RAMERA

v. Adúltero, Fornicario
Gen 34:31 de tratar a .. hermana como a una r?
38:15


Ramera (heb. plural zônôth; qedêshâh, «prostituta sagrada»;gr. pórn’). Prostituta; por lo general, quien entrega su cuerpo a actos sexuales ilí­citos a cambio de dinero. En la antigüedad habí­a 2 clases de rameras: 1. Quienes practicaban la prostitución por ganancia personal. 2. Las que «serví­an» a los adoradores en los santuarios idolátricos. Es interesante notar que la Biblia llama fornicaciones a las relaciones de Israel con otras naciones, lo cual significa apostasí­a o separación de Dios (Eze 16:15-29). La fornicación es insistentemente condenada en las Escrituras (Deu 22:20, 21; 23:18; etc.) y se advierte a los jóvenes a no caer en la trampa de las rameras (Pro 6:24-28;7). Si abandonan su pecado, las rameras pueden entrar en el reino de Dios, y hay más esperanzas para ellas que para los religiosos llenos de justicia propia (Mat 21:31). La Babilonia apocalí­ptica es llamada «madre de las rameras» (Rev 17:5). Véase Sodomita.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

†¢Prostitución. †¢Rahab.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

(Véase PROSTITUCIí“N)

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

Mujer lasciva. Prostituta. Mujer que mantiene relaciones sexuales con los hombres a cambio de remuneración. De hecho, el vocablo griego pór·ne (ramera; fornicadora; prostituta) proviene de una raí­z que significa †œvender†. (Rev 17:1, nota.) El término hebreo zoh·náh (ramera; prostituta) se deriva del verbo raí­z za·náh, que significa †œestar de ramera; tener relaciones inmorales; cometer prostitución; fornicar†. (Véase PROSTITUTA.)
Dios ha condenado la prostitución desde el mismo principio. El mismo puso en Edén la norma perfecta en cuanto al matrimonio, cuando dijo al unir a Adán y Eva: †œEl hombre dejará a su padre y a su madre, y tiene que adherirse a su esposa, y tienen que llegar a ser una sola carne†. (Gé 2:24.) Aunque Dios condenaba la prostitución, permitió el concubinato y la poligamia, incluso a sus siervos, hasta que llegó el tiempo en que estimó oportuno reinstaurar la norma perfecta para el matrimonio mediante Jesucristo. Jesús citó las palabras ya mencionadas de su Padre, y el apóstol Pablo señaló que esta regla era obligatoria en la congregación cuando mostró que el cristiano que la pasa por alto se une a una ramera y pasa a formar †œun solo cuerpo† con ella. (Mt 19:4-9; 1Co 6:16.)
El caso de Judá, el bisnieto de Abrahán, ilustra el punto de vista que tení­an los primeros siervos de Dios sobre la prostitución. Mientras residí­a como forastero en Canaán, donde se toleraba la prostitución, Judá, el cabeza de familia, tuvo relaciones con Tamar, la viuda de su hijo Er, que se habí­a vestido como una ramera. Una vez que se descubrió que Tamar habí­a quedado encinta, le informaron a Judá: †œTamar tu nuera ha estado de ramera, y mira que también está encinta de su prostitución†. Ante esto, Judá ordenó que la quemaran (es decir, que se le diese muerte y luego se quemara su cadáver como algo detestable), pues se consideraba que pertenecí­a a Selah, el hijo de Judá. Cuando la verdad salió a la luz, Judá no se excusó por haber tenido relaciones con una supuesta ramera, sino que dijo con relación a Tamar: †œElla es más justa que yo, por razón de que yo no la di a Selah mi hijo†. De modo que la perdonó por haber actuado de aquel modo para obtener descendencia de Judá, pues no le habí­a dado a su hijo Selah en matrimonio de levirato. (Gé 38:6-26.)
La ley que Dios dio a Israel condenaba la prostitución, aunque habí­a rameras en el paí­s. (Pr 7.) La Ley prohibí­a estrictamente que una muchacha israelita se prostituyese. (Le 19:29; 21:9.) La israelita que cometiese fornicación y más tarde se casara alegando falsamente que era virgen tení­a que morir lapidada. (Dt 22:20, 21.) El dinero que obtení­a una ramera de su vil comercio era algo detestable que no se aceptaba como contribución al santuario de Jehová, algo muy distinto de lo que ocurrí­a en el paganismo, que solí­a tener en la prostitución de los templos una fuente de ingresos. (Dt 23:18.)
Rahab, una ramera de la ciudad pagana de Jericó, demostró que tení­a un buen corazón para con Jehová y ayudó a los espí­as enviados por Josué. Debido a su fe y a que obró de acuerdo con ella, se salvó de la destrucción de la ciudad. Más tarde se unió en matrimonio honorable con Salmón, de la tribu de Judá, y llegó a ser antepasada de Jesucristo. (Jos 2; 6:22-25; Mt 1:1, 5; Snt 2:25.)
Cuando Jesucristo estuvo en la Tierra, denunció con dureza la incredulidad de los principales sacerdotes y ancianos, y declaró que los recaudadores de impuestos y las rameras iban delante de ellos al reino de Dios. (Mt 21:23, 31, 32.) Estas personas, blanco del desprecio de los demás, eran gente de buen corazón, cuyos pecados habí­an sido perdonados debido a su fe en Cristo. No obstante, primero tuvieron que limpiarse de su prostitución, pues los que persisten en la inmoralidad no pueden heredar el Reino. (Gál 5:19-21; Ef 5:5.)

Uso figurado. El término †œramera† también se emplea en sentido figurado para referirse a una persona, organización o pueblo que profesa adorar a Jehová, pero que en la práctica da su afecto y adoración a otros dioses. En este sentido, Jerusalén se convirtió en una †œramera† que llegó hasta el punto —contrario a lo normal entre las meretrices— de pagar a las naciones paganas para prostituirse con ellas en vez de recibir retribución. (Eze 16:33, 34; véase Eze 23, donde se asemeja a prostitutas a Samaria y Jerusalén [que representan a Israel y Judá, respectivamente].)
Revelación describe simbólicamente a una ramera que monta una bestia salvaje de color escarlata y que tiene un nombre escrito en su frente: †œBabilonia la Grande, la madre de las rameras y de las cosas repugnantes de la tierra†. †œLos reyes de la tierra cometieron fornicación† con ella. (Rev 17:1-5; véanse BABILONIA LA GRANDE; FORNICACIí“N.)

Fuente: Diccionario de la Biblia

porne (povrnh, 4204), prostituta, ramera (de pernemi, vender). Se utiliza: (a) literalmente, en Mat 21:31,32, de aquellas que fueron objeto de la gracia mostrada por Cristo; en Luk 15:30, de la vida del hijo pródigo; en 1Co 6:15,16, en una advertencia a la iglesia de Corinto en contra de la licencia que les rodeaba y que habí­a hecho del nombre de Corinto un refrán; en Heb 11:31 y Jam 2:25, de Rahab; (b) metafóricamente, de la Babilonia mí­stica: «la gran ramera» (Rev 17:1; 19.2); «ramera» (17.15,16); en el v. 5 se la menciona como «la madre de las rameras».¶

Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento