La ley canónica puede definirse simplemente como las reglas de la iglesia con fines de orden, ministerio y disciplina. Al principio ésta consistió en pronunciamientos ad hoc hechos por los líderes y concilios en un marco local. Particularmente importantes eran los que venían de los grandes centros, y especialmente los cánones adoptados en Nicea (325 d.C.). Por cierto, no tuvo que pasar mucho tiempo para que los cánones fuesen puestos bajo los nombres de los apóstoles o grandes figuras del primer siglo, lo que fue seguido por un proceso de recolección y codificación por la Edad del Oscurantismo, con mucha unificación en el Occidente bajo Carlomagno. Graciano fue el hombre que llevó este proceso a su virtual culminación en la comunión romana con su famoso Decretum (1140 d.C.) que fue la base del estudio de la ley canónica en la Edad Media y la base del moderno Corpus iuris canonici. Las iglesias protestantes naturalmente repudiaron la totalidad de esta legislación y generalmente han evitado el uso de términos como «canon» o «ley canónica», pero hasta cierto punto cualquier iglesia debe hacer reglamentos para ordenar su vida y trabajo; por lo tanto, pueden hallarse varias formas de ley canónica en las iglesias.
Geoffrey W. Bromiley.
Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (358). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.
Fuente: Diccionario de Teología