NUEVO, RENOVAR

(kainos, neos, anakainousthai)

De los dos adjetivos clásicos que significan «nuevo» (neos y kainos), los traductores de los Setenta han preferido el segundo, kainos, para hablar de la alianza nueva prometida por Dios en el libro de Jeremí­as (Jr 38,31 griego) y, en el libro de Ezequiel, la transformación radical del hombre que lo hará capaz de responder a esta alianza: Os daré un corazón nuevo; pondré en vosotros un espí­ritu nuevo (Ez 18,31; 36,26s).

Pablo recibe este adjetivo de la tradición «litúrgica» de la última cena: Esta copa es la nueva alianza… (1 Cor 11,25). Pero reconociéndose ministro de la alianza nueva (2 Cor 3,6), le da a este término una profundidad y una riqueza inigualables: la resurrección de Cristo, que arranca al mundo del poder del pecado y de la muerte, inaugura una nueva era; el bautizado es una «masa nueva», elaborada por la vida de Cristo (1 Cor 5,7); dí­a tras dí­a, el hombre exterior se va corrompiendo, mientras que se renueva el hombre interior (2 Cor 4,16; cf. Rom 12,2).

El signo último de esta novedad es la abolición de la oposición antigua entre Israel y las naciones; mientras que todos, judí­os y griegos, estaban encerrados en el pecado, lo que surge con Cristo es una creación nueva. La profecí­a de Is 43,18 se realiza de manera inaudita: Si alguien está en Cristo, es una creación nueva (2 Cor 5,17); y entonces, ya no hay circuncisión ni incircuncisión, sino creación nueva (Gal 6,15).

Los sucesores de Pablo insistirán en este «hombre nuevo» del que se reviste el cristiano (Col 3,10; Ef 4,24); y la Carta a Tito describirá el bautismo como «renacimiento» y «renovación del Espí­ritu Santo» (3,5). Pero es la carta a los Efesios la que desarrolla especialmente el tema de la unidad: el hombre nuevo es un hombre reconciliado, el que Cristo ha creado en sí­ mismo, haciendo a partir del judí­o y del griego un solo hombre nuevo…, cuando mató al odio por su cruz (Ef 2,15-16).

R. D.

AA. VV., Vocabulario de las epí­stolas paulinas, Verbo Divino, Navarra, 1996

Fuente: Vocabulario de las Epístolas Paulinas