POBRE, DEBIL

A. Nombres >anéí† (ynI[; , 6041), «pobre; débil; afligido; humilde». Este vocablo, que también se encuentra en arameo temprano y en hebreo posbí­blico, aparece en todos los perí­odos del hebreo de la Biblia unas 76 veces. Este nombre se usa a menudo en paralelismo sinónimo con anéí†: «No explotes al jornalero pobre [>anéí†] y necesitado [anéí† viven de dí­a en dí­a y se encuentran socialmente indefensos, sujetos siempre a la opresión. La primera vez que se usa el término en la Biblia, se garantiza a los >anéí† (dentro de una sociedad que obedece la ley divina), su vestimenta exterior para calentarse de noche, aun cuando estuviera empeñada durante el dí­a: «Si das prestado dinero a algún pobre de mi pueblo que está contigo, no te portarás con él como usurero, ni le impondrás intereses. Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás a la puesta del sol» (Exo 22:25-26 rva). Los justos protegen y liberan a los «afligidos» (Isa 10:2; cf. Eze 18:17) cuando los injustos se aprovechan de ellos y les llenan de opresión (Isa 58:7). El rey en particular tiene la responsabilidad de proteger a los >anéí†: «Â¡Levanta la voz por los que no tienen voz! ¡Defiende los derechos de los desposeí­dos! ¡Levanta la voz y hazles justicia! ¡Defiende a los pobres [>anéí†] y necesitados [anéí† puede indicar a alguien que está fí­sicamente oprimido: «Por tanto, oye ahora esto, afligida, que estás ebria, mas no de vino» (Isa 51:21 lba). La opresión fí­sica tiene que ver a veces con la opresión espiritual, como en Psa 22:24 (rva): «Porque no despreció ni desdeñó la aflicción del afligido, ni de él escondió el rostro». La aflicción exterior a menudo conduce a la aflicción interna y a clamar a Dios: «Vuelve a mí­ tu rostro y ténme compasión, pues me encuentro solo y afligido» (Psa 25:16 nvi). Sin mencionar aflicciones externas, se habla con frecuencia de los piadosos como «afligidos» o «pobres» a los que Dios sustenta: «Tu rebaño ha habitado en ella. Por tu bondad, oh Dios, has provisto para el pobre» (Psa 68:10 rva). En estos casos, lo que se tiene en mente es pobreza y necesidad espiritual. A veces el término quiere decir «humilde», como en Zec 9:9 «He aquí­, tu rey viene a ti, justo y victorioso, humilde y montado sobre un asno» (rva; cf. Psa 18:27; Pro 3:34; Isa 66:2). A la misma familia de >anéí† pertenece el nombre >onéí†, «aflicción», que aparece unas 36 veces en todas las épocas del hebreo bí­blico. >Onéí† tiene que ver con la condición de dolor y/o castigo que proviene de la aflicción. En Deu 16:3, el pan de la proposición se denomina pan de «aflicción» porque es un memorial fí­sico del pecado que causa la aflicción (Psa 25:18), los problemas que el pecado acarrea (en particular la servidumbre en Egipto) y la liberación divina del pecado (Psa 119:50). >anéí† también está relacionado con >anawah, «humildad, mansedumbre». El término se encuentra solo 5 veces y expresa las dos caracterí­sticas que surgen de la aflicción. Cuando se usa en relación a Dios se refiere a su sumisión a su propia naturaleza (Psa 45:4). dal (lD’ , 1800), «un humilde, pobre, degradado, indefenso, débil». Este nombre también se encuentra en ugarí­tico. En hebreo bí­blico está unas 47 veces durante todos los perí­odos. Dal tiene relación, aunque con diferencias, con >anéí† (que sugiere alguna clase de aflicción), con anah (hn:[; , 6031), «afligir, oprimir, humillar». Este verbo, que también aparece en arábigo, se encuentra unas 74 veces en todos los perí­odos del hebreo bí­blico. El primer caso se encuentra en Gen 15:13 «Y Dios dijo a Abram: Ten por cierto que tus descendientes serán extranjeros en una tierra que no es suya, donde serán esclavizados y oprimidos cuatrocientos años» (lba). C. Adjetivo >anaw (wn:[; , 6035), «humilde; pobre; manso». El adjetivo, que aparece unas 21 veces en hebreo bí­blico, tiene estrecho parentesco con >anéí†, se deriva del mismo verbo y a veces es sinónimo. Tal vez se deba al muy conocido intercambio entre las consonantes vaw y yodh. >Anaw se encuentra casi exclusivamente en la literatura poética y describe el resultado que Dios desea cuando nos aflige, «humildad». La primera vez que aparece, el término describe tanto la condición objetiva y la actitud subjetiva de Moisés. Entendió que dependí­a totalmente de Dios: «Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que habí­a sobre la tierra» (Num 12:3).

Fuente: Diccionario Vine Antiguo Testamento