiente prominencia en Judá como para que se los clasificara con los profetas o sacerdotes (Jer. 8.8–9; 18.18), si bien existen ciertas dudas sobre si ya se los consideraba como profesionales o simplemente como ciudadanos excepcionalmente sabios. A medida que el fenómeno de la profecía fue declinando en los períodos griego y persa, los sabios fueron ganando en estatura, como lo demuestran las importantes obras apócrifas, Eclesiástico y Sabiduría de Salomón, y el tratado misnaico Pirqe Aboth (Dichos de los Padres).

Los sabios se valían de diversos recursos literarios como auxiliares para la memoria. El recurso más frecuente consistía en usar el paralelismo poético, ya sea de tipo sintético (p. ej. Pr. 18.10) o antitético (p. ej. Pr. 10.1). Las comparaciones son comunes (p. ej. Pr. 17.1), como lo son las secuencias numéricas (p. ej. Pr. 30.15ss). Ocasionalmente se emplean esquemas aliterativos y acrósticos (p. ej. Sal. 37; Pr. 31.10–31). Los acertijos (Jue. 14.12ss; cf. 1 R. 10.1), las fábulas (p. ej. Jue. 9.7–15; Ez. 17.3ss; 19.1ss), las parábolas, que son ampliaciones de las comparaciones mencionadas arriba (p. ej. 2 S. 12.1–4; Is. 28.4), y las alegorías (p. ej. Is. 5.1–7) forman parte del repertorio del sabio. Esta diversidad da testimonio del impacto que hizo la literatura sapiencial en los escritos históricos y proféticos. H. Gunkel ha categorizado ciertos salmos como poesía sapiencial: Sal. 127; 133 (de tipo proverbial simple); Sal. 1; 37; 49; 73; 112; 128. S. Mowinckel ha tomado a estos salmos como ejemplos de “salmografía erudita”. Todavía existen dudas sobre si se debe considerar que los relatos que enseñan una conducta responsable como clave para el éxito, tales como el de José (Gn. 37; 39–50), el de la sucesión (2 S. 9–20, 1 R. 1s), Ester, y Daniel, llevan la estampa de la literatura sapiencial. Cf. R. N. Whybray, The Intellectual Tradition in the Old Testament, 1974; en contra J. L. Crenshaw, “Method in Determining Wisdom Influence upon ‘Historical’ Literature”, JBL 88, 1969, pp.129–142). La contribución del elemento sapiencial resulta más fácilmente discernible cuando su vocabulario, sus técnicas, y su contenido didáctico peculiares están todos presentes en el texto. Esa influencia se puede detectar en el NT, tanto en los métodos de enseñanza de Cristo, que como Sabio de los sabios emplea tanto parábolas como proverbios, como también en la Epístola de Santiago (p. ej. 1.5ss; 3.13ss).

Si bien se trata de un fenómeno internacional, como abiertamente lo reconoce el AT (Edom en 1 R. 4.31; Abd. 8; Jer. 49.7; y Egipto en Gn. 41.8; 1 R. 4.30; Is. 19.11–15 eran particularmente célebres), la literatura sapiencial no ha escapado a la estampa peculiar de Israel. Los sabios de Israel confesaban que la verdadera sabiduría procedía de Dios (cf. Job 28). El impacto de los profetas de Israel sobre sus sabios no puede ignorarse. H. Wheeler Robinson (Inspiration and Revelation in the Old Testament, 1946, pp. 241) llega, incluso, a definir el movimiento sapiencial como “la disciplina mediante la cual se enseñaba la aplicación de las verdades proféticas a la vida del individuo a la luz de la experiencia”.

Al mismo tiempo profetas tales como Amós, Isaías, y Jeremías ocasionalmente se valieron de formas, técnicas, y enseñanzas de la literatura sapiencial para enriquecer y reforzar sus oráculos, como lo han demostrado S. Tenien (“Amos and Wisdom”, en Israel´s Prophetic Heritage, eds. B. W. Anderson y W. Harrelson, 1962, pp. 108–115), H. W. Wolff (Amos, the Prophet: the Man and His Background, trad. ing. 1973) y J. W. Whedbee (Isaiah and Wisdom, 1970).

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J. Wood, Wisdom Literature, 1967; G. von Rad, Wisdom in Israel, trad. ing. 1972; J. L. Crenshaw, “Wisdom”, en Old Testament Form Criticism, eds. J. H. Hayes, 1974, pp. 225–264; id., “Wisdom in the OT”, IDBS , 1976, pp. 952–956; R. E. Murphy, Seven Books of Wisdom, 1960; W. McKane, Prophets and Wise Men, 1965; R. B. Y. Scott, The Way of Wisdom in the Old Testament, 1971; M. Noth y D. W. Thomas (eds.), Wisdom in Israel and in the Ancient Near East, 1955; O. S. Rankin, Israel´s Wisdom Literature, 1936; H. Ranston, The Old Testament Wisdom Books and Their Teaching, 1930; J. C. Rylaarsdam, Revelation in Jewish Wisdom Literature, 1946.

D.A.H.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico