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Forma alterada de hablar en la que hay descoordinación entre lo que se perfila en la mente y lo que se expresa en la voz. Las paralalias pueden ser de varios tipos: – articulatorias, cuando se pronuncia mal por falta de madurez y se corrigen con el tiempo; – sensoriorreceptoras, si proceden de mala audición; – fónicomotrices, si son debidas a malformaciones en los órganos; – o pueden ser cerebrales, cuando son originadas en alteraciones profundas y estables del sistema nervioso, caso frecuente en paralíticos cerebrales o en deficientes mentales funcionales.
Estas modalidades son más o menos patológicas y permanentes. Aunque hay a veces modos de habla aparentemente paralálicas que son alteraciones ocasionales y transitorias bajos traumas emotivos, por efecto de tóxicos y distorsiones provocadas o bajo efectos hipnóticos que alteran la comunicación.
En cada caso, la terapia es diferente y en todo caso, de ser persistente, el diagnóstico clínico por neurólogo competente es conveniente y, en lo casos graves, obligado, sobre todo en la infancia.
En los movimientos pentecostalistas y espiritistas se identifican las formas paralálicas, que acontecen a veces bajo estados neurológicos alterados, con el «don de lenguas», no faltando «interpretes», aparentemente iluminados, que simulan descifrar lo que hay de mensaje.
Se debe evitar el autoengaño y nunca explicar por motivaciones sobrenaturales lo que es simple trastorno natural. Es evidente que para ello se requiere tacto, ciertos conocimientos biológicos y neurológicos en este terreno y sobre todo sinceridad y objetividad de criterio, a fin de que se discierna con claridad el origen de cada fenómeno.
Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006
Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa