Num 6:2 voto de n, para dedicarse a Jehová
Jdg 13:5 porque el niño será n a Dios desde su
Amo 2:12 vosotros disteis de beber vino a los n
Nazareo (heb. nâzîr, «separado [dedicado, consagrado]»; del verbo nâzar, «separar[se]», «consagrar[se]», «dedicar[se]» o «abstener[se]» para uso ceremonial o religioso). Persona que tomó ciertos votos especiales voluntarios y temporarios con los que se dedicó a Dios (Num 6:2). Quien hacía el voto seguía viviendo una vida normal en la sociedad, con la excepción de que: 1. Se abstenía de todo producto derivado de la vid (vs 3, 4). 2. Dejaba de cortarse el cabello (v 5). 3. Se abstenía de acercarse a un cuerpo muerto para evitar la contaminación ritual (v 6); si por accidente se ponía en contacto con un cadáver debía ofrecer sacrificios específicos y comenzar de nuevo todo el período de su voto (vs 9-12). Un nazareo era «santo para Jehová» todos los días de su «nazareato» (separación; v 8). Al final del período que había especificado se debía presentar ante el sacerdote con ciertos sacrificios indicados, y se debía cortar el cabello y quemarlo (vs 13-21). Algunos, como Samuel (1Sa 1:11) y Juan el Bautista (cf Luk 1:15) fueron nazareos para toda la vida. Los padres de Sansón recibieron la instrucción de que su hijo debía ser nazareo desde su nacimiento (Jdg 13:5, 7), pero éste fue notoriamente infiel a ese voto. Amós menciona a ciertas personas impías que tentaron a un grupo de nazareos a quebrantar sus votos de abstinencia total de bebidas embriagantes (Amo 2:11, 12). Pablo hizo lo que aparentemente era una forma modificada del voto de nazareo como preparación para su última visita a Jerusalén (Act 18:18; 21:20-26). No hay registros de personas que voluntariamente hayan hecho el voto para toda su vida, y en todos los casos fueron los padres quienes tomaron tales votos en favor de sus hijos.
Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico
hebreo separado o consagrado. ® Nazareno.
También describe a la persona laica que hacía un voto especial a Yahvéh.
El voto era temporal Nm 6, 1-21; no se especificaban las funciones del n. pero debía cumplir varios requisitos, como el de abstenerse a beber bebidas embriagantes, Nm 6, 4, de cortarse el pelo, como señal de consagración, Nm 6, 5, o de tocar los cadáveres, ni el de los seres queridos, Lv 21, 11 Nazaret, hebreo torre de atalaya ® retoño. Pequeña aldea situada al sur de Galilea, mencionada por vez primera en el N. T., como lugar de nacimiento de Jesús y donde se habían retirado a vivir sus padres, Mt 2, 23; Lc 1, 27; 2, 4; Jn 1, 45 ss. Se encuentra al norte de Israel, en la baja Galilea, cerca de Haifa. Se alza sobre una montaña desde la que se divisa la llanura de Jezreel. María y José vivieron en N., Lc 2, 1, 7, y Jesús pasó allí su infancia, Lc 2, 39-40. Jesús fue rechazado por el pueblo de N. y se trasladó a Cafarnaúm, desde donde llevó a cabo su misión.
N. actualmente, es un lugar de peregrinaje que posee numerosos santuarios conmemorativos de los acontecimientos bíblicos, de los cuales, algunos se reconstruyeron después de que los musulmanes los destruyeran en la edad media.
Diccionario Bíblico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003
Fuente: Diccionario Bíblico Digital
Persona que hacía un voto de dedicarse a Dios y al servicio de los demás. Este voto podía ser perpetuo o por un tiempo. El término viene del hebreo nazar (separar), o de nezer (corona). El que hacía el voto tenía que separarse o abstenerse de ciertas cosas, como vino, sidra, vinagre, licor de uvas, uvas frescas o secas, etcétera (Num 6:1-2). No se acercaba a una persona muerta. No se cortaba el cabello de su cabeza, el cual venía a ser †œsu corona† (Num 6:5-8). Al término de su voto, el n. tenía que hacer ciertas ofrendas cuidadosamente estipuladas, raparse luego la cabeza, quemar el cabello y dar un regalo al sacerdote. Después de eso el n. podía volver a tomar vino (Num 6:12-21). †¢Sansón fue declarado n. antes de nacer (Jue 13:5). De igual manera †¢Samuel (1Sa 1:11) y †¢Juan el Bautista (Luc 1:15). Pablo hizo un voto de n. por un tiempo corto (Hch 18:18).
Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano
tip, LEYE
ver, JONADAB
vet, = «separado, consagrado (a Dios)». Hombre o mujer que era puesto aparte para Dios. El nazareato, institución hebrea probablemente muy antigua, fue reglamentado por la ley de Moisés (Nm. 6). El nazareo se consagraba a Dios por un período determinado, pero no se apartaba de la vida social. Su vida no era necesariamente ascética. La Ley prohibía al nazareo, durante la duración de su voto, consumir vino, bebidas fermentadas, y cualquier producto de la vid. Desde la época de los patriarcas nómadas, la vid simbolizaba la existencia sedentaria, la cultura, a las que uno podía entregarse, pero que alejaban de la simplicidad primitiva (véase JONADAB). En tanto que durara su consagración, el nazareo no debía cortarse el cabello: ello daba testimonio de que había consagrado su cuerpo y sus fuerzas al Dios que se lo había dado. Los cabellos largos eran un símbolo de poder y de abundante vitalidad (cfr. 2 S. 14:25-26). Cortarse la cabellera era una señal de duelo y de desolación (Jer. 7:29; Is. 22:12; Mi. 1:16). Finalmente, estaba prohibido que el nazareo se contaminara tocando ningún cadá
ver, incluso si se trataba de un pariente próximo. Al final de su voto, el que lo había hecho se presentaba al sacerdote, ofrecía los sacrificios prescritos, se cortaba la cabellera y la quemaba. Desde entonces podía beber vino (Nm. 6:1-21). Ciertos nazareos fueron consagrados desde su nacimiento o incluso antes y para su vida entera. Por ejemplo, Sansón (Jue. 13:4, 5), Samuel (1 S. 1:11, 28). Sansón infringió no sólo las normas del nazareato sino también otras. En la época de Amós había gentes perversas que inducían a los nazareos a que violaran su voto y a que bebieran vino (Am. 2:11-12). Después del retorno del exilio aumentó el número de nazareos (1 Mac. 3:49; Guerras 2:15, 1). Juan el Bautista fue, desde su nacimiento, consagrado al nazareato (Lc. 1:15). Es probable que la profetisa Ana hubiera hecho este voto (Lc. 2:36, 37). Los amigos de Pablo le aconsejaron, según parece, que pagara los gastos involucrados en el fin del nazareato de cuatro hombres. Es así que se quería evitar cualquier motín que se pudiera provocar con su última visita a Jerusalén (Hch. 21:20-26). Las personas acomodadas subvenían en ocasiones los gastos que tenían que afrontar los nazareos pobres para la observancia de las prescripciones de la Ley.
Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado
(Singularizado; Dedicado; Separado).
Había dos clases de nazareos: los que se ofrecían voluntariamente y aquellos a los que Dios nombraba. Los reglamentos que regían a los nazareos voluntarios se encuentran en el capítulo 6 del libro de Números. Tanto los hombres como las mujeres podían hacer un voto especial a Jehová para vivir como nazareos durante un período de tiempo. Sin embargo, si un padre o un esposo se enteraba del voto de su hija o de su esposa, podía anularlo en el caso de que lo desaprobara. (Nú 30:1-8.)
Los que hacían el voto de nazareato tenían tres restricciones principales: 1) No debían tomar ninguna bebida embriagante; tampoco debían comer ningún producto de la vid, tanto si estaba verde como maduro o seco, ni beber nada de su jugo, independientemente de que fuese mosto, estuviese ya fermentado o fuera vinagre. 2) No debían cortarse el cabello de su cabeza. 3) No debían tocar ningún cadáver, ni siquiera el de los parientes más cercanos, como padre, madre, hermano o hermana. (Nú 6:1-7.)
Votos especiales. La persona que hacía este voto especial tenía que †œvivir como nazareo [†œdedicado; separado†] para Jehová†, no para que los hombres le aplaudieran debido a una exhibición ostentosa de ascetismo fanático. La Ley decía: †œTodos los días de su nazareato él es santo a Jehová†. (Nú 6:2, 8; compárese con Gé 49:26, nota.)
Por lo tanto, los requisitos impuestos a los nazareos tenían significado e importancia especial en la adoración de Jehová. Al igual que ocurría en el caso del sumo sacerdote —que debido a su cargo santo no se le permitía tocar ningún cadáver, ni siquiera el de sus parientes más cercanos—, así sucedía en el del nazareo. Al sumo sacerdote y a los sacerdotes también se les prohibía beber vino o licor embriagante cuando desempeñaban sus deberes sagrados delante de Jehová, debido a la seria responsabilidad de sus cargos. (Le 10:8-11; 21:10, 11.)
Además, el nazareo †˜debía resultar santo y dejar que le crecieran los mechones del pelo de la cabeza†™, lo que servía de señal distintiva para que todos pudieran reconocer rápidamente su nazareato santo. (Nú 6:5.) La misma palabra hebrea, na·zír, se usó con respecto a las vides †œno podadas† durante el sábado sagrado y los años de jubileo. (Le 25:5, 11.) También es interesante el que a la lámina de oro que estaba en la parte frontal del turbante del sumo sacerdote y que tenía grabada la frase †œLa santidad pertenece a Jehová†, se le denominara †œla santa señal de dedicación [heb. né·zer, derivada de la misma raíz que na·zír]†. (Ex 39:30, 31.) Igualmente, a la corona oficial o diadema que llevaban los reyes ungidos de Israel también se la llamaba né·zer. (2Sa 1:10; 2Re 11:12; véanse CORONA; DEDICACIí“N.) El apóstol explica que dentro de la congregación cristiana a la mujer se le da el cabello largo en lugar de una cobertura para la cabeza, lo que para ella constituye un recordatorio natural de que su posición es distinta de la del hombre y de que ha de tener presente su sumisión dispuesta por Dios. Por ello, tales requisitos —el cabello sin cortar, algo no natural en el hombre, junto con una abstinencia total de vino y la necesidad de ser limpio e incontaminado— inculcaban en el nazareo dedicado la importancia de la abnegación y sumisión completa a la voluntad de Jehová. (1Co 11:2-16; véanse CABELLO; COBERTURA PARA LA CABEZA; NATURALEZA.)
Requisitos si un nazareo se contaminaba. El estar en contacto con algún alma muerta, incluso si ocurría un accidente e inadvertidamente tocaba a alguien que muriese junto a él, hacía al nazareo inmundo durante siete días. El séptimo día tenía que afeitarse la cabeza y purificarse, y al día siguiente debía llevar a los sacerdotes dos tórtolas o dos palomos: uno servía de ofrenda por el pecado y el otro de sacrificio quemado. También tenía que presentar un carnero joven como ofrenda por la culpa. Además, el que había hecho el voto de nazareato tenía que empezar a contar de nuevo los días del voto estipulados al principio. (Nú 6:8-12.)
Requisitos al concluir el voto. Una vez concluido el voto, el nazareo se presentaba ante los sacerdotes delante de la tienda de reunión llevando consigo los sacrificios prescritos, consistentes en un carnero joven para el holocausto, una cordera como ofrenda por el pecado y un carnero para sacrificio de comunión. También tenía que llevar una cesta de tortas no fermentadas (sin levadura) y galletitas delgadas que habían sido bien untadas con aceite, junto con las ofrendas apropiadas de grano y la libación. Además de esos sacrificios necesarios, el nazareo llevaba otras ofrendas al santuario, según sus recursos. (Nú 6:13-17, 21.) A continuación el nazareo tenía que cortarse su cabello largo y ponerlo sobre el fuego debajo del sacrificio de comunión. El sacerdote que oficiaba a continuación colocaba porciones de las ofrendas en las manos de aquel y luego las mecía como ofrenda mecida delante de Jehová. (Nú 6:18-20.)
Parece que con el tiempo los judíos permitieron que algunas personas acaudaladas proveyeran, como un acto de caridad, los sacrificios necesarios para aquellos de escasos recursos que deseaban hacer el voto de nazareato.
Al parecer esta era la costumbre que aprovechó el apóstol Pablo cuando llegó a Jerusalén al final de su tercera gira misional. Para silenciar los falsos rumores de que había estado †œenseñando a todos los judíos entre las naciones […] [a que no anduviesen] en las costumbres solemnes† de la nación judía, los hermanos cristianos de Pablo le recomendaron el siguiente plan: †œTenemos cuatro varones que tienen sobre sí un voto. Toma a estos contigo y límpiate ceremonialmente con ellos y hazte cargo de sus gastos, para que se les rape la cabeza†. (Hch 21:20-26.)
El tiempo de nazareato quedaba a la opción del que hacía el voto. La tradición judía, no la Biblia, decía que no podía ser menos de treinta días, puesto que se creía que menos tiempo rebajaba la solemnidad del voto y lo convertía en algo trivial.
Nazareos de por vida. Los nazareos que Jehová nombraba para toda la vida y que apartaba para servicio especial, no hacían votos ni estaban restringidos por un período limitado de tiempo (los demás nazareos tenían que volver a calcular los días de su voto si lo rompían antes de haberlo acabado). Por ese motivo, los mandamientos de Jehová para ellos diferían algo de los requisitos para los nazareos voluntarios. Sansón fue un nazareo nombrado por Dios, ya desde antes de su concepción, para toda la vida. Ni siquiera para su madre fue un asunto de elección, pues como su hijo habría de ser nazareo, el ángel le ordenó que observase reglamentos especiales: no beber vino o licor embriagante ni comer cualquier cosa inmunda durante su embarazo. (Jue 13:2-14; 16:17.)
La reglamentación concerniente a Sansón era: †œNo debe venir navaja sobre su cabeza†. (Jue 13:5.) Sin embargo, no se puso ninguna prohibición acerca de que tocase cuerpos muertos. De ahí que Sansón matase un león o diera muerte a 30 filisteos y luego despojase a los cadáveres de sus vestiduras sin profanar su nazareato. En otra ocasión, con la aprobación de Dios mató a 1.000 enemigos †œÂ¡con la quijada de un asno… un montón, dos montones!†. (Jue 14:6, 19; 15:14-16.)
En el caso de Samuel, su madre, Ana, hizo un voto de nazareato y apartó a su hijo, todavía no concebido, para el servicio de Jehová. Dijo a Dios en oración: †œSi […] sin falta […] das a tu esclava prole varón, yo ciertamente lo daré a Jehová todos los días de su vida [†œy no beberá vino ni bebida embriagadora† (1Re 1:11, Versión de los Setenta)] y no vendrá navaja sobre su cabeza†. (1Sa 1:9-11, 22, 28.) De Juan el Bautista se dijo que no tenía que †œbeber en absoluto vino ni bebida alcohólica†. Pocos más detalles se dan sobre su nazareato, excepto que él también, por nombramiento divino, tenía que serlo desde el día de su nacimiento. (Lu 1:11-15; compárese con Mt 3:4; 11:18.)
Juan el Bautista estuvo entre aquellos nazareos a quienes Jehová mismo levantó, como dice por boca de su profeta Amós: †œSeguí levantando a algunos de los hijos de ustedes como profetas y a algunos de sus jóvenes como nazareos†. Sin embargo, no siempre se les aceptó o respetó, y el Israel rebelde incluso trató de quebrantar su integridad a Jehová. (Am 2:11, 12.) Cuando los pecados de Israel llegaron al colmo, Jehová puso fin al Israel típico en el año 607 a. E.C., y los nazareos infieles que había dentro de Jerusalén tampoco escaparon. Jeremías dice que el aspecto de los nazareos, en un tiempo saludable y fuerte, se hizo oscuro a medida que su piel se arrugaba sobre sus huesos debido a la terrible hambre. (Lam 4:7-9.)
Fuente: Diccionario de la Biblia
Nāzîr significa «separado», sea en dignidad (Gn. 49:26; cf. Lm. 4:7 RV60 «nobles») o en santidad, como un nazareo hacia Dios (Nm. 6:2, 8). La mayoría de los votos tenían que ver con propiedades (Gn. 28:20–22); pero los nazareos eran hombres y mujeres dedicados a una vida sacerdotal. El nazareato existía antes que fuera promulgada la ley de Moisés (Nm. 6:2); sin embargo, Nm. 6:1–21 regulariza sus requerimientos. Al igual que ciertos sacerdotes (Ez. 44:20), los nazareos no se cortaban el cabello; así, las viñas no cosechadas son nāzîr (Lv. 25:5, 11). El cabello largo simbolizaba fuerza incólume, consagrada a Dios (Jer. 7:29: el cabello no cortado es nēzer, la «corona» de uno; y Jue. 16:17: el cabello [= devoción] de Sansón era la condición de su fuerza). Al igual que los sacerdotes que estaban oficiando (Lv. 10:9–10), los nazareos debían abstenerse de los productos de la vid (cf. Jue. 13:4), tanto para mantener su sobriedad como para protestar contra los lujos cananitas relacionados con el baalismo (cf. los extremos recabitas, Jer. 35:1–11; S.R. Driver en Amós 2:10). Como el sumo sacerdote (Lv. 21:11–12), el nazareo debía cuidarse del contacto con los muertos (cf. comidas inmundas, Jue. 13:7), como símbolo de pecado (Gn. 2:17). El contacto accidental requería afeitarse la cabeza, ofrecer sacrificios y reiniciar su consagración otra vez (con cierta libertad, cf. Jue. 14:9, 19; 15:9). Los nazareos mosaicos servían por un período fijo de tiempo, después del cual eran liberados después de ofrecer sacrificios y presentar en el altar el cabello cortado y cualquier otra cosa consagrada. Sansón (Jue. 16:17), Samuel (1 S. 1:11) y Juan el Bautista (Lc. 1:15) fueron nazareos permanentes.
Al igual que los profetas, Dios los constituyó para que fuesen líderes devotos (Amos 2:10) y liberasen a Israel (Jue. 13:5). El nazareato continuó (1 Macabeos 3:49; véase el trato extenso que el Talmud hace del tema) a pesar de la corrupción (Amós 2:11). Jesucristo no fue un nazareo (Mt. 11:19; «Nazareno», 2:23; se refiere a Is. 11:1, el Mesías como nēṣer, «vástago» y su hogar en la nueva y poco estimada villa de Nazaret, «ciudad renuevo»). Pablo tomó un voto nazareo (Hch. 18:18) y pagó los gastos de otros (21:24).
BIBLIOGRAFÍA
G.B. Gray, JTS I, pp. 201ss.; HERE: JewEnc; Mst.
- Barton Payne
RV60 Reina-Valera, Revisión 1960
JTS Journal of Theological Studies
HERE Hastings’ Encyclopaedia of Religion and Ethics
JewEnc Jewish Encyclopaedia
Mst. McClintock and Strong, Cyclopaedia of Biblical, Theological and Ecclesiastical Literature
Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (417). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.
Fuente: Diccionario de Teología
(heb. nāzı̂r, de nāzar, ‘separar, consagrar, abstenerse’; cf. nēzer, ‘diadema’, la “corona de Dios”, a veces se equipara con el cabello sin cortar del nazareo). En Israel el nazareo era el que se apartaba de los demás mediante la consagración a Yahvéh con un voto especial.
El origen de la práctica es premosaico y oscuro. Los semitas y otros pueblos primitivos a menudo se dejaban el pelo sin cortar durante alguna empresa que requiriese auxilio divino, y luego consagraban el cabello (cf. ecos modernos de esto entre las tribus árabes en A. Lods, Israel, 1932, pp. 305 [en cast. Israel, desde los comienzos hasta mediados del siglo VIII, 1956]; véase tamb. Jue. 5.2).
I. La legislación de Números 6
Si bien cronológicamente no es la primera referencia bíblica al tema, las reglas para el nazareato bosquejadas en Nm. 6 proporcionan la base más completa y más conveniente para la discusión. La legislación tiene tres secciones.
a. Prohibiciones
(i) El nazareo tenía que abstenerse del vino y las bebidas embriagantes, del vinagre y de las pasas. Esto puede haber tenido como fin salvaguardar la integridad y la santidad del nazareo ante la posibilidad de la posesión por un espíritu que no fuera el de Yahvéh (cf. Pr. 20.1). Como el sacerdote que debía oficiar, el nazareo renunciaba al vino con el fin de poder acercarse a Dios más dignamente. R. Xittel, sin embargo, ve en la abstención una protesta contra la cultura cananea, y un deseo de volver a las costumbres nómades (Geschichte des Volkes Israel6, 2, 1925, pp. 250).
(ii) No debía cortarse el cabello mientras durase su consagración (cf. nāzı̂r = “vid no podada”, Lv. 25.5, 11). Se consideraba al cabello como el asiento de la vida, “la morada favorita de espíritus e influencias mágicas”, que debía ser conservado en su estado natural hasta que al quemarlo se asegurase su desaparición sin temor de profanación.
(iii) No debía acercarse a un cuerpo muerto, ni siquiera el de su pariente más cercano, prohibición que correspondía también en el caso del sumo sacerdote.
b. Violación
Si la regla mencionada en último término fuera quebrantada inadvertidamente, el nazareo debía someterse a ritos purificatorios minuciosamente detallados, y comenzar toda la experiencia de nuevo. Es notable, sin embargo, que los términos del voto nazareo no impedían el cumplimiento de otras obligaciones domésticas o sociales.
c. Terminación
Al final de su voto el nazareo debía ofrecer diversos sacrificios establecidos, y luego cortarse el pelo y quemarlo en el altar. Después de ciertos actos rituales por el sacerdote, el nazareo quedaba libre de su voto.
Los rasgos distintivos del nazareato original eran una consagración completa a Yahvéh, en la que el cuerpo, no considerado meramente como algo que debía ser refrenado, se dedicaba al servicio sagrado; una extensión hacia el laico de una santidad generalmente asociada solamente con el sacerdote; además, tenía carácter individualista, en contraste con grupos tales como los *recabitas.
II. Problemas en relación con el nazareato
Se desprende claramente de las provisiones en c.
Absalón, por otra parte, ha sido considerado con frecuencia como un tipo de nazareato perpetuo (para el corte del cabello de los tales, véase G. B. Gray, “The Nazirite”, JTS 1, 1900, pp. 206). Amós, en cuya época parecería que abundaban los nazareos, habla claramente de los nazareos a quienes el pueblo procura desviar de su abstinencia (2.11–12). Durante todo el período preexílico resulta difícil encontrar pruebas directas de la existencia de nazareos temporarios.
III. Evolución posterior
Desde la época del exilio el nazareato parece haber sido por un período determinado únicamente. Se mezclaron elementos extraños, y el motivo ya no era exclusivamente la penitencia y la devoción. En algunas ocasiones se lo practicó con el fin de obtener ciertos favores de Yahvéh (cf. Jos., GJ 2.313, donde Berenice cumple un voto de 30 días), como actividad ritual meritoria, o incluso para hacer apuestas (Misná, Nazir 5. Sss). Los judíos acaudalados a menudo financiaban el sacrificio final; se dice que Herodes Agripa I lo hacía (Jos., Ant. 19.293), y a Pablo se lo persuadió a que cumpliera este servicio para cuatro miembros de la iglesia de Jerusalén (Hch. 21.23ss; cf. 18.18 para el voto nazareo cumplido por Pablo mismo). Inevitablemente intervino la casuística, y un tratado especial de la Misná (Nazir) fijaba la duración mínima del nazareato en 30 días.
Por las referencias en Josefo parece que los nazareos constituían un rasgo común de la época. Para la sugestión de que Juan el Bautista y Jacobo el hermano del Señor hayan sido nazareos, y para mayor información sobre todo este tema, véase G. B. Gray, JTS,
Bibliografía. R. de Vaux, Instituciones del antiguo Testamento, 1985, pp. 588–590; F. Spadáfora, “Nazireato”, °EBDM, t(t). V, cols. 471–472.
J.D.D.
Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.
Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico
(Hebreo, «consagrado a Dios»).
Nazareo o nazareno era el nombre dado por los hebreos a una persona separada y consagrada especialmente al Señor. Aunque los nazireos no eran conocidos en la historia hebrea primitiva, la única referencia específica a ellos en la Ley es en Números (6,1-21), una sección legal de origen tardío y que sin duda incorpora una codificación de uso inmemorial. Las regulaciones establecidas allí se refieren sólo a personas que se consagraban a sí mismas a Dios por un tiempo específico en virtud de un voto temporero, pero también había nazarenos vitalicios, e incluso hay indicaciones que señalan a padres que consagraban niños a ese estado.
Según la Ley en Núm. 6,1-21, los nazireos podían ser de ambos sexos. Estaban obligados a abstenerse de vino y toda bebida espiritosa e incluso de todos los productos del viñedo durante el período de su consagración. Durante ese mismo tiempo se debían dejar crecer el cabello como señal de su santidad. Se le prohibía al nazir acercarse a cualquier cadáver, incluso de sus parientes más cercanos, bajo pena de deshonra y la consiguiente pérdida de su consagración. Si por accidente se viese deshonrado por la presencia de un cadáver, se debía afeitar “la cabeza de su consagración” y repetir la operación al séptimo día. En el día octavo se debía presentar al santuario con dos tórtolas o pichones de paloma, uno de los cuales era ofrecido en holocausto y el otro por el pecado, y además, para renovar la consagración perdida, era necesario presentar un cordero añal como ofrenda por el pecado. Al expirar el período determinado por el voto, el nazir traía al santuario varias ofrendas, y con ceremonias simbólicas que incluían la rasura de la cabeza y la quema del cabello con el fuego de la ofrenda de paz, el sacerdote lo restauraba a su antigua libertad (Núm. 6,13-21). El significado simbolizado por estos diferentes ritos y regulaciones era en parte negativo, la separación de las cosas mundanas, y en parte positivas, es decir, una mayor plenitud de vida y santidad indicadas por el crecimiento del cabello y la importancia atribuida a la deshonra ceremonial.
Conocemos sobre la existencia de una clase de nazireos perpetuos por menciones ocasionales de ellos en los escritos del Antiguo Testamento, pero estas referencias son tan escasas y vagas que es imposible determinar el origen de la institución o sus regulaciones específicas, las cuales en algunos aspectos deben haber diferido de las especificadas en Núm. 6. Así se dice de Sansón, quien es llamado un “nazir de Dios desde el vientre de su madre) (Jueces 13,5), que “ninguna navaja tocará su cabeza”. No se dice nada sobre la abstención del vino, etc., aunque muchos comentadores lo han asumido plausiblemente, puesto que la restricción se le ordena a la mujer durante el tiempo de su embarazo. Que su cualidad de nazir se consideraba independiente de su deshonra a través del contacto con un cadáver es claro por el relato de su carrera posterior y las famosas hazañas que se le atribuyeron. Generalmente se considera al profeta Samuel entre los nazireos vitalicios, pero no se sabe nada de él a este respecto más allá de lo que se infiere de la promesa de su madre: “Se lo entregaré a Yahveh por todos los días de su vida y la navaja no tocará su cabeza”. (1 Samuel 1,11).
También se ha inferido por Jeremías (35; cf. 2 Reyes 10,15 ss) que los recabitas se consagraban al Señor mediante un voto nazareno, pero en vista de la disputa, la protesta contra la ingestión de vino que forma la base de la asunción es probablemente sólo una manifestación de parte del clan de su preferencia general por la simplicidad de la vida nómada en contraposición a la establecida. En un pasaje de Amós (2,11-12) los nazireos se mencionan expresamente junto con los profetas, como jóvenes suscitados por Dios, y se les reprocha a los israelitas por darles a beber vino en violación de su voto. La última referencia en el Antiguo Testamento está en 1 Macabeos (3,49-50), donde se menciona un número de “nazireos que habían cumplido el tiempo de su voto.” En la Profecía de Jacob (Gén. 49,26), según la Biblia de Douay, se le llama a José un “nazir entre sus hermanos”, pero ahí la palabra original “nazir” debe ser traducida como “jefe” o “líder”—pues nazir es el equivalente del defectivo que se traduce como “nazoreus» en la Vulgata. El mismo señalamiento aplica al pasaje paralelo en Deuteronomio (33,16) y también a Lamentaciones (4,7) donde “nazireos” (hebreo “nezerim”) significa “príncipes” o “nobles”.
Los nazireos aparecen en los tiempos del Nuevo Testamento, y se hace referencia a ellos para ese período no sólo en los Evangelios y Hechos, sino también en las obras de Flavio Josefo (cf. «Ant. Jud.», XX, VI, 1, y «Bell. Jud.», II, . XV, 1) y en el Talmud (cf. «Mishna», Nazir, III, 6). Usualmente se considera al principal entre ellos a San Juan el Bautista, de quien el ángel anunció que él “no bebería vino ni bebidas fermentadas”. No se le llama explícitamente un nazir, ni tampoco se menciona su cabeza sin afeitar, pero la severa austeridad de su vida concuerda con el supuesto ascetismo de los nazireos. Por los Hechos (21,23 ss) sabemos que los primeros cristianos judíos ocasionalmente tomaban el voto nazareno temporero, y es probable que el voto de San Pablo mencionado en Hch. 18,18, fuese de naturaleza similar, aunque la rasura de su cabeza en Cenchræ, fuera de Palestina, no estaba de acuerdo con las reglas establecidas en el capítulo 6 de Números, ni con la interpretación de ellos por las escuelas rabínicas de ese período. (Vea Eaton en Hastings, Dicc. de la Biblia, s.v. Nazarenos.) Si vamos a creer la leyenda de San Hegesipo citada por Eusebio (Hist. Ecl. II.23), Santiago el Menor, obispo de Jerusalén, era un nazir, y realizaba con rigurosa exactitud todas las prácticas ascéticas incluidas en esa regla de vida.
Bibliografía: MEINHARD, De Naziroeis (Jena, 1676); LESETRE, Nazaréat in VIG., Dict. de la Bible, s.v. Nazaréat; FOUARD, Saint Paul, ses missions (Paris, 1892), p. 268; KNABENBAUER, Actus Apostolorum (Paris, 1899), 317 sqq.
Fuente: Driscoll, James F. «Nazarite.» The Catholic Encyclopedia. Vol. 10. New York: Robert Appleton Company, 1911.
http://www.newadvent.org/cathen/10727a.htm
Traducido por Luz María Hernández Medina
Fuente: Enciclopedia Católica