MAGDALENA (MARIA)

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Marí­a Magdalena es una de las más preeminentes mujeres de la Galilea que siguen a Jesús. Los evangelios canónicos no describen la historia del encuentro inicial entre Marí­a Magdalena y Jesús, ella aparece en los cuatro relatos como un testigo de la Muerte, Sepultura y Resurrección de Jesús.

El Nuevo Testamento indica la ciudad de la que Marí­a vino y es localizada en el sur de la llanura de Genesaret, sobre la orilla del Mar de Galilea al norte de Tiberí­as. El Talmud sitúa una ciudad conocida como la «torre del pescado», en lengua aramea Migdal Nunnaya, a una distancia de dos mil metros de Tiberí­as. La ciudad no es mencionada por su propio nombre en la Biblia, aunque derivada de una forma adjetiva) Magdala se encuentra en el Nuevo Testamento (Mat 27:56, 61; 28:1; Mc 15:40, 47; 16:1, 9; Lc 8:2; 24:10; Jn 19:25; 20:1, 18), exclusivamente como una descripción de Marí­a.

Lucas menciona a Marí­a Magdalena como una de un largo grupo de mujeres que proveen a Jesús y a los Doce fuera de sus medios (Lc 8, 2). El grupo incluye algunas mujeres que han sido curadas de espí­ritus inmundos y enfermedades. Una de éstas es Marí­a «de la que habí­a sacado siete demonios» (Lc 8, 2; Mc 16, 9)
Marí­a estaba con el grupo de las mujeres galileas que habí­an acompañado a Jesús a Jerusalén, ellas eran testigos de la crucifixión, ellas habí­an observado la tumba donde depositaron el cuerpo de Jesús y prepararon su sepultura y experimentaron la asombrosa aparición de dos hombres con vestiduras relucientes (Lc 23, 49. 55-56; 24, 1-9). En el relato lucano, Marí­a es identificada especialmente como uno de aquellos que dijeron a los apóstoles acerca de los acontecimientos del dí­a de la Pascua (Lc 24:10-11; cf. Mc 16:9-11).

Marcos describe la presencia de Marí­a Magdalena en la crucifixión (Mc 15:40), la tumba (Mc 15:47), y la tumba vací­a (Mc 16:1) suministra un ví­nculo de testigos continuos a la Muerte, Sepultura y Resurrección de Jesús. En este papel, Marí­a está acompañada por Marí­a, la madre de Santiago y José, y Salomé (cuya presencia en la tumba no es mencionada especificamente en Mc 15:47), pero el papel de Marí­a es preeminente porque ella siempre es citada en la primera instancia.. Estas tres mujeres son identificadas claramente como discí­pulas de Jesús. Su propósito de ir a la tumba el dí­a del sábado era para ungir el cuerpo de Jesús. En el lugar, ellas descubren la tumba abierta y oyeron la proclamación pascual.

Mateo también describe que Marí­a es una de las que contemplaron la crucifixión (Mt 27, 56), la sepultura (Mt 27, 61) y la tumba vací­a que ella fue a ver (Mt 28, 1). Mateo, sin embargo, parte de la historia marcana citando los nombres y propósito de las mujeres que acompañaron a Marí­a Magdalena.

El evangelista Mateo también difiere significativamente de Marcos en tanto que Mateo declara que las mujeres, alegremente, aunque terriblemente, corrieron desde la tumba vací­a a comunicar a los discí­pulos la buena noticia. Después ellas encontraron a Jesús resucitado y del mismo modo confiaron a El la tarea de anunciar la proclamación pascual (Mt 28:9-10).

Este par de versos que describe a las mujeres asiéndose a los pies de Jesús y adorándole, es una repetición literaria del relato de la aparición del ángel del Señor.

Juan incluye un relato significativo de la presencia de Marí­a en la tumba vací­a. Una desolada Marí­a Magdalena llega a la tumba que ella encuentra vací­a y en eso corre a decir a Pedro que «se han llevado al Señor fuera de la tumba» (Jn 20, 1-2).

La solitaria presencia de Marí­a en la tumba es un ejemplo de dramatización joánica, pero el evangelista explota más la tradición acerca de ella en unos ocho versos, donde la escena se sitúa en la misma tumba (Jn 20, 11-18). La narrativa, sin paralelos en los evangelios sinópticos, contiene solamente dos pasajes neotestamentarios en que Marí­a Magdalena es simplemente llamada «Marí­a» (Jn 20, 11. 16). San Juan dramatiza de forma apologética, porque Marí­a se presenta a los discí­pulos (Jn 20, 2. 13) y, les comunica que «se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto». El tema dominante de la narrativa es el desarrollo de la fe de Marí­a. Después ella vio a Jesús pero no sabí­a que era El. La llamada de su voz permite a ella reconocerlo, pero ella cree que es como era antes, un maestro que podí­a ser abrazado fí­sicamente. Jesús le revela que su resurrección implica su retorno al Padre. Ella es la encargada de anunciar el significado de la Resurrección a los discí­pulos, Marí­a hace la proclamación pascual: «Yo he visto al Señor». Marí­a Magdalena simboliza la fe en la Resurrección de Jesús.

BIBL. – R. F. COLLINS, «Mary Magdalene» en: FREEDMAN, DAVID NOEL (ed.), Anchor Bible Dictionary, New York: Doubleday 1997; BERNABE UBIETA, í­a Magdalena. Tradiciones en el Cristianismo Primitivo, Estella 1994.

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FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret