ORNAMENTOS

ver VESTIDO

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

Véase ADORNOS.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

Desde tiempos paleolíticos los ornamentos se han usado por el hombre para adornar los objetos que lo rodean en su vida diaria. Cuando la intención es legítima, la habilidad del artesano es algo que agrada a Dios, y, en rigor de verdad, en la construcción del tabernáculo Bezaleel fue llenado del Espíritu (rûaḥ) de Dios (Ex. 31.1–5), como lo fueron también aquellos que debían confeccionar las vestiduras del sumo sacerdote (Ex. 28.3).

Los descubrimientos arqueológicos han revelado que en los tiempos bíblicos el entallado en madera y marfil se hacía con mucha pericia; los tejidos y los bordados alcanzaron un grado sumo de perfección; y las técnicas empleadas en trabajos de fina calidad en metales eran muy conocidas (* Artes y oficios). Se pueden distinguir tres divisiones principales de objetos ornamentados.

I. Personales

No existen pruebas de la práctica del tatuaje ornamental en el antiguo Cercano Oriente, pero a menudo la ropa se decoraba profusamente, y el uso de joyas era costumbre muy generalizada. Aunque fuera de Egipto se han encontrado muy pocos ejemplos de la industria textil, los bajos relieves y las pinturas murales asirias y persas en Mari, a orillas del Éufrates, ofrecen, a veces en forma sumamente detallada, representaciones de vestidos con finos bordados. Las pinturas en las tumbas egp., del mismo modo, muestran vestidos con muchos detalles, y en una tumba en Beni-hasán un grupo de nómades asiáticos con vestidos de colores muy brillantes (véase IBA, fig(s). 25) da una idea de la clase de ropa ornamentada utilizada, quizás, por los patriarcas (* Vestido).

Muchos ejemplos de joyería (* Alhajas y piedras preciosas) se han encontrado en las excavaciones, entre los que destacan los de las “tumbas reales” de *Ur.

Distintos términos que se refieren a objetos para el ornamento personal se traducen “ornamento”, pero su significado exacto es, en muchos casos, incierto, y las vss. cast. se valen de diversos términos en muchos de ellos. Entre ellos se encuentran los siguientes: 1. halı̂ (Pr. 25.12), quizás de una raíz semítica ḥlh, ‘adornar’; °vrv2 “joyel”, °vp “collar”. Esta palabra también aparece en Cnt. 7.1, donde °vrv2 la traduce “joya”. 2. liwyâ (Pr. 1.9; Pr. 4.9; lit. “cosa torcida’); °vrv2 traduce “collar” y “corona”, respectivamente (°vrv3 “corona” en el segundo caso, para el cual cf. tamb. vv). 3. ˓aḏı̂ (Ex. 33.4–6; 2 S. 1.24; Is. 49.18; Jer. 2.32; 4.30; Ez. 7.20; 16.7, 11; 23.40), derivado de ˓āḏâ, ‘ornamentar’, ‘ataviarse’; °vrv2 “atavíos”, “ornamentos”, “vestidura”. 4. pe˒ēr (Is. 61:10), de pā˒ar en el Pi˓el, con el significado de “hermosear”; °vrv2 “ataviar”, °vrv3 “poner diadema”. 5. ṣ˓āḏâ (Is. 3.20), de etimología desconocida. Probablemente signifique “brazal”; °vrv2 “atavíos de las piernas”, °vrv3 “cadenillas de los tobillos”, etc. 6. ˒eḵes (Is. 3.18), quizás conectado con el ár. ˒ikāsu, ‘maniatar (camellos)’, de ˓akasa, ‘invertir, atar hacia atrás’, de donde °vrv2 “calzado”, fmn “hebillas de pies”. La raíz figura como verbo en Is. 3.16, donde se traduce “haciendo son”.

Aunque en ocasiones tales como casamientos la colocación de ornamentos y joyas se considera correcto y admisible (Is. 61.10), el uso excesivo de adornos personales se condena severamente (Is. 3.18–23; 1 Ti. 2.9). En Is. 3 encontramos un catálogo de distintas clases de ornamentos que se traducen de diferentes maneras en diversas traducciones. Algunas son hapaxlegómenos, por lo que poco se puede agregar a la interpretación de las versiones modernas. “Pendiente” (šērâ) del vv. 19 sería más bien “brazalete” (°vp), con apoyo del probable cognado ac. šemêru (šewêru) con dicho significado. Del mismo modo, en el vv. 21, “anillo” (tabba˓aṯ) tiene el agoyo del ac. ṭimu˒u, ṭimbûtu, ‘anillo con sello’ (* Sello). Las traducciones que se consideran más actualizadas en los vv. 20 y 22 son: *“amuleto” (°vp) en lugar de “zarcillo” (°vrv2) para laḥaš; “chal” (°vp) en lugar de “velo” (°vrv2) para miṭpaḥaṯ; y “bolsa”, “bolso” (°vrv2, °vp, respectivamente) para ḥārı̂ṭ, y no “mantilla” (°vrv3), “alfiler” (°vrv1), “encrespador” de cabello (av).

Entre otros artículos de adorno personal existían: 1. ḥāḥ, generalmente un gancho o argolla para tener agarrado a un hombre (2 R. 19.28) o un animal (Ex. 29.4) cautivo, pero en Ex. 35.22 un adorno (°vrv2 “cadena”, °vp “prendedor”);

2. śaharôn, probablemente un objeto en forma de media luna que se les ponía a los camellos (Jue. 8.21; °vrv2 “adorno de luneta”, °vp “adorno”); también los llevaban los seres humanos (Jue. 8.26; Is. 3.18, °vrv2 “luneta”); y muchas clases distintas de cadenas ornamentales, tales como 3. rāḇı̂ḏ, probablemente collar retorcido (Gn. 41.42; Ez. 16.11); 4. ˓anāq, modelo más trabajado en alambre trenzado que podía tener adornos colgantes (Jue. 8.26; Pr. 1.9; Cnt. 4.9); 5. šarše, probablemente una cadena más flexible con eslabones (Ex. 28.14, 22; 39.15; 1 R. 7.17; 2 Cr. 3.5, 16); 6. ḥārûz, collar de cuentas enhebradas en un hilo (Cnt. 1.10; °vp “collar de perlas”). Otro tipo de adorno, mencionado en 1 Mac. 10.89; 11.58; 14.44, es la “fíbula” (°bj; gr. porpē, “alfiler de hebilla”, “prendedor de hebilla”).

Un caso especial de ornamento personal es el que ostentan las vestiduras del sumo sacerdote (* Vestido). La túnica de lino era de un tejido ornamental (Ex. 28.39, °emn, °vm), el efod y el cinto eran decorativos (Ex. 28.6, 8), y toda la orla del manto del efod tenía en forma alternada campanillas y granadas (Ex. 28.31–35). Además de estos el pectoral (véase * Pectoral del sumo sacerdote) contenía elementos ornamentales.

Los antiguos hebreos, como sus vecinos, probablemente llevaban *amuletos y *sellos personales a modo de adornos.

En Ex. 13.16 y Dt. 6.8; 11.18 la palabra “memorial” (ṭôṭāfôṯ) podría referirse a algún ornamento para la cabeza. Se ha sugerido una conexión con el ac. ṭaṭāpu, “rodear”, aunque esto sigue siendo dudoso.

II. Objetos movibles

Desde tiempos muy antiguos la decoración pintada o tallada se usaba en *cerámica, y aunque en épocas históricas la abundancia de otras posesiones dio como resultado la ausencia de decoración, ciertos tipos tales como el micénico y el denominado “filisteo” son fácilmente distinguibles y aportan criterios útiles para el fechamiento en arqueología. La *arqueologia ha demostrado que las herramientas y las armas tenían, en determinados casos, decoraciones apropiadas, pero el tipa de objeto pequeño que a menudo ostentaba la más complicada y delicada ornamentación era el relacionado con los artículos cosméticos. Cajas, potes para ungüentos, paletas para mezclar pigmentos, y mangos de espejos de hueso o marfil, primorosamente entallados, se han hallado en excavaciones en Siria, Palestina, Mesopotamia y Egipto. A veces se ornamentaban ricamente los muebles, especialmente en los palacios reales, empleando paneles de marfil tallados (cf. 1 R. 10.18; 2 Cr. 9.17; Am. 6.14 y * Marfil). Las lajas de piedra para pavimentos, labradas imitando las alfombras de los palacios reales asirios demuestran que se usaban alfombras ornamentales. En los bajos relieves de los palacios asirios se ilustran arneses de caballos primotosamente ornamentados, y evidentemente también se decoraban los arneses de los camellos (Jue. 8.21, 26).

El *tabernáculo y su contenido eran ornamentados, bajo la hábil dirección de *Bezaleel, con mano de obra experta. Esta era, también, práctica pagana, como queda demostrado por el descubrimiento de muebles de los templos de Meguido, Bet-sán” y otros lugares, donde los pedestales para el incienso y las ofrendas tienen decoración con pájaros, animales, serpientes (símbolo de fertilidad), y figuras humanas. Estos eran los adornos comunes de los cultos paganos de los vecinos de los israelitas, y a menudo los adornos más trabajados se reservaban para los ataúdes. De Fenicia y Egipto se conocen sarcófagos de piedra labrada de gran calidad, y los descubrimientos en las “tumbas reales” de *Ur y en la tumba de Tutankamón muestran la gran variedad de riquezas ornamentales que acompañaban a los muertos al sepulcro.

III. Arquitectónicos

En la antigüedad los edificios, en especial los palacios, se decoraban tanto interiormente como exteriormente, Las paredes interiores de las habitaciones importantes en los palacios de los reyes asirios en Nínive y Jorsabad tenían adornos con bajos relieves entallados, y los portales estaban guarnecidos con grandes bestias compuestas (IBA, fig(s). 44). Es probable que en la antigüedad estos bajos relieves hayan sido de colores, pretendidamente murales; se han descubierto ejemplos del período asirio en Til Barsip. En el palacio de Mari de principios del 2º milenio se encontraron restos de varias pinturas murales que sugieren que no se han descubierto más decoraciones de esta índole por la naturaleza deteriorable de las mismas.

En Egipto, aunque las más renombradas pinturas murales se encuentran en las tumbas cortadas en roca, se han excavado algunos palacios con murales en Malkata (Amenofis III) y el-Amarna (Amenofis IV). Los grandes templos en Karnak y Luxor tenían decoración con murales tallados y pintados, e inscripciones en jeroglíficos, en los que los jeroglíficos constituían elementos ornamentales. El *marfil se utilizaba, probablemente, no sólo para decorar los muebles sino también para aplicar a ciertas partes adecuadas de las habitaciones importantes, como lo sugieren los depósitos de marfiles tallados descubiertos en Nimrud, Arslán Tash, Meguido, y Samaria (cf. 1 R. 22.39; Sal. 45.8; Am 3.15).

La decoración exterior, mientras que en los primeros tiempos podía consistir en muros revestidos, o en Asiria en animales guardianes en los portales, alcanzó en la Babilonia de Nabucodonosor un nivel suntuoso, donde las excavaciones han puesto de manifiesto grandes fachadas de ladrillos vidriados coloreados, con animales y rosetas a intervalos.

En las postrimerías del 1º milenio a.C. los persas contrataron artesanos de todas partes del Medio Oriente para edificar y decorar la gran ciudad ceremonial de Persépolis, empleando, incluso, hombres de lugares tan distantes como el Egeo. La influencia del Egeo ya se había hecho sentir en el 2º milenio (Alalak, Ugarit), y es probable que el término kaftôr en Ex. 25.31–36; 37.17–22; Am. 9.1; Sof. 2.14 se refiera a algún rasgo arquitectónico decorativo, tal vez un capitel de columna, derivado de Creta o del Egeo (* Caftor).

Existen razones para creer que bajo la monarquia los reyes y los pudientes siguieron las costumbres de los pueblos vecinos, particularmente los fenicios, en la decoración de sus palacios y casas.

Bibliografía. G. E. Wright, Arqueología bíblica, 1975, pp. 202–205; 273–280; W. F. Albright, Arqueología de Palestina, 1962, pp. 207ss; M. Noth, El mundo del Antiguo Testamento, 1976, pp. 176ss.

No hay obras que abarquen todo este tema. Se encontrará material pertinente en forma incidental en C. Singer, E. Holmyard y A. Hall, A History of Theology, 1, 1954, esp. pp. 413–447, 623–703, y pass. en H. Frankfort, The Art and Architecture of the Ancient Orient, 1954; W. S. Smith, The Art and Architecture of Ancient Egypt, 1958; y para Palestina, A. G. Barrois, Manuel d´Archéologie Biblique, 1–2, 1939–53; Y. Shiloh, PEQ 109, 1977, pp. 39–42 (capital “protoeólica”; K. R. Maxwell-Hyslop, Western Asiatic Jewellery, 1971.

T.C.M.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico

Vestimentas sagradas para el oficio divino. Deben estar confeccionadas en seda. De dimensiones (no reglamentadas por la Sede Santa) proporcionadas a la talla. Son en el rito latino: amito, alba, cordón, túnica y manípulo (subdiácono); la dalmática y la estola, (diácono); manípulo, estola, casulla (sacerdote); para todos la capa. En el rito griego (para los ministros): amito, alba, cinto, alba, estola no cruzada, puños, casulla. Y para los obipos: hypogonación, dalmática reservada a ellos, homoforión, cruz episcopal, mitra, báculo.

Conservación y limpieza: extenderlas cuidadosamente, sustraerla al povo, limpiar las manchas de la cera de los cirios (colocar encima un secante limpio, y se pasa la plancha sobre el secante, que absorberá más las manchas).Para las manchas de óxido, lavarlas con una solución al 1/20o de protocloruro de estaño ácido en un litro de agua, frotar con el cepillo y enjuagar con cuidado

Traducido del francés por José Gálvez Krüger
Tomado del Dictionnaire de Culture Religieuse et catéchistique
Del Canónico L. E. Marcel.
Editiones Servir
Edición de 1949

Fuente: Enciclopedia Católica