v. Bondad, Humildad
Ecc 10:4 porque la m hará cesar grandes ofensas
Zep 2:3 buscad justicia, buscad m; quizás seréis
1Co 4:21 con vara, o con amor y espíritu de m?
2Co 10:1 yo Pablo os ruego por la m .. Cristo
Gal 5:23 m, templanza; contra tales cosas no hay
6:1
(heb., †™anawah, sufri-miento; gr., praütes). A los mansos (oprimidos) se les asegura la ayuda divina y la victoria final (Psa 22:26; Psa 25:9; Psa 37:11). Jesús fue enviado para ministrar a ellos (Psa 45:4; Isa 11:4; Isa 29:19; Zep 2:3). La mansedumbre es un fruto del Espíritu (Gal 5:23) y una característica de Jesús (Mat 11:29; 2Co 10:1).
Se demanda que los creyentes sean mansos y que muestren un espíritu de humildad el uno para con el otro (Eph 4:2; Col 3:12; Tit 3:2) y para con los no creyentes (1Pe 3:15). Un maestro debía ser manso (2Ti 2:25). La mansedumbre es una marca del discipulado verdadero y no implica que uno sea débil o vacilante.
Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano
(apacible, trato suave).
– Cuando Jesús nos invitó a que lo imitáramos, no nos dijo «aprended de mí a hacer milagros», sino «aprended de mí a ser mansos y humildes», Mat 11:29, Mat 21:5, Jua 8:50.
– Los «mansos» poseerán la tierra, ¡esta tierra!, no los vivos o poderosos, Mat 5:5.
Diccionario Bíblico Cristiano
Dr. J. Dominguez
http://biblia.com/diccionario/
Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano
La virtud del que es de trato suave y tarda mucho en airarse. Dios es †œmisericordioso y clemente, lento para la ira, y grande en misericordia y verdad† (Sal 86:15). Pero nunca se dice que Dios es manso. El término hebreo anaw, equivalente a manso, tiene que ver con el sentido de una humildad surgida tras un proceso de aflicción (†œMoisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra† [Num 12:3]). La virtud de la m. es elogiada en todas partes de la Escritura como algo que debe buscarse. Dios salvará a †œtodos los mansos de la tierra† (Sal 76:9).
El Señor Jesús dijo: †œAprended de mí, que soy manso y humilde de corazón† (Mat 11:29). La m. y la humildad van siempre juntas (Efe 4:2; Col 3:12). La m. (gr. prautes) es uno de los aspectos del fruto del Espíritu (Gal 5:23). Los creyentes que tienen alguna sabiduría, deben mostrar †œpor la buena conducta sus obras en sabia m.† (Stg 3:13). El pastor †œno debe ser contencioso†, sino †œamable para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con m. corrija a los que se oponen† (2Ti 2:24-25; Tit 3:2).
Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano
vet, Es aquella serenidad de espíritu pacífica y humilde, en virtud de la cual el hombre no se deja arrebatar fácilmente de la cólera con motivo de las faltas o el enojo de los demás (Pr. 16:32; Stg. 3:7, 8, 13). Dios mora con un espíritu de ese linaje y le concede bendiciones especiales (Is. 57:15; 66:2; Mt. 5:5). La mansedumbre es una gracia cristiana (1 Ti. 6:11), adquirida aun por muchos espíritus naturalmente fogosos, como Moisés (Ex. 2:12; Nm. 12:3) y Pablo (Hch. 26:10, 11; 1 Co. 9:19), y debe adquirirse por todos los que quieran ser como Cristo. Es un fruto del Espíritu (Gá. 5:23; 6:1), del amor (1 Co. 4:21) y de la bondad divina (Col. 3:12).
Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado
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Virtud cristiana frecuentemente recomendada en el Evangelio. «Bienaventurado los mandos de corazón, pues ellos verán a Dios» (Mt. 5.5.). Las 16 veces que se emplea el término «mansedumbre» («prays», en griego) se hace como expresión de dulzura, benevolencia o suavidad. Jesús mismo se propone como modelo «Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón.» (Mt. 11.29). Por eso la mansedumbre es signo de paz, de fortaleza y de serenidad.
Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006
Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa
Actitud personal, y en la convivencia, de apacibilidad, de dulzura. Jesús se presenta como ejemplo de mansedumbre (Mt 11,29; 21,5) y proclama bienaventurados a los mansos (Mt 5,5). ->; misericordia.
E. M. N.
FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001
Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret
Nos preguntamos en qué consiste esta actitud de la que el Nuevo Testamento nos habla con tanta insistencia y que nos parece, a primera vista, tan poco popular, tan poco actual. Quizá nos resulte más familiar en su versión de noviolencia. Hay una traducción moderna del pasaje de Mateo que nos ofrece esta versión: «Bienaventurados los que no son violentos porque Dios les da la tierra prometida». En cambio, en su acepción de «blandura» o «mansedumbre», esta palabra tiene escasa aceptación en nuestros tiempos, y se confunde a menudo con debilidad, una fácil condescendencia, por tanto, una virtud únicamente negativa o pasiva, no apta para el combate moral del hombre en una sociedad dura y difícil como la nuestra. Se puede confundir, incluso, con el carácter jovial, pacífico, con la ataraxia, la imperturbabilidad del que sabe controlarse siempre, tal vez por cálculo, por diplomacia. Al contrario, la mansedumbre de Cristo —y la de los santos— es el respeto, la verdad de la actitud humana ante la esfera del espíritu; es la capacidad de distinguir el mundo de la materia —donde actúa la fuerza— del mundo del espíritu —donde se manifiestan la persuasión y la verdad—. La mansedumbre es la capacidad de reconocer que en las relaciones personales —las que constituyen el nivel propiamente humano de la existencia— la coacción o la prepotencia no sirven, que es más eficaz la persuasión, el calor del amor. La mansedumbre es la capacidad de creer en la fuerza transformadora de la amistad. Por tanto, el hombre manso según el evangelio es aquel que, a pesar del ardor de sus sentimientos, es dúctil y flexible, no es posesivo; es interiormente libre, siempre sumamente respetuoso con el misterio de la libertad, imitando en esto a Dios, que todo lo hace respetando exquisitamente al hombre, al que mueve a la obediencia y al amor, sin forzarle nunca.
Carlo María Martini, Diccionario Espiritual, PPC, Madrid, 1997
Fuente: Diccionario Espiritual
Apacibilidad de carácter exenta de altivez o vanidad. Predisposición mental que permite sufrir con paciencia las ofensas que se reciben sin irritación, resentimiento o ánimos de venganza. La mansedumbre está estrechamente enlazada con otras virtudes, como la humildad y la amabilidad, de las que rara vez se la halla separada. (Véanse APACIBILIDAD; HUMILDAD.) La palabra hebrea traducida †œmanso† (`a·náw) viene de la raíz `a·náh, que significa †œafligir; humillar†.
En la Biblia se destaca la mansedumbre como actitud mental que se tiene, en primer lugar, hacia Dios, y después, hacia el prójimo. Por ejemplo, está escrito: †œLos mansos ciertamente aumentarán su regocijo en Jehová mismo†. (Isa 29:19.) Las personas mansas son enseñables —Jehová †œenseñará a los mansos Su camino† (Sl 25:9)— y están dispuestas a aguantar disciplina de parte de Dios, aunque les sea gravoso por el momento. (Heb 12:4-11.) La mansedumbre hace que las personas esperen en Jehová para que El corrija los males y daños sufridos injustamente en lugar de airarse. (Sl 37:8-11.) No se les decepciona, pues aquel a quien Jehová nombró para ello, la †œramita del tocón de Jesé†, censurará con justicia †œa favor de los mansos de la tierra†. (Isa 11:1-4.)
Moisés. Moisés fue precisamente esa clase de hombre, †œera con mucho el más manso de todos los hombres que había sobre la superficie del suelo†, aceptaba la crítica sin resentimiento. (Nú 12:3.) Este comentario en cuanto a su mansedumbre se hizo cuando Míriam y Aarón murmuraron contra él. En realidad, fue una queja injustificada contra Jehová, queja que El rápidamente notó y censuró. (Nú 12:1-15.)
Algunos comentaristas dicen que al hablar de su propia mansedumbre, Moisés se estaba alabando a sí mismo de manera injustificada. Otros afirman que esta declaración se añadió con posterioridad, y algunos críticos la presentan como prueba de que Moisés no escribió el Pentateuco. Sin embargo, el Commentary de Cook dice al respecto: †œSi tenemos en cuenta en nuestro examen [de estas palabras] que Moisés no las pronunció motu proprio [de su propia iniciativa], sino bajo la guía del Espíritu Santo que estaba sobre él (cf. XI. 17), veremos que dan muestra de una cierta †˜objetividad†™, cualidad que testifica tanto de su autenticidad como de su inspiración. En estas palabras, al igual que en los pasajes donde Moisés guarda un registro no menos claro de sus propias faltas (cf. XX. 12 ss.; Ex. IV. 24 ss.; Deut. I. 37), se percibe la sencillez del que da testimonio de sí mismo, pero no para sí mismo (cf. S. Mat. XI. 28, 29). Estas palabras se insertan a fin de explicar la razón de que Moisés no hiciera nada por vindicarse y de que, consiguientemente, el Señor interviniera con tanta prontitud†.
Jesucristo. Jesucristo demostró mansedumbre al aguantar todo tipo de injuria sin una palabra de queja, incluso al dejarse llevar al degüello como un cordero sin tan siquiera protestar. (Flp 2:5-8; Heb 12:2; Hch 8:32-35; Isa 53:7.) Aunque era mayor que Moisés, fue como él un ejemplo de mansedumbre o apacibilidad de genio. (Mt 11:28, 29, BJ, NC, NM, NTI, Val.) Como se predijo en Isaías 61:1, se le ungió con el espíritu de Jehová †œpara anunciar buenas nuevas a los mansos†. Después de leer esta profecía en la sinagoga de Nazaret, el pueblo donde se crió, Jesús dijo: †œHoy se cumple esta escritura que acaban de oír†. (Lu 4:16-21.) Al enviar a su amado Hijo para enseñar a los mansos la salvación, Dios les hacía objeto de un favor muy especial. (Sl 149:4; Pr 3:34.)
Trae beneficios. La invitación del profeta Sofonías todavía se extiende a los mansos de la Tierra: †œBusquen a Jehová, todos ustedes los mansos de la tierra, los que han practicado Su propia decisión judicial. Busquen justicia, busquen mansedumbre [o, humildad]. Probablemente se les oculte en el día de la cólera de Jehová†. (Sof 2:3, nota.) Además de esta, también hay otras promesas maravillosas de vida y paz para tales personas. Por ejemplo: †œLos mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz†. (Sl 37:11.) Tanto en sentido espiritual como literal, †œlos mansos comerán y quedarán satisfechos†. (Sl 22:26.)
Por tanto, en contraste con los inicuos, que descarrían a los mansos y buscan su ruina (Am 2:7; 8:4), Jehová escucha sus deseos sinceros y contesta sus oraciones; su esperanza en Jehová no se ve defraudada. (Sl 10:17; 9:18.) Con toda razón dice el proverbio: †œMejor es ser humilde de espíritu con los mansos que dividir el despojo con los que a sí mismos se ensalzan†. (Pr 16:19.)
Fuente: Diccionario de la Biblia
«Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón» (Mt 11,29). Jesús, que habla así, es la revelación suprema de la mansedumbre de Dios (Mt 12,18ss); él es la fuente de la nuestra cuando proclama : «Bienaventurados los mansos» (Mt 5,4).
1. La mansedumbre de Dios. El AT canta la inmensa y clemente bondad de Dios (Sal 31,20; 86,5), manifestada en su gobierno del universo (Sab 8,1; 15,1), y nos invita a *gustarla (Sal 34,9). Más dulces que la miel son la palabra de Dios, su ley (Sal 119,103; 19,11; Ez 3,3), el conocimiento de su sabiduría (Prov 24,13; Eclo 24,20) y la fidelidad a su ley (Eclo 23,27). Dios alimenta a su pueblo con un *pan que satisface todos los gustos; así revela su suavidad (Sab 16,20s), suavidad que hace gustar al pueblo, cuyo esposo amadísimo es (Cant 2,3), suavidad que el Señor Jesús acaba de revelarnos (Tit 3,4) y de hacernos gustar (1Pe 2,3).
2. Mansedumbre y *humildad. Moisés es el modelo de la verdadera mansedumbre, que no es debilidad, sino humilde sumisión a Dios basada en la fe en su amor (Núm 12,3; Eclo 45,4; 1,27; cf. Gál 5,22s). Esta humilde mansedumbre caracteriza al «*resto», al que Dios salvará, y al rey que dará la paz a todas las naciones (Sof 3,12; Zac 9,9s = Mt 21,5).
A estos mansos, sometidos a la palabra divina (Sant 1,20ss), los dirige Dios (Sal 25,9), los sostiene (Sal 147,6), los salva (Sal 76,10), les da el trono de los poderosos (Eclo 10, 14) y les hace gozar de la paz en su tierra (Sal 37,11 = Mt 5,4).
3. Mansedumbre y caridad. El que es dócil a Dios es manso con los hombres, especialmente con los pobres (Eclo 4,8). La mansedumbre es fruto del Espíritu (Gál 5,23) y signo de la presencia de la Sabiduría de lo alto (Sant 3,13.17). En su doble aspecto de tranquila suavidad (gr. prautes) y de moderación indulgente (gr. epieikeia), la mansedumbre es una característica de Cristo (2Cor 10,1), de sus discípulos (Gál 6,1; Col 3,12; Ef 4.2) y de sus pastores (1Tim 6,11 ; 2Tim 2,25). Es el ornato de las mujeres cristianas (IPe 3, 4) y constituye la felicidad de sus hogares (Eclo 36,23). El verdadero cristiano, aun en la persecución (IPe 3,16), muestra a todos una mansedumbre serena (Tit 3,2; Flp 4,5); así da a todos testimonio de que «el yugo del Señor es suave» (Mt II, 30), puesto que es el yugo del amor.
-> Gustar – Humildad.
LEON-DUFOUR, Xavier, Vocabulario de Teología Bíblica, Herder, Barcelona, 2001
Fuente: Vocabulario de las Epístolas Paulinas
La mansedumbre se relaciona estrechamente con la gentileza, la moderación, aunque praotēs (1 Co. 4:21; 2 Co. 10:1; Gá. 5:23; 6:1; Ef. 4:2; Col. 3:12; 2 Ti. 2:25; Tit. 3:2; Stg. 1:21; 3:13; 1 P. 3:15) y praos (Mt. 5:5; 11:29; 21:5; 1 P. 3:4) tienen un significado distintivo, por lo general, se traducen como «mansedumbre» o «manso». Corresponden a ʿănāna, ʿānî, ʿānāw, que originalmente significan aflicción y desamparo; pero adquieren un significado moral y denotan una contrición de espíritu delante de Dios, siendo sinónimo con humildad (Sal. 22:24–26; 147:6; Is. 11:4; 61:1). La mansedumbre en el AT es primeramente hacia Dios.
En el NT, también, la mansedumbre es humildad nacida de una verdadera humillación delante de Dios en primer lugar, pero resulta en una gentileza y perdón desinteresado hacia los demás. En ningún lugar, la Escritura tiene algún significado opuesto o indigno. Los mansos son poderosos en los propósitos de Dios (cf. Moisés, Nm. 12:3).
William Barclay afirma que praotēs no es «una gentileza débil», y en tanto que la gentileza está allí, detrás existe una fortaleza de acero. Moisés y supremamente Cristo la exhibieron (cf. Mr. 10:13–16 y Jn. 2:14–17).
BIBLIOGRAFÍA
J.S. Banks en HDB; Wm. Barclay, A New Testament Wordbook.
- Colin Craston
HDB Hastings’ Dictionary of the Bible
Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (377). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.
Fuente: Diccionario de Teología
El elevado lugar que se concede a la mansedumbre en la lista de virtudes humanas se debe al ejemplo y la enseñanza de Jesucristo. Los escritores paganos mostraban mayor respeto por el hombre que confiaba en sí mismo. No obstante, sus raíces se encuentran en el
En el NT la palabra mansedumbre (prautēs y el adjetivo praus) se refieren a una actitud interior, mientras que la *benignidad o ternura se expresa más bien por una acción externa. Es parte del fruto del carácter semejante al de Cristo, producido solamente por el Espíritu (Gá. 5.23). Los mansos no se resienten ante la adversidad, debido a que aceptan todo como efecto del sabio y amoroso propósito de Dios para ellos, de modo que también toleran injurias de los hombres (como lo hizo Moisés en el ejemplo mencionado), sabiendo que Dios las permite para su bien final (cf. 2 S. 16.11). La mansedumbre y la ternura de Cristo fueron el origen del ruego de Pablo a los desleales corintios (2 Co. 10.1). El apóstol recomendaba la mansedumbre como el espíritu en el cual se debía amonestar a un hermano errado (2 Ti. 2.25), y en el cual debían soportarse unos a otros (Ef. 4.2). En forma similar, Pedro exhortaba diciendo que era necesario responder con mansedumbre al pagano que inquiría o discutía (1 P. 3.15). La mansedumbre se manifiesta en forma suprema en el carácter de Jesús (Mt. 11.29; 21.5), lo cual quedó demostrado en grado superlativo cuando se mantuvo sin replicar o justificarse a sí mismo ante quienes lo acusaban injustamente.
Bibliografía. W. Bauder, “Humildad”, °DTNT, t(t). II, pg. 314ss; W. Barclay, “La docilidad cristiana”, Palabras claves del Nuevo Testamento, 1977, pp. 183.
F. Hauck, S. Schulz,
Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.
Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico