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Se alude con este concepto a la natural mejora del individuo o del grupo que, por esfuerzo, preparación, ayuda o suerte, cambia de situación para bien y aumenta sus riquezas o posibilidades morales, sociales y espirituales.
Los hombres, por naturaleza, aspiran a tener más, a dominar más, a figurar más o a saber y conocer más. La promoción es una fuerza natural radical en la naturaleza y hay que aprovecharla y encauzarla para la mejora y para la perfección de las personas y de los grupos.
Entre los muchos terrenos o aspectos en los que se da la tendencia a la promoción, el religioso es uno de ellos y se debe promover la aspiración a la mejora de conocimientos, de sentimientos, de virtudes, de la fe. Esto no se consigue si no se ponen los medios y se compromete a las personas.
Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006
Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa
Caridad asistencial y promocional
La caridad cristiana tiende a comprometerse en la ayuda a los hermanos (personas y comunidades), de suerte que no sólo se les asista en los momentos de dificultad, sino que especialmente se les potencie y promocione para que ellos mismo (individuos y pueblos) puede desarrollarse y progresar normalmente. La caridad tiene, pues, dos facetas asistencial o de ayuda inmediata a los hermanos (también pueblos y comunidades) que padecen necesidad (enfermos, pobres, marginados…); promocional o de proporcionar a todos los medios necesarios para valerse por sí mismos (trabajo, cultura, libertad, casa, familia…).
La promoción humana es auténtica cuando se concreta en un desarrollo integral del hombre, es decir, cuando abarca todas las facetas de la vida, responsabilizando a personas y comunidades para que ellas mismas asuman su cometido, sin desviar las ayudas hacia otra nueva opresión. La promoción humana se convierte en la transformación de la creación («someter la tierra» Gen 1,28) para hacerla más habitable y más compartida. El campo más importante de esta acción promocional es especialmente el de hacer llegar a todos la posibilidad de escuchar el mensaje cristiano y de capacitarse para vivirlo y transmitirlo a los demás. Es la promoción integral en Cristo.
La perspectiva escatológica de la esperanza
Esta dinámica integral de la promoción y del progreso humano, no serían posible sin la tensión de «escatología» y de «esperanza». La espera escatológica de la venida de Cristo, para dar paso al «nuevo cielo y nueva tierra» (Apoc 21,1), es el fundamento de un progreso humano que respete la dignidad de la persona en toda su integridad de inmanencia y de trascendencia. Entonces se muestra el valor del ser humano «El hombre vale más por lo que es que por lo que tiene» (GS 35). Así se salva el destino final de la humanidad.
Evangelización y promoción humana
Por desarrollare en la perspectiva del misterio de la Encarnación (cfr. Jn 1,14), la acción evangelizadora es siempre de «inserción» en todas las situaciones culturales, sociológicas, históricas y religiosas. La Iglesia, viviendo su realidad de misterio (como expresión del misterio de Cristo) y de comunión (compartiendo los bienes entre los hermanos), llega a su máxima capacidad de misión. «La evangelización no sería completa si no tuviera en cuenta la interpelación recíproca que, en el curso de los tiempos, se establece entre el evangelio y la vida concreta, personal y social, del hombre» (EN 29).
Aunque hay que distinguir la evangelización, en cuanto tal, de la promoción humana, ambas se relacionan y postulan mutuamente. La promoción humana, si es integral, forma parte de la evangelización, puesto que se busca el bien total del hombre. La relación entre ambas es de nivel antropológico («porque el hombre que hay que evangelizar no es un ser abstracto, sino un ser sujeto a los problemas sociales y económicos»), teológico («ya que no se puede disociar el plan de la creación del plan de la redención»), evangélico («la caridad). El orden evangélico de la caridad fundamenta y da sentido a los demás «En efecto, ¿cómo proclamar el mandamiento nuevo sin promover, mediante la justicia y la paz, el verdadero y auténtico crecimiento del hombre?» (EN 31).
Al abarcar estos tres niveles, se busca «dar un sentido más humano al hombre y a su historia» (GS 40). Por esto hay que distinguir, sin separar, evangelización y promoción humana, crecimiento del Reino y progreso terreno. Toda acción evangelizadora tiende a promover al hombre en su integridad, por encima de las ideologías materialistas y de los modelos económicos o de mercado. El evangelio propone, a la luz del misterio de Cristo (cfr. GS 22), un nuevo modelo de hombre salvándolo en toda su integridad, respetando su multiformidad cultural, haciéndolo protagonista del desarrollo, liberándolo de todo género de materialismo y de todo tipo de esclavitud ideológica. Esa integridad incluye el sentirse vocacionado (como persona y como pueblo o cultura), para transmitir a todos el mensaje evangélico de las bienaventuranzas y del mandato del amor.
Referencias Bienaventuranzas, caridad, ciencia y fe, doctrina social de la Iglesia, ecología, escatología, justicia, liberación, mandamiento nuevo, obras de misericordia, opción preferencial por los pobres, pobreza evangélica.
Lectura de documentos GS 33-45; 63-66; EN 31; RMi 58-59; encíclicas sociales (CA, LE, PP, SRS, etc.).
Bibliografía J. ALFARO, Hacia una teología del progreso humano (Barcelona, Herder, 1974); J.B. BURY, La idea del progreso (Madrid, Alianza, 1971); DAO DINH DUC, Integral Development according to the Encyclical «Populorum Progressio» Euntes Docete 29 (1976) 393-452; M. FLICK, Z. ALSZEGHY, Metodologia per una teologia dello sviluppo (Brescia, Querianiana, 1970); A. NICOLAS, Teología del progresso (Salamanca, Sígueme, 1972); J. SARAIVA MARTINS, Evangelizare pauperibus, evangelizzazione e promozione umana, en Cristo, Chiesa, Missione (Roma, Urbaniana Univ. Press, 1992) 327-342.
(ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)
Fuente: Diccionario de Evangelización