Pone nombre la persona que antecede o tiene poder sobre el nominado. Nadie antecede ni tiene poder sobre Dios. Por eso, Dios se reveló, se puso un nombre: el †¢Tetragrámaton YHWH (†œEste es mi nombre para siempre; [este es mi memorial con él se me recordará] por todos los siglos† [Exo 3:15]). Por lo tanto, al hablar del n. de D. se hace referencia a todo aquello que él ha revelado de sí mismo. Su nombre es su revelación, lo que a él le ha placido decirnos de su naturaleza y carácter. Entonces, alabar el n. de D. es bendecirle y glorificarle por lo que sabemos de él. Pedir en el n. de D., es hacer un ruego que en su forma y propósito están de acuerdo con su carácter.
En las religiones paganas, cuando un adorante conocía el nombre de alguna deidad, se suponía que por ese conocimiento tenía ya ciertos privilegios o poder sobre ella. Se creía también que el nombre de la deidad tenía por sí mismo un poder mágico, por lo cual se le utilizaba en exorcismos y conjuros. Esa no era la forma en que se usaba entre los hebreos el n. de D. El mandamiento: †œNo tomarás el nombre de … tu Dios en vano† sigue al de la idolatría (Exo 20:3-7). Los hebreos ni siquiera pronunciaban el n. de D.
expresión †œen tu nombre† (†œCuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre† [Jua 17:12]), aunque encierra la idea de †œen tu lugar† o †œrepresentándote†, su alcance es muy superior. Quiere decir que el Señor Jesús cuidaba de sus discípulos de conformidad con el carácter de su Padre celestial. Es por eso que les había manifestado ese carácter (†œHe manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste† [Jua 17:6]). Cuando decimos: †œSantificado sea tu nombre† (Mat 6:9), ciertamente expresamos respeto hacia el n. de D. como su designación, pero la intención va muchísimo más lejos: estamos reconociendo la bondad y perfección del carácter de nuestro Padre celestial. Por eso, el mal comportamiento de un creyente constituye una blasfemia al n. de D., porque niega el carácter de su Padre. Pablo exhortaba a los esclavos, por ejemplo, a que tuvieran a sus amos †œpor dignos de todo honor, para que no sea blasfemado el n. de D. y la doctrina† (1Ti 6:1).
nombre del Señor resume la esencia de su carácter y misión (†œ… y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados† [Mat 1:21]). él mismo ordenó que se predicara el evangelio a todo el mundo y que se bautizara en su nombre a los que creyeran (Mat 28:18-20; Hch 2:38). Cuando el sumo sacerdote dijo a los apóstoles: †œ¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre?† (Hch 5:28), no se refería a que no se usara el nombre de Jesús, sino que no se predicara teniendo como base la persona del Señor ni su autoridad. La predicación apostólica, al hacer énfasis †œen el nombre de Jesús†, señalaba precisamente a eso: su persona, carácter y autoridad (†œY en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos† [Hch 4:12]). Los milagros que hacían los realizaban †œen el nombre de Jesús† (Hch 3:6). Esto no quiere decir que usaban ese nombre en un sentido mágico o como instrumento de conjuro. Algunos exorcistas †œintentaron invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos† y fracasaron (Hch 19:13-16).
†œen el nombre de Jesús† que Dios envía el Espíritu Santo (Jua 14:26). †œCreer en el nombre† significa entrar en contacto personal con Jesús, recibirle, poner toda la fe en él (†œMas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios† [Jua 1:12]). Los creyentes verdaderos tienen por privilegio el ser †œtenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre† (Hch 5:41), y son fieles (†œ… retienes mi nombre, y no has negado mi fe† [Apo 2:13]).
Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano
(v. Dios)
(ESQUERDA BIFET, Juan, Diccionario de la Evangelización, BAC, Madrid, 1998)
Fuente: Diccionario de Evangelización