MARIA DE BETANIA

«Pero sólo una cosa es necesaria; y Marí­a ha escogido la parte buena, la cual no le será quitada». [Lucas 10:42]
Marí­a de Betania representa una mujer mí­stica, contrastando con Marta, que es un ejemplo de piedad activa. La primera escogió vivir en su mundo interior; la segunda prefirió hacer más hermoso el mundo que la rodeaba. Esto son dos ejemplos, pero se dan naturalmente, toda clase de posiciones intermedias en nuestras iglesias.

No se trata de algo que uno escoge: ser de una u otra forma, sino que es cuestión de temperamento y de la verdadera esencia de la personalidad. Por ello la una no debe pasar juicio condenatorio sobre la otra. Los dos tipos tienen que existir. Es más, no podemos pasarnos de ninguno de los dos. El mundo suele preferir a la mujer activa, pero necesitamos también los pensamientos profundos y la meditación de la otra. Por otra parte, una vida de excesiva introspección serí­a como un sueño.

Por esta razón Marí­a de Betania ocupa una posición peculiar en el grupo de amigos de Jesús. Representa la mujer de pensamientos internos profundos y cultivados. Ve lo que otros no ven. Observa, y sus palabras y actos suelen ir más profundo que los de los que la rodean.

Se nos dan tres particulares de su vida, los tres tí­picos de esta clase de mujer. Aproximadamente un año antes de la muerte y resurrección de Lázaro Jesús habí­a parado en Betania. En aquella ocasión Marta se apresuró a servir a Jesús, pero Marí­a se colocó a sus pies escuchando sus palabras «Marí­a escogió la parte buena», nos dice Jesús. Un año después Lázaro murió. Observamos que Marta corre a recibir a Jesús, mientras Marí­a está todaví­a aturdida por los sucesos y se queda en casa. Poco antes de morir Jesús vuelve a parar en Betania. Marta habí­a preparado la comida y se asegurarí­a que no faltara nada en la mesa. Pero Marí­a notó que faltaba algo. A la prosa, añadió poesí­a divina ungiendo al Maestro amado con un frasco de perfume de nardo. Fue como si dedicara al Cordero de Dios al inminente sacrificio.

No siempre aprecia el mundo estos rasgos delicados. A estas personas se las acusa de pasivas. Marta le echó en cara que descuidaba el deber de ayudar a los preparativos. Jesús la defendió. En la tumba de Lázaro, las lágrimas de Marí­a conmovieron al Maestro el cual acabó también llorando al verlas. Y cuando Marí­a le ungió con el perfume de nardo, Jesús otra vez aprobó lo que otros criticaban y dijo que su acción serí­a recordada en las generaciones futuras.

No podemos olvidar el valor de la vida emocional y meditativa de las Marí­as. Son lámparas en la iglesia. Son llama de amor viva.

Preguntas Sugeridas Para Estudio Y Discusión:
1.¿Cuál fue la buena parte que escogió Marí­a?
2.¿Cómo dedicó a Cristo para su sacrificio? ¿Qué otras cosas recordamos de ella?
3.¿Queda justificado un misticismo puramente sentimental?

Fuente: Mujeres de la Biblia