ORDENACION

Esta palabra no aparece en la Biblia, pero sí­ se menciona el verbo griego queirotoneo, que significa nombrar, designar, constituir (†œY constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habí­an creí­do† [Hch 14:23]). Tito †œfue designado por las iglesias† de Macedonia para llevar un donativo a Jerusalén (2Co 8:19). Desarrollos posteriores en la historia de la Iglesia producen una ceremonia en la cual se inviste a una persona con un cargo, función o ministerio. A eso se le llama o.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

Véanse ANCIANO, APí“STOL, MINISTERIO, OBISPO, TIMOTEO, VOCACIí“N.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

1. diatage (diataghv, 1296), ordenación. Se traduce así­ en la RV en Rom 13:2 (RVR: «lo establecido»). Véanse bajo DISPONER, B y ESTABLECIDO bajo ESTABLECER, B. 2. epitage (ejpitaghv, 2003), véase MANDAMIENTO, A, Nº 4. Se traduce «ordenación» en la RV en 1Ti 1:1 (RVR: «mandato»). 3. ktisis (ktivsi», 2937), véase , Nº 2. Se traduce «ordenación» en 1Pe 2:13 (RV; RVR: «institución»); véase también INSTITUCIí“N.

Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento

Considerando el papel que ha desempeñado el ministerio a través de la historia de la iglesia, las referencias a la ordenación son sorprendentemente escasas en el NT. Más todavía, la palabra “ordenación” no aparece, y el verbo “ordenar”, en el sentido técnico, tampoco aparece. Las veces que aparece el verbo “ordenar” en °vrv1 tiene, en todos los casos, el sentido de “designar”, etc. Por ejemplo, jeirotoneō se usa para la constitución (°vm mg “ordenar”) de ancianos en ciertas iglesias gálatas (Hch. 14.23), pero antes de pensar que esto significa “ordenación” como lo entendemos nosotros debemos notar su uso en pasajes tales como 2 Co. 8.19, donde se refiere al hermano que fue “designado por las iglesias como compañero de nuestra peregrinación …” (°vrv2).

Los Doce fueron elegidos por Cristo para estar muy cerca de él y para ser enviados a predicar (Mr. 3.14). Pero no hay mención alguna de una ceremonia de ordenación. Marcos dice que Jesús “estableció (poieō)”, y Lucas que los escogió (eklegō)” (Mr. 3.14; Lc. 6.13). Se trataba de una ocasión muy solemne (Lucas nos dice que Jesús oró toda la noche antes de hacer la selección). Pero no se menciona ninguna “ordenación”. Juan dice que el Señor resucitado sopló, y dijo: “Recibid el Espíritu Santo” (Jn. 20.22); pero resulta difícil ver en esto una ceremonia de ordenación. Probablemente resulte significativo el que cuando Matías ocupó el lugar de Judas tampoco hubo mención de ordenación. Echaron suertes, y cuando se supo que había sido elegido Matías simplemente fue contado” con los demás (Hch. 1.26). De forma semejante, los profetas y otros servidores del evangelio son llamados directamente por Dios, aun cuando en algunos casos se especifica que lo son “para la obra del ministerio” (Ef. 4.12; aquí la palabra “ministerio” se usa, desde luego, para el servicio en sentido amplio).

Lucas relata la designación de los Siete (Hch. 6), y con frecuencia se entiende esto como la institución del diaconado. Es posible que lo sea, pero está lejos de ser seguro. Algunos piensan que se trata del presbiterio, mientras que otros niegan que se trate de la ordenación para una función eclesiástica. Piensan que Lucas está describiendo nada más que una medida temporaria para hacer frente a una situación difícil. Si se acepta el punto de vista tradicional, entonces lo esencial en cuanto a la ordenación es la imposición de las manos con oración. Pero en razón de la incertidumbre, y del extendido uso de la imposición de manos en la antigüedad, no es posible apoyarse mucho en este pasaje. Tampoco ayuda grandemente el saber acerca de la designación de ancianos en las iglesias de Galacia (Hch. 14.23), porque, si bien podemos estar relativamente seguros de que fueron ordenados de alguna forma, no se nos dice nada acerca de la forma en que se llevó a cabo dicha ordenación, ni lo que ello significaba.

La información más importante la obtenemos de las epístolas pastorales. Pablo aconseja así a Timoteo: “No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio” (1 Ti. 4.14). Este pasaje nos ofrece tres elementos de información concernientes a la ordenación de Timoteo.

Primero, significaba que se le otorgaba un jarisma, el *don espiritual necesario para la obra del ministerio. Segundo, este don le vino “mediante (día) profecía. Tercero, le vino con (meta) la imposición de las manos de los ancianos. Lo esencial en la ordenación es el don divino. No hay nada que pueda remplazar a esto. Pero hay también un acto exterior, la imposición de las manos. Es posible que Pablo se esté refiriendo al mismo rito cuando habla de su propia imposición de las manos a Timoteo (2 Ti. 1.6), aunque no se debe pasar por alto la posibilidad de que se esté ante algún otro rito en este caso, tal vez algo más parecido a la confirmación anglicana (o católica) que a la ordenación. Quizá podríamos hacer un juicio más acertado si supiéramos cuándo se llevó a cabo este acto, ya sea al comienzo de la asociación de Pablo con Timoteo, o poco antes de la confección de la carta. Si, con la mayoría de los comentaristas, suponemos que se refiere a la ordenación, el significado será que Pablo se unió a los ancianos en la *imposición de las manos, lo cual de cualquier modo sería probable antecedentemente. Es probable que tengamos aquí otra referencia a la misma ordenación en las palabras acerca de “las profecías que se hicieron antes en cuanto a ti” (1 Ti. 1.18).

La ordenación es siempre un asunto solemne, puede ser que las palabras “no impongas con ligereza las manos a ninguno” (1 Ti. 5.22) tengan el sentido de destacar este hecho. Pero en vista del contexto quizá sea más probable que se refieran a la recepción de penitentes que vuelven al redil.

Todo esto proporciona una cosecha bastante magra, lo cual resulta tanto más desalentador, puesto que las epístolas pastorales nos muestran cuán importante era el *ministerio, especialmente en cuanto a las funciones del presbítero y el diácono. Tito, por ejemplo, recibe instrucciones para “establecer (kathistēmi) ancianos en cada ciudad” (Tit. 1.5), y se presta mucha atención a los requisitos que deben llenar los ministros. Es posible sugerir que los creyentes adoptaron la ordenación de ancianos de la institución similar en el judaísmo, pero esto no nos lleva muy lejos. Todo lo que podemos decir con seguridad es que lo importante para el ministerio es el don divino, y que el rito esencial en los tiempos primitivos parecer haber sido el de la imposición de las manos con oración (* Dones espirituales).

Bibliografía. M. Nicolau, Ministerio y carisma, 1975; L. Rubio, R. Chamoso, D. Barobid, Los ministerios en la Iglesia, 1985; J. Delorme, El ministerio y los ministerios según el Nuevo Testamento, 1975.

L.M.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico