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Encíclica de Juan Pablo II del 7 de Diciembre de 1990. Versa sobre la necesidad y actualidad de la actividad misionera de la Iglesia.
1. Jesucristo único Salvador.
2. El Reino de Dios como urgencia.
3. El Espíritu Santo y la misión.
4. Los horizontes de la misión.
5. Los caminos de la misión.
6. Valiosos agentes misioneros.
7. Cooperación misionera.
8. Espiritualidad misionera.
Hermoso texto para una catequesis profunda y sistemática sobre la vocación misionera de todo cristiano. Es para misioneros y para no misioneros en sentido geográfico; todos han recibido el mandato de anunciar el mensaje a «todas las gentes».
Se presenta el misterio salvífico de Cristo y de la Iglesia y se resalta la responsabilidad compartida de todos los creyentes en la extensión del Evangelio. Se centra la atención en la espiritualidad misionera esencial en el catolicismo. Es el ideal del creyente, que participa en la ilusión de Cristo mismo: «Reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.» (Jn. 11. 52). Jesús, Buen Pastor que conoce a sus ovejas, las busca y da su vida por ellas. (Jn. 10).
Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006
Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa
La encíclica misionera de Juan Pablo II
A los veinticinco años del concilio Vaticano II y a los quince años de «Evangelii Nuntiandi», Juan Pablo II publicó la primera encíclica directamente «misionera» del postconcilio Redemptoris Missio (1990). Trata directa y ampliamente de la evangelización «ad gentes» o primera evangelización, al estilo de las encíclicas misioneras anteriores al concilio, pero con los contenidos conciliares y afrontando nuevas situaciones.
Más que presentar nuevos contenidos sobre la misión, la encíclica es una llamada urgente a la responsabilidad evangelizadora universal por parte de todos. En los tres primeros capítulos, aclara conceptos teológicos que, de no ser entendidos adecuadamente, podrían «debilitar el impulso misionero» (RMi 2) Cristo, único Salvador (I), el Reino de Dios (II), la acción del Espíritu Santo (III). Los capítulos siguientes presentan las nuevas situaciones de la misión (IV), los caminos de la evangelización (V), los agentes y responsables (VI), la cooperación concreta (VII), la espiritualidad misionera (VIII).
Profundización teológica
Algunos conceptos bíblicos y teológicos quedan aclarados en vistas a una más adecuada comprensión por parte de los evangelizadores la salvación en Cristo, la acción del Espíritu en las culturas y religiones hacia la madurez en Cristo, las «semillas del Verbo» y la preparación evangélica, la naturaleza misionera de la Iglesia (también de la Iglesia particular), la inculturación, los valores evangélicos, el diálogo interreligioso, el desarrollo, la vocación misionera, formación y cooperación para la misión universal, la espiritualidad misionera, etc.
Nuevas situaciones misioneras
Las nuevas situaciones misioneros se concretan en los campos de pastoral ordinaria, «nueva evangelización» y evangelización «ad gentes» (cfr. RMi 33). En cuanto a la evangelización «ad gentes», se señalan tres ámbitos territorial o geográfico, sociológico (migraciones medios de comunicación, pobreza…), áreas culturales que incluyen la cultura emergente (cfr. RMi 37). Estos ámbitos constituyen los «nuevos areópagos» de la evangelización misionera.
El tono es de esperanza, intuyendo «una nueva época misionera radiante y rica en frutos» (RMi 92). Se invita a acelerar la «nueva evangelización» en el sentido de hacer misionera a la comunidad eclesial (cfr. RMi 2-3, 33, 72). El paso al tercer milenio es una especial «oportunidad de hacer llegar el Evangelio, con el testimonio y la palabra a todos los hombres y a todos los pueblos» (RMi 92). La preparación misionera debe ser en Cenáculo con María, «para implorar el Espíritu y obtener fuerza y valor para cumplir el mandato misionero» (ibídem).
Referencias Acción evangelizadora, Cenáculo, Espíritu Santo, evangelización, Jesucristo, misión, misión ad gentes, nueva evangelización, Reino de Dios, salvación, semillas del Verbo, tercer milenio.
Lectura de documentos AG; EN; RMi; CEC 850-856.
Bibliografía AA.VV., Haced discípulos a todas las gentes, Comentario y texto de la encíclica «Redemptoris Missio» (Valencia, EDICEP, 1991); Cristo, Chiesa, Missione, commento all’enciclica «Redemptoris Missio» (Roma, Pont. Univ. Urbaniana, 1992); Redemptoris Missio, Riflessioni (Roma, Pontificia Universití Urbaniana, 1991); Redemptoris Missio, points de vue, évolutions, perspectives Spiritus 33 (1992) 143-232; La missione del Redentore (Leumann, Torino, LDC, 1992); La misión del año 2000. Interpelaciones de la encíclica Redemptoris missio XLIV Semana española de misionología (Burgos 1993); «Redemptoris missio». La misión en los umbrales del s.XXI Misiones Extranjeras n.122 (1991); A. BELLAGAMBA, The Mission of the Church. A new look. A commentary and reflection on the Encyclical Redemptoris Missio (Nairobi, St. Paul Publications, 1993); J.L. LARRABE, Hacia una Iglesia misionera según la «Redemptoris Missio». Un comentario teológico y catequético Estudios Eclesiásticos 67 (1992) 73-90.
(ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)
Fuente: Diccionario de Evangelización
El 7 de diciembre de 1990 el Papa Juan Pablo II publica una de las encíclicas más voluminosas de su largo pontificado, dedicada a la misión.
Y trata de subrayar el valor permanente de dicha misión hacia los gentiles («ad gentes»).
Resumimos los ocho grandes capítulos. En el primero, se sitúa a Jesucristo como único salvador. La Iglesia es signo e instrumento de salvación y ésta va dirigida a todos los hombres.
El capítulo segundo trata expresamente del «Reino de Dios». Cristo hace presente dicho reino y está unido a su persona y a la Iglesia.
El Espíritu Santo como protagonista de la misión centra la tercera parte de la Encíclica. Dicho Espíritu hace misionera a toda la Iglesia y está operante en todo tiempo y lugar. Incluso se puede decir que la actividad misionera está aún en sus comienzos.
Por eso el cuarto capítulo, enlazando con el anterior, habla de «los inmensos horizontes de la missio ad gentes» que hoy debe dirigirse sobre todo al Sur y a Oriente.
Para responder a cuáles son los caminos de la misión, se insiste, en un quinto capítulo, en el testimonio como primera forma de evangelización, en el primer anuncio, en la formación de las Iglesias locales, y en la encarnación del evangelio en todas las culturas. Es necesario el diálogo interreligioso, siempre teniendo la caridad como fuente y criterio de la misión.
El sexto capítulo habla de los responsables y agentes de la pastoral misionera, y menciona expresamente a los misioneros e Institutos misioneros, a los sacerdotes diocesanos, a los laicos, a los catequistas y a las Congregaciones misioneras.
Un séptimo capítulo trata de la cooperación en la actividad misionera por parte de los cristianos, de las Iglesias locales y de las Obras Misionales Pontificias. Insiste el Papa en que no sólo hay que dar misión sino también recibir, y que Dios está preparando una nueva primavera del Evangelio.
Finalmente, el octavo capítulo trata expresamente de la espiritualidad misionera que consiste en «dejarse guiar por el Espíritu, vivir el ministerio de «Cristo enviado», amar a la Iglesia y a los hombres como Jesús los ha amado y, en definitiva, llegar a la santidad porque el verdadero misionero es el santo.
BIBL. – JUAN PABLO II, Encíclicas, Edibesa, Madrid 1995.
Raúl Berzosa Martínez
Vicente Mª Pedrosa – Jesús Sastre – Raúl Berzosa (Directores), Diccionario de Pastoral y Evangelización, Diccionarios «MC», Editorial Monte Carmelo, Burgos, 2001
Fuente: Diccionario de Pastoral y Evangelización