MAAZIAS

Maazí­as (heb. Ma’a5yâh[û], «Yahweh es un refugio» o «fuerza [consolación] de Yahweh»). 1. Descendiente de Aarón y jefe ancestral del 24º grupo de sacerdotes organizado por David (1Ch 24:1, 6, 18). 2. Sacerdote que puso su sello en el pacto de Nehemí­as (Neh 10:8), posiblemente representando la familia de Maazí­as 1. Macabeos/as. Macabeo era el sobrenombre o apodo de Judas (el hijo de Matatí­as), quien desde el 168 hasta el 161 a.C. sirvió como jefe militar de los judí­os en su lucha contra Antí­oco IV y sus sucesores. En tiempos posteriores, los cristianos se refirieron a los descendientes de la familia de Matatí­as como macabeos, mientras que los judí­os de Palestina los llamaron asmoneos, por Asmón, un antepasado de la familia. Cuando los oficiales sirios, siguiendo la orden de su rey, Antí­oco IV, convirtieron el ceremonial del templo de Jerusalén en un culto pagano y forzaron a los judí­os a aceptarlo bajo pena de muerte, un sacerdote de Modein, de nombre Matatí­as, comenzó una rebelión armada al matar al oficial sirio en su pueblo. Luego, Matatí­as y sus 5 hijos huyeron a las montañas, y con un grupo de seguidores comenzaron una guerra de guerrillas contra las guarniciones sirias. Como Matatí­as murió poco después, su hijo Judas asumió el liderazgo de este grupo de judí­os celosos que estaba dispuesto a defender la religión de sus padres con sus propias vidas. Al obtener varias victorias sobre pequeños grupos sirios, conquistó la confianza de su pueblo, que creyó que podí­a ser el hombre por medio del cual Dios salvarí­a a su nación de los sirios. Su mayor triunfo sucedió en el 164 a.C., cuando en Emaús derrotó al ejército sirio dirigido por el general Gorgias, y en consecuencia pudo reocupar el templo de Jerusalén, quitar de allí­ todos los rastros de paganismo y recomenzar las ceremonias mosaicas en él. En celebración de este hecho se introdujo la fiesta de Hanukkah (o fiesta de la Dedicación; Joh 10:22), que se ha celebrado entre los judí­os hasta el dí­a de hoy. Después de la derrota de Gorgias, los sitios comenzaron otra campaña contra Judas bajo el general Lisias. Pero ésta tampoco tuvo éxito, porque les resultó imposible conquistar Bet-sur, una fortaleza judí­a. En el 163 a.C. Antí­oco IV murió, y Lisias fue el regente. Como tal, hizo otro intento de reconquistar Judea. Consiguió sitiar Jerusalén y encerrar a Judas y a sus hombres en el templo. Pero como estaba ansioso de regresar rápidamente a Antioquí­a con el fin de obtener el trono de Siria, no pudo extender el sitio y ofreció a los judí­os la libertad de ejercer sus propias prácticas religiosas a cambio de una promesa de lealtad; luego abandonó el paí­s. Cuando Alcimo, que habí­a sido designado sumo sacerdote por los sirios, capturó y mató a muchos judí­os que habí­an peleado en defensa de la ley de Dios, Judas, que afortunadamente habí­a escapado de la masacre, comenzó una lucha contra Alcimo y sus seguidores. Este pidió ayuda a Demetrio I, que entretanto habí­a llegado al trono de Siria, 731 con el resultado de que le envió a Nicanor con un poderoso ejército para apoyarlo. Judas obtuvo una nueva victoria y derrotó en forma decisiva a Nicanor. Pero Demetrio I no se desanimó, y pronto envió otro ejército, esta vez bajo Báquides, el que ahora obtuvo la victoria en la batalla que siguió y donde Judas encontró la muerte, en el 161 a.C. Jonatán, un hermano de Judas, asumió el liderazgo de la lucha contra los sirios. Por varios años, junto con su grupo de intrépidos, apenas pudieron subsistir. Pero las cosas cambiaron cuando murió Alcimo, y cuando la lucha por el trono de Siria hizo posible que él opusiera entre sí­ a los candidatos al reino. Uno de ellos, Alejandro Balas, designó a Jonatán como sumo sacerdote en el 153 a.C., con lo que le dio la legitimidad que tanto necesitaba para gobernar el paí­s. Siguieron 10 años de comparativa tranquilidad, pero luego otro pretendiente al trono, Trifón, mató traicioneramente a Jonatán en el 143 a.C. Entonces Simón, el último sobreviviente de los hijos de Matatí­as, tomó el liderazgo. Consiguió liberarse del pago de impuestos a los sirios y de este modo obtuvo la independencia de su paí­s y su gente. Un plebiscito nacional lo confirmó como sumo sacerdote. Pero pronto se inició una lucha por el poder en su propia familia que dio por resultado su asesinato por su yerno en el 135 a.C. El complot, sin embargo, fracasó porque el hijo de Simón, Juan Hircano I, desplazó a su cuñado y asumió el liderazgo, que mantuvo por los siguientes 30 años (135-105 a.C.). Una vez más Judea tuvo que luchar por su libertad, esta vez contra Antí­oco VII. Aunque éste obligó a Jerusalén a rendirse, sus fuerzas quedaron tan debilitadas que dejó a Juan Hircano en posesión del sumo sacerdocio, quien le prometió ser un vasallo leal. Cuando Antí­oco VII murió (128 a.C.), Hircano otra vez declaró su independencia, y por causa de la debilidad polí­tica y militar de Siria nadie lo molestó. Tan pronto como se sintió seguro en el trono, se volvió contra sus vecinos. Primero conquistó Idumea, en el sur, y obligó a sus ciudadanos a aceptar la religión judí­a; luego contra Samaria, en el norte, donde destruyó el templo samaritano sobre el monte Gerizim. Fue trágico para la historia posterior de la nación que Hircano se declarara enemigo acérrimo de los fariseos y dependiera exclusivamente del consejo y de la ayuda polí­tica de los saduceos. 328. Una torre del sistema de fortificación de Jerusalén. Pertenece al tiempo de la monarquí­a de Judea (al fondo) y conserva restos de las fortificaciones macabeas (o asmoneas; al frente). Su hijo Aristóbulo I asumió no sólo el cargo de sumo sacerdote después de la muerte de su padre, sino también el tí­tulo de rey. Sin embargo, solo gobernó un año, y cuando murió (104 a.C.) dejó el trono a su hermano Alejandro Janeo, que gobernó como sacerdote y rey (104-78 a.C.). Por medio de campañas militares constantes en Transjordania, Galilea y las regiones de la costa, Alejandro aumentó el territorio de su reino hasta el punto que cubrí­a prácticamente Palestina al este y al oeste del Jordán. También libró una guerra larga y sangrienta contra los fariseos, lo que polarizó la lealtad de la nación. Pero en su lecho de muerte aconsejó a su esposa, Alejandra, en cuyas manos dejaba el reino, que buscara reconciliarse con los fariseos, puesto que era la única forma en que podrí­a retener el reino para sí­ misma y para sus hijos. El resultado fue que los fariseos aumentaron grandemente su influencia y poder polí­tico durante los 9 años de su reinado (78-69 a.C.). Entretanto, su hijo Hircano II habí­a sido designado como sumo sacerdote. Pero su hermano Aristóbulo II rehusó aceptar ese nombramiento y se rebeló poco después de la muerte de su madre. Aristóbulo pudo persuadir a Hircano a que abdicara, pero Antí­pater, el padre de Herodes, que era consejero y amigo de Hircano, no aceptó la abdicación y lo convenció de pelear por sus derechos. Con la ayuda del rey de los nabateos, Aristóbulo fue sitiado en el templo de Jerusalén, hasta que los 2 hermanos accedieron a apelar su caso ante el general romano Pompeyo, que acababa de derrotar a Mitrí­dates en el Asia Menor y estaba en Siria en camino hacia el sur. Sin embargo, Aristóbulo cambió de idea y regresó a Jerusalén para seguir su lucha contra Hircano, quien era apoyado por los romanos. Los seguidores de Aristóbulo continuaron su lucha después que su lí­der cayó prisionero de los romanos. El resultado fue que Pompeyo atacó Jerusalén y la capturó (63 a.C.). Hircano II, confirmado como sumo sacerdote y etnarca («gobernante del pueblo»), 732 gobernó la tierra con ayuda de Antí­pater en nombre de los romanos (63-40 a.C.), aunque los hijos de Aristóbulo II, Alejandro y Antí­gono, hicieron repetidos pero fallidos intentos de expulsar a Hircano de su trono. Al fin, Antí­gono pidió ayuda a los partos, que invadieron el paí­s en el 40 a.C., tomaron prisionero a Hircano y pusieron a Antí­gono en el trono, quien gobernó por 3 años. Entretanto, Herodes, que habí­a huido a Roma cuando llegaban los partos, fue coronado rey de Judea. Al regresar a su tierra natal reconquistó el paí­s con la ayuda de las legiones romanas. En el 37 a.C. Jerusalén cayó ante Herodes, y Antí­gono, el último de los gobernantes asmoneos, fue capturado y ejecutado. Con esto terminó la historia de la casa de los macabeos como gobernantes de Judea. Acerca de los «libros de los Macabeos», véase Apócrifos 14 y 15, y Seudoepigráficos 4 y 5. Bib.: H. H. Graetz, History of the Jews [Historia de los judí­os] (Filadelfia, 1940), ts1, 2; W. 0. E. Oesterley y T. H. Robinson, A History of Israel [Una historia de Israel], 2 ts (Oxford, 1932); E. J. Bickermann, The Maccabees : An Account of Their History From the Beginnings to the Fall of the House of the Hasmoneans [Los Macabeos. Un registro de su historia desde los comienzos hasta la caí­da de la casa de los Asmoneos] (Nueva York, 1947); G. H. Box, Judaism From the Rise of Alexander the Great to the lntervention of Rome [El judaí­smo desde el surgimiento de Alejandro el Grande hasta la intervención de Roma] (Oxford, 1953).

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

(heb., ma†™azyahu, consolación de Jehovah).
1. Un sacerdote de los 24 hijos de Eleazar e Itamar (1Ch 24:18).
2. Un sacerdote que firmó el compromiso con Nehemí­as (Neh 10:8).

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

(Jehová es un refugio). Nombre de personas del AT.

1. Sacerdote de tiempos de David a quien le correspondió la vigesimacuarta orden (1Cr 24:18).

. Sacerdote que firmó el †¢Pacto de Nehemí­as (Neh 10:8).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

(Jehová Es una Fortaleza).

1. Descendiente de Aarón que fue nombrado cabeza sobre la vigésimo cuarta división sacerdotal en el tiempo de David. (1Cr 24:1, 18.)

2. Sacerdote, o su antepasado, que autenticó con su sello el †œarreglo fidedigno† suscrito en el dí­a de Nehemí­as. (Ne 9:38; 10:1, 8.)

Fuente: Diccionario de la Biblia