NUMEROS, LIBRO DE

El cuarto libro del Pentateuco, llamado por los judí­os En el Desierto, por la primera palabra importante del libro. El tí­tulo hebreo es mucho más significativo que el español, porque el libro recoge el relato de la travesí­a por el desierto luego de la llegada al Sinaí­ (éxodo 19) y registra el viaje en el estilo de los beduinos que Israel realizara en su deambular por 40 años.

El tí­tulo Números nos llega de la traducción gr. Tanto al comienzo (Num 1:2-46) y cerca del final (Num 26:2-51) se da el número de los israelitas: algo más de 600.000 varones de 20 años de edad o más. Este era el número de las fuerzas de combate, mencionadas dos veces porque en dos oportunidades el ejército fue convocado a la batalla: primero en el frustrado intento de invadir la tierra desde Cades-barnea, y luego al final de los 40 años en el desierto, a un paso de iniciar la conquista de Canaán.

El bloque que llega hasta Num 10:11 de Números proporciona legislación adicional y la organización de la multitud. De Num 10:11 a 12:16 se registra la marcha desde Sinaí­ hasta Cades-barnea. Luego viene el desastre en Cades, registrado en los caps. 13 y 14. Los tres lí­deres en esta oportunidad —Josué y Caleb, los espí­as que creyeron, y Moisés el intercesor— quedan por siempre recordados como entre los grandes hombres de Dios. Los caps. 15 a 21:11 registran las repetidas infidelidades del pueblo.

Al parecer, durante gran parte de los 40 años (Amo 5:25; Jos 5:2 ss.), el pueblo se alejó de Dios, y hasta es posible que por momentos haya faltado su unidad nacional.

De Num 21:11 en adelante se encuentran los relatos de la conquista del otro lado del Jordán y los preparativos para pasar a ocupar la tierra. Sejón y Og, en el territorio del norte fueron conquistados en ágiles maniobras detalladas de manera más extensa en Deuteronomio. Luego Números describe la muy interesante actividad de Balaam el profeta mercenario, a quien de manera sobrenatural se le impidió maldecir a Israel (caps. 22—24). La sección final incluye la instalación de Josué (cap. 27), el resumen de los viajes (cap. 33) y la provisión de ciudades de refugio (cap. 35).

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

Cuarto libro del †¢Pentateuco. En hebreo el tí­tulo es Bemidbar, que significa †œen el desierto†. El nombre de N. le fue puesto por los traductores de la †¢Septuaginta, en razón de los censos que se mencionan en esta obra. De la Septuaginta pasó a la Vulgata con el tí­tulo de †œLiber Numeri† o †œL. de los N.†

Autor y fecha. El libro se atribuye a Moisés (Deu 31:9, Deu 31:24), lo cual define también la época en que fue escrito ( †¢Pentateuco).
. Esta obra contiene una serie de narraciones de eventos acontecidos a los israelitas al peregrinar por el desierto. Mientras que en †¢éxodo encontramos los detalles para la construcción del †¢tabernáculo, y en †¢Leví­tico para la consagración de los que trabajarí­an en él, el énfasis de N. es el tabernáculo en movimiento y su interrelación del pueblo con él.

Primera parte. Los preparativos en Sinaí­. El libro comienza con un censo, ordenado por Dios, para que Israel supiera cuántos hombres podí­an †œsalir a la guerra† (Num 1:1-54). Dios establece el orden de marcha que se ejecutará (Num 2:1-34). Se ordena la forma en que se transportará el †¢tabernáculo por los levitas (Num 3:1-51; Num 4:1-49).
ratifican las instrucciones sobre la forma de expiar los pecados por medio de sacrificios. Se establece el juicio de †¢aguas amargas para el caso de †¢celos. Se regulan los votos del †¢nazareato y la llamada †œbendición sacerdotal† (†œJehová te bendiga y te guarde; Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti…† (Num 5:1-31; Num 6:1-27).
sigue el registro de las ofrendas de †œlos prí­ncipes de Israel … para la dedicación del altar†, cuyo detalle llena el capí­tulo más largo del Pentateuco (Num 7:1-89). Los levitas fueron consagrados †œconforme a todas las cosas que mandó Jehová a Moisés† (Num 8:1-26). Se ratifican las ordenanzas sobre la Pascua (Num 9:1-14).
erige el †¢tabernáculo. Aparece la nube de Dios sobre él (Num 9:15-23). Se confeccionan las trompetas para anunciar las marchas y dar la alarma (Num 10:1-10). La nube se levanta y señala el camino. El pueblo parte en el orden establecido (Num 10:11-36).

Segunda parte. De Sinaí­ a Cades. En †¢Tabera, el pueblo se queja del maná. Dios manda un fuego consumidor. Moisés intercede y Dios perdona. Se establece que †œsetenta varones de los ancianos de Israel† llevarán con Moisés †œla carga del pueblo†. éstos profetizan. Dios enví­a codornices para el pueblo, pero también una plaga como castigo (Num 11:1-35).

†œMarí­a y Aarón hablaron contra Moisés†. Marí­a es castigada con una lepra y luego curada (Num 12:1-16). Dios ordena que se enví­en hombres †œpara que reconozcan la tierra de Canaán†. Son elegidos doce y enviados †œdesde el desierto de Parán†. Su reporte es negativo, con excepción de Josué y Caleb (Num 13:1-33). El pueblo se lamenta y no atiende a los consejos de éstos. Dios se enoja con el pueblo y decide que no entrarán en la tierra los que actuaban con tanta incredulidad. Los diez espí­as que reportaron mal mueren. El pueblo se arrepiente y decide ir a la tierra, pero son rechazados por los amalecitas y los cananeos (Num 14:1-45). Se ratifican leyes sobre los holocaustos y ofrendas (Num 15:1-41).
produce otra rebelión, esta vez encabezada por †¢Coré, †¢Datán y †¢Abiram. La tierra les traga a ellos y sus familias. Los incensarios usados por los doscientos cincuenta hombres que usurparon la función leví­tica se convierten en †œplanchas batidas para cubrir el altar†. De nuevo una plaga consume en el pueblo, pero Moisés y Aarón interceden †œy cesó la mortandad† (Num 16:1-50). Se ratifica el liderazgo del sacerdocio aarónico al florecer la vara de Aarón (Num 17:1-13) y se habla de las ofrendas que le corresponderán (Num 18:1-32). Se establecen estatutos para la purificación de individuos que hayan tenido contacto con difuntos o sus objetos (Num 19:1-22).

Tercera parte. De Cades a Moab. Al llegar a †¢Cades, muere †¢Marí­a y el pueblo protesta por falta de agua. Dios ordena a Moisés y Aarón que hablen a una roca, pero éstos la hieren. Sale agua, pero Dios no se agrada de ellos y dice: †œ… no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado†. Se pide permiso a †¢Edom para pasar por su territorio, pero los edomitas se niegan. Muere Aarón (Num 20:1-29).
hace guerra contra el rey de †¢Arad, Dios da la victoria a los israelitas. El pueblo parte, rodeando la tierra de Edom. En el camino, se queja del maná (†œ… tiene fastidio de este pan tan liviano†). Vienen entonces serpientes que mordí­an al pueblo. Tras la confesión del pecado, Dios ordena a Moisés hacer †œuna serpiente ardiente† ( †¢Nehustán) y son sanados los que la miran. Victoria contra †¢Sehón, rey amorreo, y †¢Og, rey de Basán (Num 21:1-35).

Cuarta parte. En los campos de Moab. †œJunto al Jordán, frente a Jericó†, Balac, rey moabita contrata a †¢Balaam Este lo que hace, contra su voluntad, es bendecir a Israel (Num 22:1-41; Num 23:1-30; Num 24:1-25). Incidente de Baal-peor. Por recomendación de †¢Balaam, †œlas hijas de Moab…. invitaban al pueblo a los sacrificios de sus dioses†. Dios ordena un juicio. †¢Finees encabeza a los levitas que comienzan una matanza de los culpables (Num 25:1-18).
ordena un nuevo censo. Se confirma que los que habí­an sido incrédulos habí­an muerto, †œporque Jehová habí­a dicho de ellos: Morirán en el desierto† (Num 26:1-65). Las hijas de Zelofehad presentan su caso ante Moisés y éste consulta a Dios. Se estatuye que las mujeres podí­an heredar a sus padres. Dios dice a Moisés que va a morir, por lo cual éste pide que se nombre un sucesor. Dios señala a Josué (Num 27:1-23). Se estatuye sobre el †œholocausto continuo† y otras ofrendas (Num 28:1-31; Num 29:1-40), así­ como sobre los votos (Num 30:1-16).
y victoria contra †¢Madián. Muerte de †¢Balaam Se estatuye sobre la distribución de los botines de guerra (Num 31:1-54). Las tribus de †¢Rubén y de †¢Gad piden vivir en †¢Jazer y †¢Galaad. Se les concede, a condición de que los hombres de guerra rubenitas y gaditas pasen el Jordán a conquistar la tierra con las demás tribus (Num 32:1-42).
presenta una lista de †œlas jornadas de los hijos de Israel† desde †œque salieron de la tierra de Egipto†. Dios ordena no hacer pacto con los cananeos (Num 33:1-56). Se dan los lí­mites de la tierra de Canaán. Se selecciona a los varones que habrí­an de repartir la tierra (Num 34:1-29). Se establece la forma en que se darí­an propiedades para habitación de los levitas; se ordena la creación de ciudades de refugio, indicando las regulaciones para los casos de homicidio involuntario (Num 35:1-34).
aclara que las hijas que hereden deben casarse con personas de su propia tribu. El libro termina con las palabras: †œEstos son los mandamientos y los estatutos que mandó Jehová por medio de Moisés a los hijos de Israel en los campos de Moab…† (Num 36:1-13).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

Cuarto libro del Pentateuco. En español toma su nombre de los dos censos de los hijos de Israel que en él se mencionan. Registra los acontecimientos que ocurrieron en la región del monte Sinaí­, en el desierto —durante el tiempo en que Israel anduvo errante— y en las llanuras de Moab. La narración abarca básicamente un perí­odo de treinta y ocho años y nueve meses: desde 1512 hasta 1473 a. E.C. (Nú 1:1; Dt 1:3, 4.) Aunque los acontecimientos que se relatan en Números 7:1-88 y 9:1-15 habí­an ocurrido con anterioridad a los hechos narrados en el contexto inmediato, proveen importante información complementaria.

Escritor. El libro de Números se ha atribuido desde tiempos antiguos a Moisés, como lo confirma el propio contenido de la obra. No habla más que de la vida de Israel en Egipto y luego en el desierto. Al comentar cuándo se edificó Hebrón, el escritor tomó la ciudad egipcia de Zoan como punto de referencia. (Nú 13:22.) Es lógico pensar que un hombre como Moisés supiese cuándo se edificó Zoan, ya que se le habí­a instruido †œen toda la sabidurí­a de los egipcios†. (Hch 7:22.)
Ciertos mandatos registrados en el libro de Números son exclusivos para las circunstancias de una nación nómada. Entre estos se encuentran: los campamentos tribales prescritos (Nú 1:52, 53), el orden de marcha (Nú 2:9, 16, 17, 24, 31) y las señales de trompeta para reunir a la asamblea y levantar el campamento (10:2-6). La fraseologí­a de la ley sobre la cuarentena también refleja una vida nómada (5:2-4). Otros mandamientos aplicarí­an cuando los israelitas residiesen en la Tierra Prometida. Por ejemplo: el uso de trompetas para hacer llamadas de guerra (10:9), el apartar 48 ciudades para los levitas (35:2-8), la acción que tení­a que tomarse en contra de la idolatrí­a y de los habitantes de Canaán (33:50-56), la selección de seis ciudades de refugio, las instrucciones para tratar los casos de los que afirmasen ser homicidas involuntarios (35:9-33) y las leyes sobre la herencia y el matrimonio de las mujeres que heredaban (27:8-11; 36:5-9).
Además, se atribuye directamente a Moisés el registro de los campamentos de los israelitas (Nú 33:2), y las palabras de conclusión del libro de Números también le señalan como el escritor del relato (36:13).

Autenticidad. La autenticidad del libro está probada fuera de toda duda. Algo sobresaliente es su franqueza, pues el registro no oculta ni la conducta incorrecta ni la derrota. (Nú 11:1-5, 10, 32-35; 14:2, 11, 45.) Incluso se ponen de manifiesto las transgresiones de Moisés, de sus hermanos, Aarón y Mí­riam, y de sus sobrinos, Nadab y Abihú (3:3, 4; 12:1-15; 20:2-13). En repetidas ocasiones los sucesos registrados en el libro vuelven a relatarse en los Salmos (78:14-41; 95:7-11; 105:40, 41; 106:13-33; 135:10, 11; 136:16-20). Por sus alusiones a acontecimientos importantes y a otros detalles registrados en el libro de Números, tanto Josué (4:12; 14:2) como Jeremí­as (2Re 18:4), Nehemí­as (9:19-22), David (Sl 95:7-11), Isaí­as (48:21), Ezequiel (20:13-24), Oseas (9:10), Amós (5:25), Miqueas (6:5), el mártir cristiano Esteban (Hch 7:36), los apóstoles Pablo (1Co 10:1-11) y Pedro (2Pe 2:15, 16), el discí­pulo Judas (vs. 11) y el hijo de Dios (Jn 3:14; Rev 2:14), mostraron que aceptaban este registro como parte de la palabra inspirada de Dios. Destaca también la profecí­a de Balaam concerniente a la estrella que saldrí­a de Jacob, que tuvo su cumplimiento inicial cuando David subió al trono y posteriormente subyugó a los moabitas y a los edomitas. (Nú 24:15-19; 2Sa 8:2, 13, 14.)

Valor del libro. El libro de Números destaca con gran fuerza la importancia de la obediencia a Jehová, el respeto a El y a sus siervos, la necesidad de tener fe y de guardarse de los hombres impí­os (Nú 13:25–14:38; 22:7, 8, 22; 26:9, 10; Heb 3:7–4:11; 2Pe 2:12-16; Jud 11; Rev 2:14), el no cometer la deslealtad de poner a Jehová a prueba (Nú 21:5, 6; 1Co 10:9) y abstenerse de la murmuración (Nú 14:2, 36, 37; 16:1-3, 41; 17:5, 10; 1Co 10:10, 11) y de la inmoralidad sexual (Nú 25:1-9; 31:16; 1Co 10:6, 8). Los tratos de Jehová con Israel demuestran su gran poder, misericordia y bondad, así­ como su longanimidad al moderar su cólera, aunque no deja impune el castigo cuando se merece. (Nú 14:17-20.) Además, la posición y el ministerio de Moisés (Nú 12:7; Heb 3:2-6), la provisión milagrosa de agua de la masa rocosa (Nú 20:7-11; 1Co 10:4), el alzamiento de la serpiente de cobre (Nú 21:8, 9; Jn 3:14, 15) y el agua de limpieza (Nú 19:2-22; Heb 9:13, 14) proveyeron cuadros proféticos que se cumplieron en Cristo Jesús.
El relato proporciona información que aclara otros textos. Muestra sobre qué base pudo el rey Ezequí­as de Judá celebrar la Pascua el 14 de Ziv (Iyar) en vez del 14 de Nisán (Abib). (Nú 9:10, 11; 2Cr 30:15.) La consideración completa del nazareato (Nú 6:2-21) explica por qué Sansón y Samuel no tení­an que cortarse el cabello (Jue 13:4, 5; 1Sa 1:11) ni Juan el Bautista beber bebidas alcohólicas. (Lu 1:15.) Para ver más ejemplos, compárese Números 2:18-23 con Salmo 80:2; Números 15:38 con Mateo 23:5; Números 17:8-10 con Hebreos 9:4; Números 18:26 con Hebreos 7:5-9; Números 18:31 con 1 Corintios 9:13, 14 y Números 28:9, 10 con Mateo 12:5.

[Recuadro en la página 510]

PUNTOS SOBRESALIENTES DE NÚMEROS
Narración histórica que muestra lo vital que es obedecer a Jehová en todo tipo de circunstancias y respetar a sus representantes
Abarca los hechos ocurridos durante la mayor parte del tiempo que Israel estuvo en el desierto en camino a la Tierra Prometida

Se inscriben y organizan las tribus de Israel
Aproximadamente un año después del éxodo de Egipto, se inscribe a todos los varones israelitas de veinte años o más, a excepción de los levitas (1:1-49)
A cada división de tres tribus se le asigna un lugar para acampar, así­ como una posición en el orden de marcha (2:1-34)
Se separa a los levitas para servir a los sacerdotes; se inscribe a todos los levitas de más de un mes; Jehová los toma a cambio de los primogénitos de las otras tribus (3:1-51)
Se toma la cuenta de los varones que descienden de Qohat, Guersón y Merarí­, los tres hijos de Leví­, que estén entre los treinta y los cincuenta años, y se les dan asignaciones de servicio (4:1-49)
Se vuelve a inscribir a los israelitas poco antes de entrar en la Tierra Prometida (26:1-65)

Los israelitas reciben disposiciones divinas sobre su adoración y los tratos entre ellos
Se exponen los requisitos para los nazareos (6:1-21)
Se observa la Pascua; se dispone que todo el que esté inmundo o en un viaje distante pueda celebrarla un mes después del 14 de Nisán (9:1-14)
Se dan diversas regulaciones respecto a los deberes y privilegios de los sacerdotes y levitas, entre los que se halla la preparación del agua de la limpieza y sus usos (18:1–19:22)
Se enumeran las ofrendas que han de presentarse cada dí­a, cada sábado, al comienzo de cada mes, en las fiestas y durante el séptimo mes (28:1–29:40)
Se registran las prescripciones de Jehová respecto a los votos (30:1-16)
Los culpables deben confesar y compensar a la parte afectada (5:5-8)
Se establece un procedimiento para resolver los casos de supuesto adulterio de la esposa (5:11-31)
Se proveen seis ciudades de refugio (35:9-34)

Los israelitas manifiestan falta de aprecio por las provisiones de Jehová y desobedecen sus mandatos
El pueblo se queja del maná y muestra su anhelo por la carne; cuando Jehová les proporciona codornices, muchos actúan con gran avidez, por lo que se les castiga con la muerte (11:4-34)
Creen el mal informe que dan los diez espí­as atemorizados y desean regresar a Egipto; Moisés tiene que interceder en su favor (13:1–14:19)
Cuando se sentencia a esa generación rebelde a vagar y morir en el desierto, el pueblo intenta entrar en la Tierra Prometida, pero como no cuenta con la bendición de Jehová, sufre una derrota militar (14:26-45)

No respetan a los representantes visibles de Jehová
Mí­riam y Aarón critican a Moisés, por lo que Jehová hiere a Mí­riam con lepra (12:1-15)
Coré, Datán, Abiram, On y 250 principales se oponen a Moisés y Aarón; Jehová ejecuta a los rebeldes, lo que provoca más murmuraciones; mueren otros 14.700 (16:1-50)
En Qadés los israelitas se quejan con amargura de Moisés y Aarón debido a la falta de agua; cuando Jehová proporciona agua de forma milagrosa, Moisés y Aarón no santifican el nombre de Jehová y por ello pierden el privilegio de entrar en la Tierra Prometida (20:1-13)
Los israelitas se cansan y hablan contra Jehová y Moisés; se les plaga con serpientes y muchos mueren; Moisés intercede por el pueblo, y cualquiera que sea mordido podrá salvarse si mira a una serpiente de cobre (21:4-9)

Jehová bendice a Israel, pero insiste en que se le dé devoción exclusiva cuando la nación se prepara para entrar en Canaán
Jehová da la victoria a Israel sobre el rey de Arad (21:1-3)
Israel derrota a Sehón y Og, y toma posesión de su tierra (21:21-35)
Balac paga a Balaam para que maldiga a los israelitas; pero Jehová hace que los bendiga en vez de maldecirlos (22:2–24:25)
Las mujeres moabitas atraen a los israelitas a la idolatrí­a y la fornicación; mueren 24.000 por caer de esta manera en la apostasí­a; la cólera de Jehová se aplaca cuando Finehás muestra que no tolera rivalidad con Jehová (25:1-18)

Fuente: Diccionario de la Biblia

La sinagoga llamaba a este libro por la palabra con que comenzaba, o por una de sus primeras palabras (wayeḏabbēr, ‘y habló’; o bemiḏbar, ‘en el desierto’). Los traductores gr. lo llamaron arithmoi, ‘números’. Por lo que se refiere a las otras cuatro partes del Pentateuco, normalmente se usan los nombres gr.; en esta quinta parte, en algunos países se ha traducido el gr. al idioma local: “Números”, etc.; en otros países se emplea la traducción lat. del nombre gr.: Numeri. Este título se debe a que los primeros cap(s). de este libro (y el cap(s). 26) contienen muchos números, especialmente números o cifras censales.

