NACIMIENTO VIRGINAL DE JESUS

  1. Definición. El nacimiento virginal de Jesús, tal como aparece en la Biblia, fue un nacimiento en carne humana, de una madre humana normal quien era una virgen en el más estricto sentido de la palabra. Esto significa que Jesús no sólo no tuvo un padre humano, sino que no tuvo lugar ningún coito, de ningún tipo, natural o sobrenatural. El nacimiento virginal fue un milagro especial hecho por la tercera Persona de la Trinidad, por medio del cual la segunda persona de la Trinidad, el Hijo eterno de Dios, tomó para sí mismo una naturaleza humana completa y genuina, y nació como un hombre, no renunciando en absoluto a su total naturaleza divina.

El tipo de milagro se hace claro por el hecho de que ninguna rama de la iglesia cristiana, ningún sector o herejía dentro del movimiento histórico cristiano ha considerado alguna vez al Espíritu Santo como el Padre de Jesús.

La afirmación de que la frase escritural «Hijo de Dios» nunca alude al nacimiento virginal es discutible. Véase Lucas 1:35. Sin embargo, aun aquí las palabras «Hijo de Dios» no necesitan basarse en el nacimiento virginal. Es razonable parafrasearlas de la siguiente manera: «A causa de la sombra protectora del Espíritu Santo y el poder de lo alto, el niño cuando nazca será llamado santo. Él es el «Hijo [eterno] de Dios». Pero de cualquier modo que uno pueda interpretar éste y otros pasajes, es claro que Jesús es presentado como el Hijo de Dios, primeramente a causa de su relación eternamente preexistente con el Padre, y no principalmente a causa del nacimiento virginal, si en algo tiene que ver.

  1. Referencias de las Escrituras. El nacimiento virginal es enseñado claramente en los dos primeros capítulos de Mateo y los tres primeros capítulos de Lucas. Todo el relato de Mateo es dado desde el punto de vista de José, el esposo de María. Los hechos pueden haber sido relatados a Mateo por José mismo. La genealogía de Mateo 1:1–16 bien puede ser la de José, porque Jesús, nacido y criado en su hogar, legalmente era su hijo. Este hecho no constituye ni en el menor de los casos un argumento en contra del nacimiento virginal. Contrariamente a la nota de la RSV a Mt. 1:16 (que dice «otras autoridades antiguas leen José, con quien fue desposada la Virgen María, fue el padre de Jesús que es llamado el Cristo»), hay un solo manuscrito griego que contiene esta lectura, y la evidencia textual indica que no es más que el error de un escriba.

El relato de Lucas es dado desde el punto de vista de María. Ella misma pudo haber sido uno de los «testigos oculares» (Lc. 1:2) de quienes Lucas dice haber obtenido datos. La genealogía de Lc. 3:23–38 puede ser considerada como la genealogía de María.

Las discrepancias alegadas entre los dos relatos son, en su mayor parte, resueltas por el estudio cuidadoso. Puede hacerse mención del hecho de que en Lc. 2:22 el pronombre plural es apoyado por una evidencia sólida,—«los días de la purificación de ellos». Esto se alega para constituir la evidencia de que José fue el padre físico de Jesús. Sin embargo, la ceremonia, conforme a como se ordena en Lv. 12, tenía referencia a la madre y al niño, en ningún caso al padre. Por lo tanto, el pronombre plural en Lucas 2:22 no se refiere a José y María, sino a María y Jesús. Desde el rito iniciatorio, la circuncisión y presentación con ofrenda de sangre, a través de toda su vida, Jesús satisfizo el ritual judío en todo su sentido.

Al lado de los relatos de Mateo y Lucas, la doctrina de la preexistencia de Jesús como el Hijo eterno de Dios, como lo enseñaron Juan y Pablo, requiere la presuposición del nacimiento virginal. Véase especialmente Gá. 4:4 y Jn. 1:14.

La profecía de Is. 7:14 ha sido muy discutida. El argumento que el «Hijo» nacido de la «Virgen», ahí referido, es Jesús no depende de los tecnicismos del estudio de la palabra hebrea ʿalmāh o de la palabra griega parzenos. (1) El hecho es simplemente que el nacimiento del Hijo iba a ser un símbolo», ʾôṯ. (2) La profecía está dirigida a la «casa de David» como un todo, y el «símbolo es para vosotros» no para «ti» Acaz. (3) El nombre del «Hijo» iba a ser Emanuel, «Dios con nosotros». (4) Antes que el «Hijo» pasara su infancia, los sucesos políticos del tiempo de Acaz serían cosas del pasado.

III. Singularidad. La doctrina bíblica del nacimiento virginal es única en la cultura humana. Se han hecho intentos de argumentar que el nacimiento virginal no es más que otra leyenda, como las historias paganas de héroes, quienes eran mitad dios y mitad hombre. Por el contrario, la doctrina bíblica es la que plantea un nacimiento virginal en el más estricto sentido. Véase la «Definición» de más arriba. Sin excepción, las historias paganas con las cuales se ha intentado comparar envuelven la convivencia de un dios con un ser humano. Además, para la doctrina bíblica es esencial que Jesús no sea mitad dios y mitad hombre, sino que él es «Dios manifestado en carne». «Reteniendo todos los atributos de Dios [en morphē zeou huparchōn] él se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo» (Fil. 2:6–7).

  1. Importancia. Se alega algunas veces que la doctrina del nacimiento virginal es de relativa y poca importancia para la iglesia cristiana.

Por el contrario, si la doctrina bíblica del nacimiento virginal no es históricamente verdadera, no hay razón o base para sostener las otras doctrinas evangélicas, porque entonces la Biblia debe ser rechazada como una autoridad para la fe y para la vida. Además, no hay duda de que la Biblia presenta la encarnación como el haber tomado lugar por medio del nacimiento virginal, y no en forma ficticia como se dice y sostiene tan ampliamente en estos días. De hecho, no podemos concebir al Hijo de Dios, eterno y preexistente, llegando a ser hombre por medio de una progenie normal, sin dejar de ser Dios. En una progenie normal una nueva «persona» comienza a existir.

BIBLIOGRAFÍA

De toda la cantidad de literatura dos libros deben ser mencionados como sobresalientes: (1) The Virgin Birth of Christ de James Orr, Scribners, 1907. De aquí está tomada la respuesta a las discrepancias alegadas, especialmente las dos genealogías anteriormente mencionadas. (2) The Virgin Birth of Christ de J. Gresham Machen, Harper, 1930. Éste es un tratamiento magistral del tema, notable, entre otras características, por el tratamiento de las similitudes alegadas a la mitología pagana.

  1. Oliver Buswell, Jr.

RSV Revised Standard Version

Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (413). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

Fuente: Diccionario de Teología