El término hebreo qadosh, equivalente a †œsanto†, señala a la perfección de Dios, a su majestad, a su justicia y oposición a todo pecado. Es una característica aplicable a todo lo que se pueda decir que Dios es o hace. †œEl es Santo† (Sal 99:3, Sal 99:5, Sal 99:9; Isa 6:3). La referencia es a la naturaleza intrínseca de Dios. Y después, a su carácter. De su naturaleza perfecta, majestuosa, apartada de todo mal, surge el carácter ético de su santidad.
Cuando el término se aplica a los seres humanos o a objetos, el sentido es diferente. No se trata de una santidad propia, sino derivada precisamente de Dios. La palabra qadosh viene de una raíz que significa †œcortar†, †œapartar†. Entonces, en el caso de los seres humanos o los objetos, la santidad quiere decir que la persona o la cosa ha sido †œseparada† para Dios. Esa es la idea de la palabra †œsantificar†, esto es, separar una cosa para el uso divino. Dios santificó el séptimo día (Gen 2:3). Antes que Dios se le apareciera en el monte Sinaí, Moisés tuvo que santificar al pueblo (†œY Jehová dijo a Moisés: Vé al pueblo, y santifícalos hoy y mañana† [Exo 19:10]). Todos los primogénitos de Israel eran consagrados o santificados para Dios (Exo 13:2). †¢Aarón y sus hijos fueron santificados como sacerdotes (Exo 28:41). Lo que hace santa a una persona o cosa no es la simple separación del resto de los seres humanos o del mundo, sino su dedicación a la persona y el servicio de Dios. El sentido, entonces, del apartamiento es decisivo.
Dios es †œel Santo de Israel† (Isa 30:15; Isa 41:20; Isa 47:4; etcétera), los israelitas son llamados santos sólo en función de la elección que Dios había hecho de ellos como pueblo (†œPorque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial† [Deu 7:6]). Ellos son los †œsantos que están en la tierra† (Sal 16:3), que oran y confían en él (Sal 32:6; Sal 33:21). Cuando Jerusalén es invadida y destruida, se dice que los invasores dieron †œla carne de tus santos a las bestias de la tierra† (Sal 79:2).
el NT, los términos que se utilizan mayormente son agios (santo) y agiasmos (santidad, santificación). Se enseña que el Padre es santo (Jua 17:11) y el Hijo es santo (Apo 3:7), pero de las menciones más repetidas se refieren al Espíritu Santo (Mat 1:18; Mar 1:8; Luc 1:15; Jua 1:33; etcétera). El carácter ético de la santidad de Dios trae como consecuencia que nadie que tenga imperfecciones o pecados puede relacionarse con él. Es necesario que antes sea santificado (†œ… y seréis santos porque yo soy santo† [Lev 11:44]). Esa es, precisamente, la obra que hace el Señor Jesús muriendo en la cruz como un sacrificio por la culpa de los seres humanos y por la contaminación del cosmos (†œ… somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre† [Heb 10:10]). Pablo escribe a los corintios: †œYa habéis sido santificados, ya habéis sido justificados† [1Co 6:11]). Es así como los creyentes son llamados †œsantos† (Efe 1:1; Flp 1:1; Col 1:2).
esa obra de Cristo debe corresponder el trabajo de los creyentes, que han de santificarse a sí mismos. Esto es, dedicarse, apartarse ellos para Dios. La Biblia enseña las dos cosas. Por un lado, los creyentes son santos. Y por el otro, deben santificarse ellos. Pablo exhortaba a Timoteo a evitar muchas cosas por su santificación (†œAsí que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor† [2Ti 2:21]). A los corintios escribió: †œLimpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios† (2Co 7:1). La santidad es algo que se busca y se sigue (†œSeguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor† [Heb 12:14]). †¢Consagración.
Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano