Gobernante del pueblo †¢sabeo que vino a visitar a Salomón trayendo abundantes muestras de riqueza. Vino †œcon un séquito muy grande, con camellos cargados de especias, y oro en abundancia, y piedras preciosas† (1Re 10:1-2). Hizo muchas preguntas difíciles a Salomón, las cuales éste contestó. Ante esto, y viendo la gloria de ese rey, dijo: †œMis ojos han visto que ni aun se me dijo la mitad† (1Re 10:7) de las cosas de Salomón y su sabiduría. La mención que se hace de la expedición a †¢Ofir y sus resultados dentro del relato de esta visita sugiere la posibilidad de que fuera por ella que se enteró de la gloria de Salomón (1Re 10:11-12).
Como esa expedición circunvalaba el territorio de Sabá, de manera que las caravanas de Salomón no pasarían por él, es posible que viniera a proponer algún arreglo comercial con Israel. La R. de S. volvió a su tierra cargada de regalos que le hizo el rey israelita (1Re 10:13). Existen testimonios documentales de la existencia de monarcas femeninos en Arabia desde el siglo VIII a.C. El Señor Jesús la menciona como †œla reina del Sur†, que condenará a los judíos, †œporque ella vino de los confines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón†, mientras que él, que es mayor que Salomón, no recibía atención alguna (Mat 12:42). Aunque S. no es †¢Etiopía, hubo tanta relación entre los dos países que no debe sorprender la leyenda etíope de que la R. de S. era gobernante de Etiopía y que tuvo un hijo con Salomón que fue el primer rey de ese país. En realidad, no hay que descartar que el nombrarla el Señor Jesús como †œla reina del Sur† sea una referencia a su relación con Etiopía. Era, posiblemente, de color negro. Los etíopes la llaman †œMakeda†. Los árabes †œBalkis†. †¢Sabá, Sabeos.
Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano
( °vrv3 “Sebá”). Monarca sabea (* Sabá), que viajó a Jerusalén a comprobar la sabiduría de Salomón (1 R. 10.1–10, 13; 2 Cr. 9.1–9, 12). Uno de los principales propósitos de su costosa (1 R. 10.10) pero exitosa (1 R. 10.13) visita puede haber sido el de negociar un acuerdo comercial con Salomón, cuyo control de las rutas comerciales ponía en peligro las ganancias que acostumbraban recibir los sabeos de las caravanas que cruzaban su territorio, ganancias de las que dependía Sabá a pesar de sus considerables adelantos en la agricultura gracias a un régimen favorable de lluvias y un efectivo sistema de irrigación. Las especias, el oro, y las piedras preciosas con que buscó el favor de Salomón (1 R. 10.3, 10) seguramente eran típicas de los lujosos cargamentos de dichas caravanas, que unían los recursos del África oriental, India y el S de Arabia con los mercados de Damasco y Gaza, pasando por oasis tales como Meca, Medina, y Tema.
Tanto las inscripciones
Su disposición a llevar a cabo un viaje tan arduo sirvió a Cristo para contrastar la suficiencia de los judíos en Mt. 12.42, pasaje en el que se la llama “reina del Sur”, título que refleja una construcción semítica tal como malkaṯ seḇā˒ o malkaṯ yāmı̂n, reina de Sabá o Yemen.
Esta reina fue inmortalizada por leyendas etíopes, particularmente la de Kebra Nagast (“Gloria de los reyes”), como la reina de Etiopía cuyo hijo, nacido de su unión con Salomón, fue el primer rey de dicho país. Esta leyenda refleja el vínculo íntimo que existió en la antigüedad entre el S de Arabia y el
Bibliografía. Samuel Abramsky,
D.A.H.
Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.
Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico