Se deriva del griego monos, «solo». Es un término general para la renunciación de la vida en la sociedad en favor del ideal de una vida de devoción sin reservas para Dios. No es algo exclusivo del cristianismo, sino se encuentra en todo sistema religioso que ha obtenido un desarrollo ético avanzado. El monasticismo comúnmente se extiende más allá de su estricta soledad para abrazar las comunidades religiosas.
El monasticismo cristiano se originó en la segunda mitad del tercer siglo. Sus raíces han tratado de encontrarse en diferentes fuentes, como india, griega, egipcia o judía; pero parecería que desde el principio había exhibido una marcada independencia de cualquier otra forma de ascetismo. K.S. Latourette (en A History of Christianity, Harper, New York, 1953, p. 225), afirma que «parecería probable que el impulso que lo produjo venía predominantemente, quizás del todo, del Evangelio». De hecho, se buscaba apoyo escritural recurriendo a pasajes como 1 Jn. 2:15–17; 1 Co. 7:38, 40; Ro. 14:2, 21 y Ap. 14:4, como también a los preceptos del Señor mismo.
El surgimiento del monasticismo puede ser trazado en tres etapas: (1) los ermitaños, de los cuales el primero fue quizás Pablo de Tebas, y, el más conocido, Antonio de Egipto; (2) los lauras, o colonias de solitarios bajo un abad, los cuales fueron desarrollados por Pacomio; y (3) los monasterios. El monasticismo se introdujo en Occidente en el siglo cuarto, y al principio siguió los modelos orientales. Después, cerca de 525, Benedicto fundó Monte Casino y formuló su famoso Reglamento que vino a ser la carta constitucional del Occidente por cuatro siglos. Este fue un punto crucial en la historia del monasticismo, lo que marcó no sólo «la transición de lo incierto y vago al gobierno de ley» (F. A. Gasquey, Preface to Montalembert, Monks of the West, Patrick Donahoe, Boston, 1872, I p. 21), sino que introdujo una concepción totalmente nueva del trabajo espiritual. No obstante, tal como H.B. Workman lo indica (Evolution of the Monastic Ideal, London, 1913, p. 220), «este cambio, no importa lo valioso que fuera desde el punto de vista de la historia de la civilización, probó ser fatal a la larga para los principios del monasticismo», y con la llegada de los frailes, el movimiento declinó.
BIBLIOGRAFÍA
- Harnack, Monasticism, its Ideals and History; C. Butler en Cambridge Medieval History; F. Cabrol en HERE.
- Skevington Wood
HERE Hastings’ Encyclopaedia of Religion and Ethics
Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (406). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.
Fuente: Diccionario de Teología