I. Bosquejo del contenido

a. El censo de los israelitas. El orden de formación de las tribus (1.1–4.49).

b. La ley relativa a los celos, la legislación para los nazareos, y otras leyes (5.1–6.27).

c. Las ofrendas para la consagración del tabernáculo (7.1–89).

d. El candelero. La consagración de los levitas; su período de servicio (8.1–26).

e. La segunda pascua; la nube; las dos trompetas de plata (9.1–10.10).

f. La partida de Sinaí (10.11–36).

g. Tabera. Las codornices. Los setenta ancianos (11.1–35).

h. María y Aarón contra Moisés (12.1–16).

i. Los doce espías (13.1–14.45).

j. Mandamientos variados relativos, entre otras cosas, a las ofrendas de carne y bebidas, las ofrendas por los pecados de ignorancia, y mandamientos sobre la profanación del día de reposo (15.1–41).

k. Coré, Datán, y Abiram. El florecimiento de la vara de Aarón (16.1–17.13).

l. La posición de los sacerdotes y levitas (18.1–32).

m. El agua de la separación para la purificación de los pecados (19.1–22).

n. La muerte de María. Meriba (20.1–13).

ñ. Edom rehúsa permitir el paso de Israel. Muerte de Aarón (20.14–29).

o. La batalla contra Horma. La serpiente de bronce. Las llanuras de Moab. La lucha contra Sihón y Og (21.1–35).

p. Balaam (22.1–24.25).

q. Baal-peor (25.1–18).

r. El segundo censo de los israelitas (26.1–65).

s. El derecho de herencia de las hijas. El sucesor de Moisés (27.1–23).

t. Mandamientos sobre las ofrendas. Votos de las mujeres (28.1–30.16).

u. Venganza contra los madianitas (31.1–54).

v. La asignación de la tierra al E del Jordán (32.1–42).

w. Los lugares en que acampó Israel durante su peregrinación por el desierto (33.1–49).

x. Directivas relativas a la conquista de Canaán. Las fronteras de Canaán. Reglamentaciones relativas a la división de la tierra. Las ciudades de los levitas. Ciudades de refugio (33.50–35.34).

y. El casamiento de las hijas que tenían herencia (36.1–13).

II. Autor y fecha

Muchos comentaristas opinan actualmente que debe ponerse en tela de juicio la tradición que asigna a Moisés todo el libro. Toman en cuenta las siguientes consideraciones. Solamente para el cap(s). 33 se menciona la actividad literaria de Moisés (v. 2, cf. 5.23; 11.26); esto no se hace en ninguna otra parte de Nm.; para el caso opuesto, véase p. ej. Dt. 31.9. Diversos datos señalan una fecha posterior a Moisés, o por lo menos otro autor; cf. 12.3; 15.22s (Moisés en tercera persona); 15.32; 21.14 (quizás “el libro de las guerras del Señor” se originó en época posmosaica); 32.34ss. Sin embargo, Nm. afirma repetidamente que los reglamentos y leyes fueron dados por medio de Moisés (y Aarón), 1.1 etc.; también resulta claro que las leyes y los reglamentos dan la impresión de haber entrado en vigencia durante la peregrinarión en el desierto (5.17; 15.32ss, etc.). Al respecto es posible que las leyes hayan experimentado un proceso de crecimiento: después pueden haberse producido modificaciones, p. ej. para adaptarlas a circunstancias diferentes. A veces hay señales claras de estos procesos; de este modo tenemos diferencias entre Nm. 15.22–31 y Lv. 4.1s; además, notamos el hecho de que Nm. 15.22s habla de Moisés en tercera persona, y no es improbable que Nm. 15.22–31 sea una versión posterior de Lv. 4.

Tendremos que suponer que las leyes surgieron sustancialmente en la época mosaica. También podemos suponer que ya se había comenzado a poner por escrito las leyes y los relatos en la época de Moisés. No sabemos en qué época recibió su forma final el libro. En opinión de este autor, es probable que los puntos principales ya estaban escritos, p. ej. en los primeros días de la monarquía. Resulta significativo que no haya elementos posmosaicos que hagan pensar en una época muy posterior a la suya.

A partir de la actividad crítica de Wellhausen y otros, muchos eruditos han adoptado el punto de vista de que Números pertenece, en su mayor parte, el llamado código sacerdotal, que se dice tuvo su origen en época posexílica. Actualmente, sin embargo, los estudiosos se inclinan, más que Wellhausen, a aceptar el parecer de que Nm. contiene material antiguo, incluso de épocas muy remotas, y admiten que en Nm. 5.11ss y el cap(s). 19, se describen ritos antiguos, y que otros materiales inducen a llegar a una conclusión similar. Muchos eruditos están dispuestos a aceptar que el culto, en la forma que se describe en Nm., se practicaba por lo menos en sus puntos principales, en la Jerusalén preexílica. Véanse también los artículos sobre * Pentateuco, * Moisés, * Desierto de la peregrinacíon, etc., y artículos sobre temas determinados, tales como * Balaam, * Ciudades de refugio, etc.

III. Resumen adicional del contenido

1. La división del Pentateuco en cinco libros no es original. Por lo tanto, aunque no deja de tener significado el hecho de que con Nm. 1.1 comienza un libro nuevo (cuyos cuatro primeros capítulos forman la preparación para la partida del Sinaí), este libro, sin embargo, forma una unidad con los precedentes. De la misma manera podemos decir que Dt. es continuación de Nm., pero la separación entre ambos es más fundamental que la separación entre Lv. y Nm.

2. La historia que se narra en Nm. abarca 38 años: el período entre el 2º año y el 40º año posteriores al éxodo (véanse las definiciones de la época en 1.1; 7.1; 9.1, 15; 10.11; 33.38; cf. Ex. 40.2; Dt. 1.3).

En la primera parte Israel se encuentra todavía cerca del mte. Sinaí (Ex. 19.1 cuenta su llegada a Sinaí). Nm. 10.11–12.16 se ocupa de la partida de Sinaí y el viaje hasta Cades (cf. 13.26); en el segundo año después del éxodo Israel ya había llegado a Cades (cf. Dt. 2.14). Debido a que Israel había hecho caso al informe derrotista de los espías, se inició una prolongada peregrinación por el desierto (caps. 13 y 14). Poco sabemos de lo que pasó el pueblo de Israel durante sus 38 años de peregrinación (15.1–20.13). Debemos considerar la posibilidad de que Cades haya sido durante mucho tiempo una especie de centro para Israel, mientras diversos grupos israelitas vagaban por la península de Sinaí. Después de estos 38 años Israel abandona Cades para dirigirse a Canaán, rodea Edom, entra en las llanuras de Moab, y derrota a Sihón y Og (20.14–21.35). La última parte del libro describe las acciones de Balaam, la adoración de ídolos por parte de Israel en Baal-peor, y el castigo de los madianitas.

3. Además de ocuparse de la historia, este libro contiene toda clase de regamentos y leyes. A veces no podemos ver con claridad la relación entre leyes e historia, y entre una ley y otra. No obstante, el autor habrá tratado de establecer un nexo, al menos en muchos casos. La solución más simple sería suponer que hay una relación cronológica. A veces hay también una relación material; véase, p. ej., lo bien que se corresponden 5.1–4 y el cap(s). 18 con lo que precede, y 10.1–10 con lo que sigue; después de haber hecho un relato del viaje por el desierto (33.1–49), la narración continúa (33.50–35.34) con reglamentos relacionados con la conquista de Canaán, y leyes que serán aplicadas cuando estén viviendo allí. Finalmente, debemos tener en cuenta que la composición de muchos libros veterotestamentarios provocan objeciones similares a las que hemos referido aquí (* Salmos, * Proverbios, * Isaías, etc.).

Muchas de las leyes (pero no todas) se refieren a asuntos rituales. Los israelitas no hacían distinción entre leyes cúlticas, morales, jurídicas, y sociales en la misma forma que nosotros. Todas las leyes y reglamentos tenían por objeto preparar a Israel para vivir en Canaán a la vista del Señor, como nación independiente y bien gobernada.

4. En Nm. Moisés es nuevamente la figura dominante, y se lo muestra en toda su grandeza y debilidad, y guiando a su pueblo en todo sentido. Por su mediación Dios da a Israel una variedad de leyes y reglamentaciones, y habla a su siervo “cara a cara” (12.6–8). Una y otra vez Moisés intercede por el pueblo (11.2; 12.13; 14.13ss; 16.22; 21.7). Era “muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra” (12.3; cf. 14.5; 16.4ss), y sin embargo, tenía su porción de falencias humanas. Contrariamente a lo que el Señor le había ordenado, golpea la roca (20.10s), y en una ocasión se queja en forma vehemente (11.10ss; cf. 16.15). El que sigue a Moisés en prominencia es Aarón (1.3, 17, 44; 2.1, etc., esp. cap(s). 12; 16–17).

IV. El mensaje del libro

En Nm., como ocurre en toda la Biblia, el Dios todopoderoso y fiel del pacto se revela a sí mismo; es esta revelación lo que une las diferentes partes del libro de Nm. En las leyes y reglamentos que impone, Dios muestra la forma en que se ocupa de su pueblo. Israel se rebela frecuentemente contra él. Como resultado, la ira de Dios se enciende: él no permite que quede sin castigo el pecado (11.1–3, 33s; 12.10ss; 14, etc.) ; a Moisés y a Aarón no se les permite entrar en Canaán (20.12s). Pero el Señor no repudia a su pueblo; se mantiene fiel a su pacto. Guía a Israel a través del desierto de modo que puedan llegar a la tierra que ha prometido a sus antepasados. Ni la infidelidad de Israel, ni el poder de las naciones que se oponen a Israel, pueden evitarlo.

Debemos prestar especial atención a ciertos aspectos de la revelación de Dios en el libro de Nm.

1. El Señor es, por cierto, inmutable en su fidelidad (cf. 23.19), pero esto no significa que sea un ser impasible (véase especialmente el conmovedor relato en 14.11ss). A este respecto debemos notar los fuertes antropomorfismos (véase, p. ej., 10.35s; 15.3, “olor grato a Jehová”; 28.2, “mi pan”, etc.); expresiones que, si bien no debemos tomar en su estricto sentido literal, muestran cuán profundamente se relaciona el Señor con la vida de Israel.

2. Se pone un énfasis especial en la santidad de Dios. Esto lo hacen los relatos (véase, p. ej., 20.12s) y también, de manera diferente, las leyes y reglamentos: cuando un hombre se acerca a Dios, tiene que cumplir toda clase de reglas preestablecidas, y estar libre de todo tipo de inmundicia (cf. tamb. 1.50ss, etc.).

3. En el libro se ofrecen prescripciones sumamente detalladas: Dios ejerce su soberanía sobre todas las cosas, aun sobre los menores detalles.

4. Tan pronto como los hijos de Israel llegan a las fronteras de la tierra prometida, ceden a la tentación de servir a los dioses de esa nueva tierra. Pero el Señor no es solamente el Señor del desierto: se vale de los servicios de un adivino pagano (22–24), y castiga a Israel por su idolatría (25), junto con los que habían seducido al pueblo (31).

En lo que se expresa anteriormente ya se ha indicado en general el carácter cristológico de este libro. En Nm., como en otras partes, Dios se revela como el Dios fiel al pacto. En otras palabras, se revela en la faz de Cristo. Además, mucho encontramos en este libro con significado tipológico: en las personas (especialmente Moisés Aarón), en los acontecimientos, y en las leyes, la venida de Cristo proyecta su propia sombra delante de sí (cf. Jn. 3.14; 1 Co. 10.1ss; He. 3.7ss; 9.13; etc.).

Bibliografía. M. I. Jersen, Números, viaje a la tierra de reposo, 1980; L. Alonso Schökel, Pentateuco, 1970; J. A Thompson, “Números”, °NCBR, 1977, pp. 137ss; F. Moriarty, “El libro de Números”, La Sagrada Escritura, 1971, t(t). I; Alberto Colunga, “Introducción y comentario al libro de Números”, Biblia comentada, 1967; L. Arnaldich, “Números”, °EBDM, t(t). V, cols. 553–560; G. von Rad, Teología del Antiguo Testamento, 1975, t(t). I, pp. 352ss.

Consúltense diversas introducciones y comentarios: p. ej. G. B. Gray, Numbers, ICC, 1903 (1955) ; L. E. Binns, The Book of Numbers, WC, 1927; S. Fish, The Book of Numbers², 1950, en The Soncino Books of the Bible; J. Marsh, Numbers, IB, 2, 1953; W. H. Gispen, Het boek Numeri, 1, 1959; 2, 1964, en Commentaar op het Oude Testament; N. H. Snaith, Leviticus and Numbers, NCB, 1967; M. Noth, Numbers, OTL, 1968.

N.H.R.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico