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Inclinación, tenencia o movimiento que lleva a satisfacer una necesidad básica fisiológica como la respiración o psicológica como la satisfacción afectiva. La satisfacción de las pulsiones es la base del equilibrio personal, por lo que el educador debe analizar la intensidad y las causas de las diversas pulsiones que el educando experimenta y no reprimir lo que reclama satisfacción (movimientos de curiosidad, autoestima, posesiones) o no estimular lo que requiere control (autodominio, renuncia)
También en el terreno religioso y en las actividades de formación cristiana hay apoyar las metodologías en las pulsiones naturales, las cuales varían con la edad, la raza y las circunstancias.
Olvidarlo y querer que el niño se comporte «piadosamente» en lo que no es piedad es crear innecesarios problemas de disciplina y comportamientos desagradables que estropean la tarea educativa en sus raíces
Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006
Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa