SANTIAGO, EPISTOLA DE

Véase TEXTOS GNOSTICOS DE NAG HAMMADI.

Fuente: Diccionario Bíblico Arqueológico

Una de las espí­stolas llamadas católicas o universales, junto con las de Pedro, de Juan y de Judas. El llamarlas así­ es una costumbre muy antigua, que viene desde el historiador Eusebio, que fue el primero que utilizó esa clasificación. Se debe al hecho de que esas epí­stolas fueron dirigidas a todos los creyentes y no a una comunidad especí­fica como lo hizo el apóstol Pablo en las suyas.

Canonicidad. Durante un tiempo se discutió la canonicidad de esta epí­stola, que no aparece en el famoso Fragmento Muratoniano (siglo II d.C.) Pero ya en el año 231 d.C. Orí­genes la cita como Escritura. Más tarde Jerónimo la incluye cuando trabaja en la Vulgata (385 d.C.). El mismo Eusebio habla de las discusiones que sobre S. se tení­a entre los cristianos, pero él mismo la aceptaba y la usaba como Escritura. En el siglo IV ya era generamente aceptada. Lutero la puso al final de su traducción del NT publicada en 1522, porque tení­a sus dudas sobre ella, influenciado quizás por el uso que sus adversarios hací­an de algunos textos de S. para supuestamente probar su teorí­a sobre la justificación por medio de las obras.

Autor y fecha. Generalmente se atribuye la epí­stola a †¢Jacobo, el hermano del Señor, pero algunos tienen dudas sobre el particular. La fecha probable está entre el 40 y el 60 d.C.

Desarrollo: El escritor comienza hablando del privilegio que es para los creyentes estar †œen diversas pruebas†, las cuales producen paciencia. Les recomienda pedir †œcon fe, no dudando nada†. Habla a los pobres y a los ricos, para que ambos se humillen. Anima a los que soportan la tentación, aclarando el origen de ésta, que no viene de Dios, †œporque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie†. Recomienda a †œtodo hombre† el ser †œpronto para oí­r, tardo para hablar, tardo para airarse†. Anima a los creyentes a desechar †œtoda inmundicia† y a ser †œhacedores de la palabra†. La práctica de la verdadera religión es †œvisitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo† (Stg 1:1-27).
el segundo capí­tulo expone sobre la fe y las obras. Los creyentes deben practicar la fe †œsin acepción de personas†, evitando dar en la iglesia tratos preferenciales a los ricos sobre los pobres. Eso es transgredir la ley, la cual, tan pronto es transgredida en un solo punto, hace culpable del resto de ella al transgresor. †œLa fe, si no tiene obras, es muerta en sí­ misma†. No basta decir que se cree en Dios: †œTambién los demonios creen y tiemblan†. †œLa fe actuó juntamente con sus obras† en Abraham. También en el caso de Rahab (Stg 2:1-16).
trata el problema de la lengua. †œTodos ofendemos muchas veces†. †œLa lengua es un miembro pequeño, pero que se jacta de grandes cosas†. †œDe una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos mí­os, esto no debe ser así­†. Pasa entonces a señalar que la sabidurí­a y la mansedumbre deben ir juntas. Es malo tener †œcelos amargos y contención en vuestro corazón†. †œPero la sabidurí­a que es de lo alto es primeramente pura, después pací­fica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresí­a† (Stg 3:1-18).

†œLas guerras y los pleitos† entre los hombres provienen de sus pasiones. †œLa amistad del mundo es enemistad contra Dios†. Los creyentes deben someterse a Dios y resistir al diablo. †œHumillaos delante del Señor, y él os exaltarᆝ. Deben evitar la murmuración. No deben juzgar. Deben encomendar sus caminos a Dios y no hacer planes sin contar con él. †œAl que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado† (Stg 4:1-17).
el último capí­tulo lanza un lamento en forma de juicio sobre los que disfrutan de riquezas con injusticia, robando a los obreros (†œ… clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros†). Son personas que han †œcondenado y dado muerte al justo†. Los creyentes, al ver esas injusticias, deben tener †œpaciencia hasta la venida del Señor†. No deben quejarse los unos contra los otros. Les pone por delante el ejemplo de la paciencia de los profetas y de Job. Los que estén afligidos, deben orar. Los que están alegres, deben cantar alabanzas. Los enfermos, deben llamar a los ancianos. Deben confesarse sus faltas entre sí­ y confiar en la oración, porque †œla oración eficaz del justo puede mucho†, como sucedió en el caso de Elí­as. Si alguno se ha extraviado, hay que buscarle. Y †œsi alguno le hace volver, sepa que el que haga volver el pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados† (Stg 5:1-20).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

I. Bosquejo del contenido

a. Introducción

Saludo 1.1

Doble enunciación de los temas 1.2–27

(Prueba de la fe, habla y espíritu, santidad y pobreza)

b. Desarrollo

Santidad y pobreza 2.1–26

Habla y espíritu (sabiduría) 3.1–4.12

Prueba y resultado 4.13–5.6

c. Conclusión (con nueva enunciacin de temas) 5.7–20

II. Autor y fecha

A causa de la incertidumbre sobre la identidad del autor, que se describe a sí mismo como “Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo” (1.1), esta epístola no gozó de aceptación general en Occidente hasta el ss. IV. La mayor parte de los cristianos sabía gue Jacobo, hijo de Zebedeo, había muerto como mártir demasiado pronto para haber sido el autor, y no hay indicaciones de que la iglesia primitiva la haya atribuido jamás a ningún otro Jacobo, p. ej. “Jacobo el Menor”, Mr. 3.18; 15.40; la atribución de Lutero a algún Jacobo desconocido fue resultado de la desvalorización dogmática de la obra como una “epístola bastante floja (de paja)”, ya que aparentemente contradecía a Pablo en lo concerniente a la justificación, y no predicaba las doctrinas centrales de la salvación.

Algunos eruditos modernos, al notar la casi completa falta de referencias a las doctrinas distintivamente cristianas, la naturaleza aparentemente desconectada de los axiomas morales que abundan en la epístola, y el hecho de que sólo dos veces se menciona explícitamente a Jesucristo, han rechazado la idea de que la hubiera compuesto un cristiano, y sugieren en cambio que originalmente se trataba de una homilía judía precristiana adaptada al uso judeocristiano mediante la inserción de “Jesucristo” en 1.1 y 2.1. Otros eruditos, al notar situaciones doctrinales eclesiásticas que podrían sugerir una fecha posterior que la del hermano del Señor, consideran que esta epístola es una homilía cristiana posterior escrita para satisfacer las necesidades de las comunidades cristianas más establecidas, después de haber decrecido el fervor evangelístico primitivo (70–130 d.C.).

La primera teoría, que a veces atribuye la obra a un Jacobo desconocido, o seudónimamente al patriarca Jacob, podría explicar expresiones como “Abraham nuestro padre’ (2.21) y “Señor de los ejércitos” (5.4), como así también el acento que se pone en las obras para la justificación (2.14–26). También podría explicar el hecho de que el autor habla como un segundo Amós cuando denuncia a los ricos (5.1–6), y cita a Abraham (2.21), Rahab (2.25), Job (5.11), y Elías (5.17) como ejemplos de virtud, pero no a Jesús. Y sin embargo, estas características, y otras similares, no exigen tal explicación, especialmente si se escribió la epístola antes de la circulación masiva de los evangelios, porque el AT era la Biblia de los primitivos cristianos. Como se ha hecho notar, “no hay ninguna frase en la epístola que podría haber escrito un judío y no un cristiano”. Además, el cristianismo de la epístola es mucho más amplio de lo que superficialmente podría pensarse, y es difícil suponer al imaginario interpolador cristiano capaz de ocultarse en tal medida.

La segunda teoría, que normalmente supone que la obra se atribuyó seudónimamente al hermano del Señor con el objeto de darle autoridad, se torna más aceptable por la calidad del griego de la epístola y el argumento de que 2.14–26 fue escrito para contrarrestar una perversión antinómica de la doctrina de Pablo sobre la justificación por la fe. Pero no explica las características primitivas de la epístola (p. ej. la mención de ancianos en lugar de obispos en 5.14) y el colorido palestino (p. ej. “la lluvia temprana y la tardía” en 5.7). Además, si la epístola es seudoepigráfica es difícil explicar por qué el autor no utilizó un título más claro y exaltado (p. ej. “Jacobo apóstol” o “Jacobo hermano del Señor”).

El destino de la carta, “las doce tribus que están en la dispersión” (1.1), que probablemente se refiera a las congregaciones judeocristianas esparcidas (por esa razón se incluye la carta entre las epístolas generales o católicas), el carácter homilético de la obra, su sabor judeocristiano, su preocupación por la ética comunal y la solidaridad comunitaria, los ecos de la posterior literatura judía sapiencial (“sabiduría”, que posiblemente se refiere al Espíritu, es una de las palabras claves, véase 1.15; 3.17), de la teología judía no conformista (contiene extraordinariaos paralelos con los rollos del mar Muerto (* Mar Muerto, Rollos del), y de los dichos de Jesús que se incluyeron en el Sermón del monte (cf. 2.13 y Mt. 5.7; 3.12 y Mt. 7.16; 3.18 y Mt. 7.20; 5.2 y Mt. 6.19; 5.12 y Mt. 5.34–37), además de la nota de autoridad con que habla el autor, todo ello es consecuente con la tradición de que el escritor fue Jacobo el hermano del Señor, primer “obispo” de la iglesia de Jerusalén. Además, aunque la epístola contiene algunas curiosas frases literarias no bíblicas (p. ej. 1.17, 23; 3.6), sus características hebraicas unidas al frecuente uso de preguntas retóricas, pintorescos símiles, diálogos imaginarios, aforismos elocuentes e ilustraciones pintorescas hacen razonable suponer que estamos escuchando a un Jacobo completamente bilingüe, judeocristiano y palestino, que residió en Jerusalén, centro cosmopolita tanto para judíos como para cristianos, durante alrededor de 30 años después de la resurrección de Jesús. Las semejanzas entre el griego de la epístola y el que habló Jacobo en el concilio de Jerusalén (cf. 1.1 y Hch. 15.23; 1.27 y Hch. 15.14; 2.5 y Hch. 15.13; 2.7 y Hch. 15.17) pueden aportar posibles pruebas que apoyen esta tesis. Parece lógico suponer que Jacobo mismo compuso la obra, o que un secretario o redactor posterior la compiló con los elementos de sus sermones. La situación de la iglesia en la epístola hace pensar que mucho de ella, si no todo, fue escrito en época temprana: una fecha anterior al concilio de Jerusalén (48/49 d.C.) sería la que mejor explicaría los datos que contiene, incluso el aparente conflicto con Pablo en 2.14–26.

III. Enseñanza

Esta epístola se ocupa de destacar que es necesario que los cristianos resistan la presión que ejerce el mundo y no se comprometan con él, especialmente en lo que hace al uso de las riquezas. Complementa y de ninguna manera contradice la enseñanza de Gá. y Ro. sobre el tema de la justificación. Santiago no emplea la palabra “justificado” en 2.21 con referencia al caso de Abraham a que se refiere Pablo, es decir Gn. 15.6, sino con referencia a Gn. 22, que es una declaración de justificación en ocasión del sacrificio de Isaac, en sí coronamiento de una vida de caridad y fidelidad que surge de la fe de Gn. 15.6.

Para los católicos romanos esta epístola tiene gran valor en que, según su punto de vista, da pie para la doctrina de la justificación por las obras, la confesión auricular (5.16), y la extremaunción (5.14). Por otra parte, los protestantes—excesivamente influidos por Lutero—tienden a considerarla subcristiana en alguna medida. Pero Calvino hizo notar que esta epístola no contiene nada que sea indigno de un apóstol de Cristo, sino que, por el contrario, da instrucciones sobre numerosos temas, todos los cuales revisten importancia para la vida cristiana, como lo son la paciencia, la oración a Dios, la excelencia y el fruto de la verdad divina, la humildad, los deberes sagrados, el control de la lengua, el cultivo de la paz, la represión de la lujuria, el desprecio al mundo, y otros más”. Muchos evangélicos de nuestros días han empezado a comprender lo absurdo de subestimar las inferencias éticas de la justificación y el lugar que deben ocupar las buenas obras en la vida cristiana. Como ha dicho R. V. G. Tasker en TNTC: “Cuando la fe no produce amor, y el dogma, por ortodoxo que sea, no tiene relación con la vida; cuando los cristianos se sienten tentados a conformarse con una religión centrada en sí misma, y dejan de percibir las necesidades sociales y materiales de otros; o cuando por su modo de vivir niegan el credo que profesan y se muestran más inclinados a buscar la amistad del mundo que la de Dios, entonces la Epístola de Santiago tiene algo que decirles que pueden rechazar si lo desean pero a su propio riesgo.”

En una época en que los evangélicos vuelven a ocuparse del tema de la justicia social, del uso de la riqueza y de la vida comunitaria, esta epístola merece consideración especial, porque llama la atención a virtudes constructivas para la vida en comunidad y a la fuerza destructiva en lo social de la riqueza mal empleada. En una época en la que se tiende a olvidar la severidad de la naturaleza divina y la trascendencia de Dios, es preciso restablecer el equilibrio dando realce a lo que esta epístola destaca en relación con el Dios inmutable (1.17), creador (1.18), Padre (1.27; 3.19), soberano (4.15), justo (1.20), que no debe ser puesto a prueba por los impíos (1.13), a quien la humanidad debe someterse humildemente (4.7, 10), por cuanto es dador de la ley, juez, Salvador y destructor (4.11–12), que no acepta rivales (4.4–5), dador de sabiduría (1.5) y gracia (4.6), que promete una corona de vida para los que pasan la prueba de la fe y sólo a él aman (1.12)

Bibliografía. A. Wikenhauser, J. Schmidt, Introducción al Nuego Testamento, 1978; E. F. Harrison, Introducción al Nuevo Testamento, 1980; A. Robert, A. Feuillet, Introducción a la Biblia, 1967; O. Knoch, Carta de Santiago, 1969; J. Michl, Cartas católicas, 1977.

Comentarios por J. B. Mayor, 1913; R. V. G. Tasker, TNTC, 1956; C. L Mitton, 1966; F. Mussner, 1964; y M. Dibelius, 1975.

P.H.D.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico