El Texto Recibido (Textus Receptus) del NT contiene veintisiete ocurrencias del término mustērion, veinte de las cuales se encuentran en los escritos de Pablo, y la mitad de estos se encuentran en Efesios y Colosenses.
En la mayoría de los casos, la referencia es al plan de salvación o algún aspecto de él: el reino de Dios (Mt. 13:11; Mr. 4:11; Lc. 8:10), el endurecimiento de Israel y la salvación de los gentiles (Ro. 11:25), o a la fusión de ambos en un sólo nuevo cuerpo (Ef. 3:3–4); el evangelio, en especial con referencia a su ministerio (1 Co. 2:7; 4:1; Ef. 6:19; Col. 4:3) y a su aceptación (Ro. 16:25; Ef. 1:9; Col. 1:26–27), todo el alcance de la redención de Dios (Ef. 1:9; 3:9), el evento de la resurrección (1 Co. 15:51), la religión cristiana o sus verdades centrales (1 Ti. 3:9, 16), y en forma suprema a Cristo mismo (Col. 2:2). En una ocasión se refiere al matrimonio (Ef. 5:32); dos veces, a aquellos secretos a los que los profetas tienen acceso (1 Co. 13:2; 14:2); una vez, a la incorporación de las fuerzas anticristianas (2 Ts. 2:3); cuatro veces, a una figura simbólica en el Apocalipsis (Ap. 1:20; 10:7; 17:5, 7).
En la LXX, mustērion significa «secreto»: el propósito escondido de Dios (Sal. 24:14; Sabiduría 2:22), o una estrategia general, escondida hasta que se pone en operación (Judit 2:2). En su uso clásico se refiere a cualquier cosa escondida, pero de modo predominante, generalmente en plural, a «los misterios» de un estado o secta religiosos los que se esconden de los no iniciados en ella.
Los misterios tales como los de Eleusiniano, prominente en los cultos atenienses, sublimaba los ritos primitivos a la fertilidad. También había misterios menos oficiales, algunos crudamente orgiásticos. Las conquistas de Alejandro proveyeron de una interacción de las filosofías griegas y orientales, una interacción de filosofías, misticismo y ritos de fertilidad que dieron a los misterios una importancia mundial. Los misterios servían a aquella ansiedad por «salvación»—seguridad, inmortalidad, reposo sacramental—que era notable antes de la venida de Cristo. Cultos como Isis de Egipto, Célibe de Frigia, y en especial Mitras (que tuvo un éxito tremendo en el ejército romano del tercer siglo d.C.), se esparcieron a través de todo el mundo grecorromano. Se acentuó grandemente su naturaleza esotérica y la iniciación propia: en algunos ritos se introdujo el rito asiático de taurobolium, esto es, el baño en sangre de toro, y la formula renatus in aeternum. Poco tenían que ver con una redención histórica, y tenían poco énfasis moral.
La LXX ilumina más el NT que los misterios paganos. Mustērion se asocia con frecuencia con la presciencia de Dios y su voluntad inescrutable (p. ej., Ro. 16:25; 1 Co. 2:7; Ef. 1:9; 3:9; Col. 1:26). Además, en muchos contextos, se hace énfasis no en el carácter escondido del misterio, sino en su revelación. Y con esto no se tiene en mente una revelación sólo para los iniciados: mustērion se aplica a la predicación cristiana en contextos que explícitamente mencionan su carácter público (Ef. 6:19; 4:3). El misterio cristiano, escondido desde la eternidad en el consejo de Dios, ahora se da a conocer y puede ser resumido (1 Ti. 3:16) y predicado universalmente (por esto la traducción de Moffatt, «secreto público» en Ef. 1:9; Col. 1:26; 2:2; 4:3). Mientras que el uso clásico favorece el plural, lo común en el NT es que se use el singular. El contexto de 1 Co. 2:7 contiene varios términos que tienen una fragancia de misterio: «sabiduría», «conocimiento», «perfecto»; pero la naturaleza del argumento de Pablo sugiere que el vocabulario vino de los corintios mismos. Si se nota la referencia al consejo secreto de Dios ahora revelado, podemos concluir que, aquí como en otros lugares, aunque podría haber matices de los misterios que muchos gentiles cristianos debieron de haber conocido, es dudoso que estén en primer plano. Mustērion se usa para señalar puntos culminantes del trato que Dios tiene con el hombre. Correspondientemente, se puede usar para referirse a las obras del enemigo de Dios (2 Ts. 2:7).
Quedan pocos adherentes de la escuela que creía que el cristianismo primitivo consistía en un misterio soteriológico, que usaba al bautismo como rito de iniciación—rito que había sido injertado en las enseñanzas básicas de Jesucristo—, y que no daba razón cómo fue que el cristianismo por sí solo sobrevivió la era del imperio romano. Con más frecuencia se sostiene que los escritores del NT estaban embebidos en la terminología del misterio, y es mejor entenderlos según este trasfondo (Cf. desde varios puntos de vista, W.L. Knox, Some Hellenistic Elements in Primitive Christianity, Oxford, 1942; R. Bultmann, Gnosis en TWNT; R. Perdelwitz, Die Mysterienreligionen und das Problem des I Petrusbriefs, Giessen, 1911). Pero tales casos frecuentemente se pueden entender mejor investigando al AT, LXX o fuentes judías (mustērion es un extranjerismo en el hebreo rabínico—SBK, I, pp. 659ss.), y las comparaciones a menudo provienen de tiempos posteriores al NT.
Todavía quedan otros usos de mustērion. En 1 Co. 13:2; 14:2 la referencia primaria es al carácter escondido e inefable del discernimiento que los profetas reciben, pero que aparentemente no pueden comunicar. Ef. 5:32 se explica mejor cuando se usa el término «símbolo» en su sentido patrístico. Un sentido similar debe darse a los ejemplos del Apocalipsis.
Cuando la Vulgata tradujo mustērion por sacramentum, se hizo responsable de que, en tiempos posteriores, los sacramentos—y la comunión en particular—recibieran el título de «misterios». La Vulgata jugó también un papel influyente en la clasificación del matrimonio como un sacramento.
Considerando que las religiones de misterio debieron de ser las grandes rivales del cristianismo es sorprendente lo poco que los escritores antiguos hablan de ellas, probablemente porque estaban más preocupados del intento gnóstico de convertir al cristianismo, desde dentro, en un culto de misterio. Aun así, Clemente de Alejandría, para mostrar que el cristianismo es el verdadero Gnosis, usa el vocabulario gnóstico (Protrepticus CXX. 1).
BIBLIOGRAFÍA
Arndt; G. Bornkamm en TWNT; E. Hatch, Essays in Biblical Greek, pp. 57–62; C.L. Mitton, Epistle to the Ephesians, pp. 86ss.; R. Reitzenstein, Die Hellenistischen Mysterienreligionen, 3rd. ed.; H.A.A. Kennedy, St. Paul and the Mystery Religions; S. Dill, Roman Society from Nero to Marcus Aurelius; F. Cumont, Les Religions Orientales dans le Paganisme Romain.
Andrew F. Walls
LXX Septuagint
TWNT Theologisches Woerterbuch zum Neuen Testament (Kittel)
SBK Kommentar zum Neuen Testament aus Talmud und Midrasch (Strack and Billerbeck)
Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (399). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.
Fuente: Diccionario de Teología