v. Quedar, Subsistir
Gen 8:22 mientras la tierra permanezca, no cesarán
Job 8:15 su casa, mas no permanecerá ella en pie
Psa 9:7 pero Jehová permanecerá para siempre
Psa 19:9 el temor de Jehová .. permanece para
Psa 33:11 el consejo de Jehová permanecerá para
Psa 55:19 el que permanece desde la antigüedad
Psa 102:26 ellos perecerán, mas tú permanecerás
Pro 10:25 mas el justo permanece para siempre
Pro 12:7 la casa de los justos permanecerá firme
Pro 12:19 labio veraz permanecerá para siempre
Ecc 1:4 viene; mas la tierra siempre permanece
Isa 7:9 no creyereis, de cierto no permaneceréis
Isa 40:8 la palabra del Dios nuestro permanece
Isa 46:10 mi consejo permanecerá, y haré todo lo
Jer 44:28 la palabra de quién ha de permanecer
Lam 5:19 tú, Jehová, permanecerás para siempre
Eze 3:15 permanecí siete días atónito entre ellos
Dan 6:26 él es el Dios viviente y permanece por
Mat 12:25 toda .. casa dividida .. no permanecerá
Mar 3:24 dividido .. reino no puede permanecer
Joh 6:27 la comida que a vida eterna permanece
Joh 6:56 el que come mi carne .. en mí permanece
Joh 8:31 vosotros permaneciereis en mi palabra
Joh 15:4 permaneced en mí, y yo en vosotros
Joh 15:7 permanecéis .. y mis palabras permanecen
Joh 15:9 yo os he amado; permaneced en mi amor
Act 14:22 a que permaneciesen en la fe, y
Act 27:31 si éstos no permanecen en la nave .. no
Rom 11:22 bondad .. si permaneces en esa bondad
1Co 3:14 si permaneciere la obra de alguno que
1Co 13:13 ahora permanecen la fe, la .. y el amor
Phi 1:25 que quedaré, que aún permaneceré
Col 1:23 si en verdad permanecéis fundados
1Ti 4:15 ocúpate en estas cosas; permanece en
Heb 1:11 ellos perecerán, más tú permaneces; y
Heb 7:24 éste, por cuanto permanece para siempre
Heb 13:1 permanezca el amor fraternal
1Pe 1:25 mas la palabra del Señor permanece para
2Pe 3:4 permanecen así como desde .. la creación
1Jo 2:6 el que dice que permanece en él, debe
1Jo 2:14 la palabra de Dios permanece en vosotros
1Jo 2:17 el que hace la voluntad de .. permanece
1Jo 2:19 si hubiesen sido de .. habrían permanecido
1Jo 2:24 permaneceréis en el Hijo y en el Padre
1Jo 2:28 y ahora, hijitos, permaneced en él, para
1Jo 3:6 todo aquel que permanece en él, no peca
1Jo 3:24 en esto sabemos que él permanece en
1Jo 4:12 Dios permanece en nosotros, y su amor
1Jo 4:16 el que permanece en amor, p en Dios
2Jo 1:2 a causa de la verdad que permanece en
luí†n (ºWl , 3885), «permanecer, hospedarse, pernoctar, esperar». Se encuentra en antiguo ugarítico y continúa hasta hoy en hebreo bíblico y moderno. El término hebreo actual para «hotel» se deriva de este vocablo. Luí†n se usa aproximadamente 60 veces en el Antiguo Testamento hebreo. Se encuentra por primera vez en Gen 19:2 (rva) donde se usa dos veces: «He aquí, señores míos, venid, por favor, a la casa de vuestro siervo; pasad la noche †¦ Pero ellos respondieron: No, sino que pasaremos la noche en la calle». Aunque generalmente se usa con referencia a seres humanos que pernoctan, luí†n se usa a veces en relación a los animales, como el toro salvaje (Job 39:9 rva; «búfalo» rvr, nrv, lba; «unicornio» rv), «pelícano» y «erizo» (Zep 2:14). El vocablo no implica necesariamente pasar la noche durmiendo; puede indicar apenas permanencia en un solo lugar durante la noche: «No quedará el sebo de mi ofrenda hasta la mañana» (Exo 23:18 rva). En forma parecida, el uso metafórico del término a menudo tiene la idea de «morar, permanecer, quedar»: «Aunque en verdad yo haya errado, mi error queda conmigo» (Job 19:4 lba); «Moraba en ella la rectitud» (Isa 1:21 lba); «Su alma reposará en bienestar» (Psa 25:13); «vivirã lleno de reposo el hombre» (Pro 19:23 rvr; «duerme satisfecho» nbe, cf. lba).
Fuente: Diccionario Vine Antiguo Testamento
Israel, siempre en movimiento, nómada y luego exilado, no ha experimentado nunca verdaderamente lo que es «permanecer». Ni siquiera dispone de una palabra que exprese exactamente esta idea. Se ve obligado a describir meramente lo que ve: a un hombre sentado (Gén 25,27), al vencedor de pie, único superviviente de una batalla (Jos 7,12), o también las . tiendas plantadas habitualmente en los mismos pastos (Gén 16,12; 25,18). Hay que aguardar los equivalentes griegos para lograr nuestras imágenes familiares de casa, estabilidad, permanencia.
Y, sin embargo, este pueblo, siempre en marcha, sueña con *reposar de las fatigas del *desierto : querría instalarse y vivir en paz en la *tierra que le ha prometido Dios (cf. Gén 49,9.15; Dt 33,12.20). Al atardecer de cada grande etapa de su historia piensa Israel plantar sus tiendas para una «morada segura» (Dt 12,8ss). Y ala mañana de las nuevas partidas cobra alientos escuchando a los profetas que le anuncian un lugar en el que echará raíces (Am 9,15), una tienda que ya no se arrancará (Is 33, 20), o incluso una *casa estable y una ciudad bien fundada (2Sa 7,9ss; cf. Is 54,2). Pero siempre Yahveh, su *pastor, «destruye sus moradas» (cf. Am 5,15; Jer 12,14) para castigarlo y volverlo al desierto o, por el contrario, para dirigirlo hacia mejores pastos (Sal 23; Jer 50,19; Ez 34,23-31). Así permanecer es un ideal esperado siempre, pero no alcanzado nunca, que no hallará su realización sino en Dios.
1. LO QUE PASA Y LO QUE PERMANECE.
1. «Pasa la figura de este mundo» (ICor 7,31; 2Cor 4,18). El hombre, eterno viajero, no puede permanecer en la tierra, no dura: como toda *carne, semejante a la hierba, su vida es corta, el hombre se marchita y muere (Is 40,8; Job 14,2). El mundo en que vive parece por lo menos más estable (2Pe 3,4), la tierra está sólidamente asentada sobre sus bases (Sal 104,5), y Dios garantizó a Noé la regularidad de las leyes de la naturaleza (Gén 8,22). Pero esta promesa vale únicamente «mientras dure la tierra», pues «los cielos se conmoverán» (Heb 12,26s); y Cristo previno ya a los suyos: «el *cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán» (Mt 24,35 p).
La misma alianza del Sinaí, si bien fundada en la ley y en las palabras de Dios, se demostró caduca: los hebreos, infieles a Yahveh, desobedientes a su ley, no pudieron permanecer en la tierra prometida (Dt 8, 19s; 28,30.36). En una palabra, no «permanecieron en la alianza» (Heb 8,913).
Por lo demás, ésta no era sino una *figura pasajera de la nueva alianza (Jer 31,31; Mt 26,28 p; Gál 4,21-31).
Incluso entre las realidades de esta nueva economía algunas pasarán, como los *carismas de *profecía y de ciencia o el don de *lenguas; pero «la fe, la esperanza y la caridad permanecerán las tres» (lCor 13, 8-13).
Así, este mundo no es una «ciudad permanente» : hay que salir de él (Heb 13,13s); el cristiano mismo sabe que «su morada terrena» no es sino «tienda» que habrá de evacuar para ir a domiciliarse cerca del Señor (2Cor 5,1-8).
2. Sólo Dios permanece, Dios, que es, que era y que viene (Ap 4,8; 11,17), «él es el Dios vivo, él perdura para siempre» (Dan 6,27; Sal 102, 27s). Sentado en los cielos inaccesibles, morada santa y eterna, se ríe de las amenazas (Sal 2,4; 9,8; Is 57, 15). El es la *roca estable, sobre la que hay que apoyarse. Su *palabra (Is 40,8; lPe 1,23ss), su *designio (Is 14,24), su *promesa (Rom 4,16), su *realeza (Dan 4,31), su *justicia (Sal 111,3), su *amor (Sal 136) permanecen para siempre. El es quien da solidez a todo lo que en la tierra posee alguna estabilidad en el orden físico como en el orden moral (Sal 119, 89ss; 112,3.6).
Así el justo es como un árbol plantado, que se mantiene en pie el día del juicio (Sal 1,3ss), o como el hombre que, fiándose de las palabras de Cristo, fundó su casa sobre la piedra (Mt 7,249 p). En efecto, el hombre, para subsistir, debe apoyarse en la solidez de Dios, es decir, creer (Is 7,9) y perseverar en la *fe (Jn 8,31; 15,5ss; 2Tim 3,14; 2Jn 9) en aquel que es «el mismo ayer, hoy y para siempre» (Heb 13,8).
II. Dios HABITA EN NOSOTROS Y NOSOTROS EN EL. 1. Gracias a su *presencia, permite Dios a los hombres permanecer. Se ha construido en Sión un *templo, en el que reside su *nombre y que está lleno de su gloria (Dt 12,5-14; IRe 8,11; Mt 23, 21). Por lo demás, esta morada es provisional; será, en efecto, profanada por el pecado: entonces la gloria de Yahveh la abandonará y el pueblo será conducido al *exilio (Ez 8, 1-11,12).
2. Ahora bien, «el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros» (Jn 1,14). El Emmanuel (Mt 1,23; Is 7, 14), cuyo reino no tendrá fin (Le 1, 33), debe «permanecer siempre» (Jn 12,34), porque el Padre permanece en él y él está en el Padre (14,10). Y sin embargo, debe cesar su presencia sensible; debe abandonar a los suyos (13,33), pues debe preparar para ellos las numerosas moradas de la casa de su Padre (14,2s).
3. Para que se nos dé el *Espíritu Santo y permanezca en nosotros (Jn 14,17) era necesario el retorno de Cristo a su Padre (16,7). El cristiano, habiendo así recibido la *unción de Cristo (IJn 2,27s), permanece en él si «come su *carne» (Jn 6,27-56), si vive como él vivió (lin 2,6), en su amor (Jn 15,9), sin pecar (Un 3,6) y guardando su palabra (Jn 14,15-23; Un 3,24). Por el hecho mismo, el Padre, como Cristo y el Espíritu, permanecen en él (Jn 14,23). Una unión tan íntima y tan fecunda como la de los sarmientos y la *viña se crea entre Dios y el cristiano (Jn 15, 4-7); esta unión le permite permanecer, es decir, producir *fruto (15, 16) y vivir eternamente (Jn 6,56ss).
De esta manera Cristo, «en quien habita toda la *plenitud de la divinidad» (Col 1,19; 2.9) inaugura el reino que subsiste pala siempre (Heb 12.27s) y construye la ciudad sólida (Heb 11.10), cuyo único fundamento es él mismo (Is 28.16; ICor 3.11: l Pe 2,4).
-> Arca – Cielo – Desierto – Casa – Nube – Presencia de Dios – Reposo – Templo.
LEON-DUFOUR, Xavier, Vocabulario de Teología Bíblica, Herder, Barcelona, 2001
Fuente: Vocabulario de las Epístolas Paulinas