LIBERIO

[922] (+ 366)
Papa entre el 352 y el 366. Tuvo grandes dificultades con los herejes arrianos y con las intromisiones del Emperador Constancio. Repudió en el 353 un Concilio de Arlés a favor de los arrianos y otro en el 355 en Milán. Sufrió el destierro por su entereza, defendió a S. Atanasio y la doctrina del Concilio de Nicea.

Buscó la paz entre las diversas facciones, por lo que se le acusó de transigencia con diversos Obispos semiarrianos. La crí­tica posterior negarí­a tal debilidad ante la herejí­a y alabarí­a su flexibilidad con los herejes.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

Papa (352-366). Vida: Nacido en Roma, fue elegido obispo de esta ciudad en la época en que el arrianismo controlaba Oriente y Constancio II estaba forzando al episcopado occidental a seguir la misma corriente. Para hacer frente a las presiones imperiales, Liberio convocó un concilio general en Milán (355), pero el emperador logró que los obispos — con sólo tres excepciones — suscribieran la condena de Atanasio, y el papa, llevado por la fuerza a Milán y negándose a ceder, fue desterrado a Berea. Allí­ se produjo un episodio que ha hecho correr rí­os de tinta, pues Liberio, solo y presionado por el obispo local, se desmoronó totalmente aceptando la condena de Atanasio así­ como el Primer Credo de Sirmio, de contenido ambiguo, y manifestando su sumisión al emperador. En cuatro cartas escritas en el 357 a obispos arrí­anos reconoce que estaba dispuesto a todo con tal de que se le permitiera volver a casa. Al año siguiente fue llevado a Sirmio donde firmó una fórmula que negaba el sí­mbolo de Nicea si bien declaraba que el Hijo era como el Padre en ser y en todo. En su ausencia Félix habí­a sido elegido papa y ambos llegaron a un †œmodus vivendi† que contemplaba una sede bicéfala. Esto, unido a su debilidad anterior, hizo que su influencia recayera lo bastante como para no ser invitado al sí­nodo de Rí­mini (359). A la muerte de Constancio (361), volvió a defender la fe nicena con lo que, al menos en parte, corrigió los nefastos efectos de su postura inicial. Ver Arrio; Atanasio.

VIDAL MANZANARES, César, Diccionario de Patrí­stica, Verbo Divino, Madrid, 1992

Fuente: Diccionario de Patrística