QATNA (EL-MISHRIFEH)

El-Mishrifeh identificado con la antigua Qatna, está situado a unos 21 kms. al nordeste de Homs (Emesa), al oriente del rí­o Orontes en la Siria central. Mucha de la importancia de la antigua ciudad se debió a su posición sobre una ruta comercial principal de la fértil media luna. La evidencia de *Mari, especialmente, indica que, además de la ruta más larga ví­a Alepo, habí­a también una más corta, suplementaria, que conducí­a directamente a través del desierto desde Mari hasta Qatna ví­a Palmira.
Se sabe que el sitio fue visitado por varios de los primeros viajeros y exploradores, pero poco se conocí­a de dicho lugar hasta que el arqueólogo francés, Count du Mesnil de Buisson lo excavó en larga escala en cuatro temporadas entre 1924 y 1929. Los hallazgos en el-Mishrifeh, junto con la mención literaria frecuente de Qatna hacen segura la identificación de los dos.
I. Historia de Ocupación. La combinación de información de fuentes literarias junto con los resultados de la excavación proveen el siguiente cuadro de la historia de Qatna.
Pedernales encontrados en el vecino Wadi Zorat y pozos descubiertos bajo uno de los últimos templos de Qatna indican alguna ocupación del sitio en perí­odos prehistóricos (paleolí­tico y neolí­tico).
Sin embargo, no hay ninguna señal de construcción mayor permanente hasta alrededor del fin del tercer milenio a. de J.C. Indudablemente, se debe atribuir la importancia inicial de Qatna al surgimiento sumerio en la tercera dinastí­a de *Ur y a sus intereses comerciales. Los sellos cilí­ndricos de Ur III y varios rasgos artí­sticos y arquitectónicos establecen el predominio de la influencia de la baja Mesopotamia en la antigua Qatna.
De especial significado en este aspecto, sin embargo, son las tabletas acadias cuneiformes encontradas en los niveles del primer templo. Estas contienen entre otros registros, un inventario del tesoro de la diosa Belit-ekalli (†œDama de la Ciudad†). Este culto es totalmente de origen *sumerio (aunque es interesante notar que Nin-Egal, la forma sumeria de su nombre) era sólo una deidad de tercera categorí­a en Ur mismo, en contraste con el rango principal que tení­a en Qatna. Un segundo inventario describe el †œtesoro de los dioses del rey†, refiriéndose a otro, un templo privado del rey.
La influencia egipcia es también evidente ya en este perí­odo inicial, indicando el papel de Qatna en la frontera entre las esferas egipcias y mesopotámicas de influencia a través de su historia. Ya el antiguo imperio de *Egipto puede haber reclamado soberaní­a sobre la región, aunque es de dudarse si el control pudo establecerse entonces. Sin embargo, las excavaciones en Qatna, como en Biblos y Ugarit, muestran que, durante el perí­odo del imperio medio o décimosegunda dinastí­a en la fase A de la edad del bronce intermedio II (siglos XIX y XX a. de J.C. ), el poder y la cultura material egipcios eran dominantes en Palestina y Fenicia. Esto fue demostrado más gráficamente en Qatna por el hallazgo de dos esfinges egipcias, una ostentando el nombre de Ita, hija de Amenemhet II ( ca. 1929–1895 a. de J.C. ).
Las influencias mesopotámicas llegaron a ser dominantes de nuevo con las invasiones *amorreas que arrasaron la mayor parte del antiguo Cercano Oriente en los primeros siglos del segundo milenio a. de J.C. Una dinastí­a amorrea cuyos reyes tení­an nombres amorreos fue instalada en Qatna como también en la mayorí­a de las ciudades sirias y mesopotámicas. Los registros de los reinos amorreos en Mari y Asiria de la segunda mitad del siglo XVIII traen a Qatna a una completa luz en cuanto a la historia de este perí­odo y documentan su importancia. Después que Samsiadad I (1748–1717 a. de J.C. ), el primer rey amorreo de Asiria, habí­a temporalmente derrotado a Mari en el curso de su expansión hacia el occidente e instalado a su hijo Yamahadad como su virrey allí­, procedió a proteger su flanco sur al negociar un matrimonio para su hijo con la hija de Ishkhe-Adad, rey de Qatna, asegurando a su hijo que †œla casa de Mari es famosa y la casa de Qatna (también) es famosa†. Cuando Mari reconquistó su independencia bajo Zimri-lim ( ca. 1730–1700 a. de J.C. ) las referencias en las †œcartas de Mari† ponen en claro que Qatna continuó siendo una ciudad importante.
A principios del siglo XVII se produce la gran emigración hacia el sur de los *hurrianos (los †œhorreos† bí­blicos) en todas partes de la fértil creciente, aparentemente gobernada por una aristocracia indoaria. Paulatinamente, en Qatna, como en la mayorí­a de otros lugares en la región, las deidades y los nombres personales hurrianos empezaron a predominar. Aunque la relación exacta no está aún clara, esta emigración ciertamente debió estar conectada con la invasión de los †œhiskos† en Egipto y Palestina y su gobierno allí­ durante el †œsegundo perí­odo intermedio† de Egipto, ca. 1720–1550 a. de J.C. Puede ser que los invasores hiksos iniciales fueran realmente amorreos (semitas) empujados hacia el sur por los hurrianos, siguiendo estos últimos esos pasos en las últimas fases del perí­odo de los hiksos.
Qatna sin duda tuvo un papel principal en este perí­odo de dominio mesopotámico sobre Egipto. Es aun posible que Qatna fuera una de las bases mayores de los hiksos para la invasión de Palestina y Egipto. La misma apariencia del sitio de la antigua Qatna documenta esta posibilidad, ya que el Mishrifeh no es un †œtell† o promontorio tí­pico del tipo normalmente excavado, sino que es un ejemplo clásico de lo que ahora se sabe era tí­pico de las fortificaciones hiksas, como se encuentran en este perí­odo a través de Palestina y Siria, del Tell el-Yahudiyeh y Heliópolis en el bajo Egipto hasta el Eufrates y más allá (Hazor probablemente provee el mejor ejemplo en la Palestina propiamente.) El-Mishrifeh tiene la forma de un vasto campo defendido, ca. 85.000 mts. 2, rodeado por terraplenes de tierra apisonada empinados de unos 15 mts. de altura. Las aberturas de estas fortificaciones, generalmente cerca de la mitad de cada lado, indican las entradas originales. Es más o menos universalmente aceptado que estos campos tuvieron el propóstio de proteger los inmensos ejércitos de carros tirados por caballos (introducidos por los hiksos en esta región) lo cual era imposible de acomodar dentro de las relativamente pequeñas ciudades amuralladas.
El surgimiento del poder nativo egipcio bajo la décimoctava dinastí­a condujo no sólo a la expulsión de los hiksos de Egipto ca. 1550 a. de J.C. , sino también, en tanto que la amenaza hiksa continuaba en Siria, a la invasión y dominio egipcios del antiguo territorio hikso, alcanzando a veces hasta el Eufrates. El más grande arquitecto del nuevo imperio egipcio fue Tutmosic III ( ca. 1490–1435 a. de J.C. ) quien aparentemente ocupó a Qatna poco después de la famosa batalla de Meguido en 1468 a. de J.C. , (como él lo dice en sus inscripciones en Karnak en el Egipto superior). Los últimos faraones de la décimoctava dinastí­a también mencionan a Qatna como conquistada o todaví­a bajo su dominio.
Sin embargo, aunque el control polí­tico de Egipto parece no haber sido seriamente desafiado por algún tiempo, las influencias culturales dominantes continuaron siendo hurritas, ahora surgiendo del gran estado hurriano de *Mitani, al noreste de Qatna, con el cual Egipto llegó en última instancia a aliarse durante este interludio pací­fico de la pax aegyptica. La intimidad de la relación se ilustra por el hacho que un alto oficial que ejerca jurisdicción egipcia sobre Qatna en este perí­odo, llevó el nombre de Biriawaza, y puede haber sido un prí­ncipe mitano. El comercio miceno se extendió hacia el oriente dentro del Levante; este perí­odo de comercio pací­fico internacional está también documentado en Qatna como en otras partes, por el gran número de vasos griegos de la época descubiertos.
Sin embargo, las circunstancias cambiaron drásticamente, en el †œperí­odo amarna†, en la mitad del siglo XIV, debido al descuido del faraón Akhenatón del imperio egipcio y del surgimiento del poder heteo bajo el hábil *Suppiluliumas ( ca. 1375–1340 a. de J.C. ). Varias *cartas de Amarna enviadas a la nueva capital de Akhenatón por medio de Akizzi, el leal rey de Qatna, ilustran gráficamente la seriedad de la amenaza hetea. (En estas cartas el nombre de la ciudad aparece en su forma amorrea †œQatana†, abreviada a la ahora más familiar Qatna en lugar de la forma acadia más antigua †œQatanum† probablemente reflejando su decaí­da importancia polí­tica). Akizzi ví­vidamente describe el peligro del dominio egipcio en Siria, especialmente en vista de una defección de Egipto dirigida por un tal Aitugama de la vecina Cades, quien estaba intentando arrastrar también a Akizzi. Este último promete su continua lealtad, sin embargo (comparándola con la de Damasco), junto con otras ciudades de más al norte.
Akizzi no estaba equivocado, porque sólo pocos años más tarde, hacia el fin del reinado de Akhenatón, Suppiluliumas, después de eliminar a Mitani, encontró un pretexto para invadir a Siria nuevamente (su segunda o tercera campaña en el área) y saqueó completamente y arrasó a Qatna. La secuela de las cartas de Akizzi a Amarna viene de la arrogancia de Suppiluliumas de que †œYo también traje a Qatna con sus posesiones y todo lo que a ellos pertenecí­a a la tierra de Hatti.† Las excavaciones de Du Buisson ilustran gráficamente las proporciones de esta destrucción.
Qatna nunca se recobró realmente de este desastre, a pesar de varias posteriors (y breves) colonizaciones en el antiguo sitio. Las excavaciones indican una limitada ocupación de nuevo, poco después en la última parte de los siglos XIV y XIII. Tanto Seti I como Ramesés II, los primeros reyes de la dinastí­a décimonovena egipcia, mencionan de nuevo a Qatna como capturada, aunque la referencia puede ser más bien el territorio que a la ciudad misma. De todos modos, a pesar de algunas victorias (tales como la captura de Tunip, un aliado de Qatna en otros tiempos), Egipto nunca tuvo éxito en desalojar a los heteos de la región. Esto fue logrado sólo por la invasión de los †œpueblos del mar† poco antes del 1200 y la última mención literaria de Qatna aparece en un informe por Ramesés III ( ca. 1175–1144 a. de J.C. ) de la vigésima dinastí­a que Qatna y Tunip estaban entre las localidades incluidas en la invasión de los pueblos del mar.
El sitio estuvo vacante por más de medio siglo hasta que experimentó un breve resurgimiento en la primera mitad del siglo VI, probablemente a causa de intereses comerciales del imperio neobabilónico, motivos virtualmente idénticos a aquellos que condujeron a su grandeza inicial en los tiempos sumerios. Sin embargo, tan pronto como estos motivos cesaron de existir en la última mitad del siglo VI, la villa se desvaneció de nuevo. No hay signos de influencia persa; pero un tesoro enterrado de monedas seléucidas testifica de la corta presencia de una villa en el sitio por el siglo II a. de J.C. , por última vez en la antigüedad. La villa contemporánea de Mishrifeh no fue fundada sino hasta el 1850 d. de J.C.
II. Importancia para los Estudios Bí­blicos. Qatna nunca es mencionada en la Biblia, pero sus excavaciones han sido importantes para la historia bí­blica. Sobre todo, la ciudad obviamente tuvo un papel crucial en mucha de la historia del antiguo Cercano Oriente en el segundo milenio a. de J.C. , en los albores del perí­odo bí­blico. Muchos detalles de esta historia son aún obscuros y una creciente información de otras fuentes añadida a lo que ya se sabe de Qatna sólo puede contribuir aún más al entendimiento de este importante perí­odo.
Como la época de los patriarcas es casi cierto que está situada en los dí­as de la décimosegunda dinastí­a egipcia y las incursiones amorreas, es obvio que un incremento general del conocimiento del perí­odo probablemente ayudará a entender mejor a los patriarcas históricamente. La emigración voluntaria israelita a Egipto seguida por la esclavitud allí­ es difí­cil de separar de la ocupación de los hiksos (semitas) de Egipto y la posterior expulsión (aunque la relación exacta no está nada clara). La composición polí­glota de por lo menos los últimos hiksos ayuda a explicar la presencia de hurritas (horreos), indoiranios, y otros grupos étnicos junto con los elementos cananeos y amorreos de Palestina en el tiempo de la invasión israelita.
Los inventarios del templo de Qatna son fuentes escritas importantes para el entendimiento de la religión del antiguo Cercano Oriente. De especial significado para los estudios bí­blicos es el prestigio que el templo de Belit-ekalli en Qatna gozó también en los territorios de alrededor. Las cartas de Mari lo mencionan como un lugar popular de peregrinaje religioso y las ofrendas votivas de origen diverso encontradas allí­ en el curso de las excavaciones ilustran su gran prestigio. De este modo, el papel era análogo en muchas maneras al de Silo, en el Israel de épocas posteriores, que tení­a su gran santuario central de peregrinaje como la mayorí­a de otros paí­ses en el antiguo Cercano Oriente.
Finalmente, puede notarse que el modismo caracterí­stico del Antiguo Testamento †œcortar un pacto† se encuentra también en un texto de Qatna, de alrededor del siglo XV, probablemente indicando los orí­genes amorreos de la frase.
BIBLIOGRAFIA: Preliminary reports of du Buisson†™s excavations appeared in Vols. VII–XI (1926–1930) of Syria. In 1935 appeared the excavator†™s summary: Le Site Archéologique De Mishrifé-Qatna, E. De Bocard, Parí­s.

Fuente: Diccionario Bíblico Arqueológico