Los querubines y la espada incandescente fueron colocados al este del Edén para guardar el camino al árbol de la vida, después que Adán y Eva fueron expulsados del jardín del Edén (Gen 3:24). Las cortinas del tabernáculo fueron bordadas con querubines (Exo 26:1). Dios ordenó a Moisés que colocara dos querubines de oro labrado sobre el propiciatorio encima del arca, donde Dios se comunicaría con Moisés en el tabernáculo (Exo 25:18-22; Exo 37:7-9). La gloria de Dios descansaría entre los querubines (Num 7:89; 1Sa 4:4; 2Sa 6:2; 2Ki 19:15; Psa 80:1; Psa 99:1; Isa 37:16), tanto en el tabernáculo como en el templo. Los querubines en el templo eran figuras grandes recién hechas para ese propósito (1Ki 6:23-28; 2Ch 3:10-13; 2Ch 5:7-8). Querubines tallados en bajo relieve también adornaban las paredes del templo (1Ki 6:29). David canta a Dios cabalgando sobre un querubín (2Sa 22:11; Psa 18:10). El Salmo 18 retrata una tormenta con Dios cabalgando y hablando desde las nubes.
Que los querubines eran más que nubes o estatuas es obvio de la descripción que da Ezequiel (Eze 9:3; Eze 10:1-22), que muestra que son las criaturas vivientes del cap. 1. Las cuatro caras de cada uno de los querubines (Eze 1:10) representan las cuatro excelencias del orden creado: el león, la más grande de las bestias salvajes; el águila, la más grande de las aves; el toro, la más grande de las bestias domésticas; y el hombre, la corona de la creación. Ezequiel ve, sobre las cabezas de los querubines, el trono de Dios. La visión de Ezequiel explica la alusión del AT al Señor como sentado sobre (o entronado) o entre los querubines (p. ej., Psa 99:1), lo cual es una metáfora de su soberanía total. De igual manera cuando el Señor cabalga sobre los querubines (p. ej., Psa 18:10; Ezequiel 10, pássim), el pensamiento es que toda la creación está sujeta a su gobierno e intervención soberanos y que todos los poderes están a su disposición.
En Rev 4:6-9; Rev 5:6-14; Rev 6:1-11; Rev 14:3; Rev 15:7; Rev 19:4 hay cuatro bestias (gr., zoa, criaturas vivientes; deben distinguirse del gr., theria, bestias salvajes, mencionadas p. ej. en Rev 13:1). Se describen con términos que las identifican con las criaturas vivientes o querubines de Ezequiel (Ezequiel 1, 10).
En resumen: los querubines son el carro viviente o portadores de Dios cuando aparece a los hombres. Son criaturas celestiales, siervos de Dios en teofanía y juicio, que aparecen en forma alada humana-animal con las caras de león, toro, hombre y águila. Son significativos en la profecía (Ezequiel) y en el Apocalipsis.
Rinden su servicio directamente a Dios. En el nuevo templo de Ezequiel y en el santuario celestial de Hebreos y Apocalipsis, ya no son necesarios porque los redimidos mismos están frente a la presencia de los querubines vivientes.
Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano