El hombre es el sujeto, la pareja del diálogo con Dios. Cada uno tiene la dignidad de este diálogo personal y por eso cada persona merece el máximo respeto. Cualquiera que sea la situación moral o legal de un hombre o de una mujer, Dios le66 busca y le invita a un diálogo personal, el Espíritu le mueve en su interior para que se dirija a Dios como Padre. El respeto por el hombre signitica también respeto por su misterio, que nunca podremos penetrar a fondo, que no podemos programar sino acoger, acompañar, con todos los estímulos externos ligados al dinamismo de la Palabra que nos es transmitida a través de los profetas, incluido el estímulo eclesial de la predicación, y también el legal y legislativo. Sin embargo, siempre hay que tener presente que el misterio de la persona sólo Dios lo conoce, y lo que no ocurre hoy ocurrirá mañana. Dios tiene su tiempo, el hombre siembra y no sabe cuándo recoge; en la acción pastoral, nosotros sembramos y no sabemos cuándo y cómo recogeremos, cuál será la respuesta. Sería vano irritamos o amargarnos o sentirnos decepcionados, porque será el misterio de Dios el que tal vez recoja, en momentos que nosotros ignoramos, lo que hemos sembrado entre lágrimas. ¿La experiencia de Mónica con Agustín no es precisamente la experiencia del respeto hacia el misterio? Oró, iloró, pero acompañó amistosamente al hijo, esperando el tiempo de Dios.
Carlo María Martini, Diccionario Espiritual, PPC, Madrid, 1997
Fuente: Diccionario Espiritual