LENGUA DE LOS APOCRIFOS

Los llamados *“apócrifos” forman un grupo heterogéneo de libros, de modo que hablar de su lengua en realidad significa hablar de los libros individuales y de los problemas lingüísticos que cada cual ofrece. Nos han sido preservados en ms(s). de la LXX, y por lo tanto los tenemos en la forma en que fueron traducidos al gr. El gr. de los diversos libros varía considerablemente: p. ej. una evidente “traducción griega” en Tobías, Judit, Ben Sirá, 1 Macabeos; un griego relativamente idiomático en 1 Esdras y Sabiduría de Salomón 1–9, en los que, sin embargo, podemos percibir rastros del original; el resto de Sabiduría y 2 Macabeos es un griego no influido por otros idiomas, aunque estas dos obras difieren considerablemente en su mérito literario. En este ropaje griego, por lo tanto, los apócrifos ofrecen ejemplos de una variedad de obras griegas populares entre los judíos en los tres siglos inmediatamente anteriores a Cristo. Los escritos presentan problemas textuales que caen dentro del esquema general de la crítica textual de la LXX.

A veces se ha supuesto que el hebreo es el idioma original de las obras de este grupo, que evidentemente están basadas en originales semíticos. Sin embargo, C. C. Torrey, en este campo, al igual que en el neotestamentario, planteó el pertinente interrogante de si el arameo no sería el idioma original, por lo menos en ciertos casos. Su conocimiento del arameo era amplio, y su contribución al conocimiento bíblico siempre fue un desafío y un estímulo; a veces ofreció soluciones a problemas antiguos y nuevos, aunque no siempre convincentes, o aun necesarias. (véase el análisis de G. R. Driver de su obra póstuma sobre el Apocalipsis: JTS s.n. 11, 1960, pp. 383–389). Debemos tener esto en cuenta al evaluar sus puntos de vista sobre el idioma de los apócrifos.

El origen hebreo de cierto número de libros no ha sido discutido ni aun por Torrey. 1 Macabeos fue traducido del heb. por alguien que conocía mejor el gr. que el hebreo: podemos ver algunas señales de su origen en p. ej., 1.28; 9.24; 14.28. Es evidente que Judit fue traducido del heb., como lo demuestran frases como apo prosōpou, eis prosōpon, y en utilizada instrumentalmente. El prólogo a la Sabiduría de Ben Sirá, o Eclesiástico, como a menudo se le llama, expresamente declara que el heb. fue el original, gran parte del cual se descubrió en la Geniza de El Cairo en 1896. Pasajes como la oración de Azarías 17 (3:40 en el texto gr. continuo) y Susana 15 demuestran que los agregados a Dn. eran de origen hebreo. El gr. de la Oración de Manasés es fluido, pero parecería que los puntos oscuros de los vv. 4 y 7, p. ej., se derivan de locuciones heb. imperfectamente expresadas. En 4.5 de Baruc tenemos indicaciones de un error de escriba en el heb. (iḵrôn aparece en lugar de ziḵrû) traducido al griego. 1 Esdras es traducción de un original conocido, en parte heb. y en parte arm.; ha sido traducido idiomáticamente. Finalmente, dentro de este grupo, en la actualidad se acepta ampliamente que los primeros nueve cap(s). de Sabiduría de Salomón están basados en un original heb.; han sido traducidos por el autor del resto del libro, a cuyas adiciones originales quizás deberíamos atribuir 6.22–8.1.

Generalmente se considera que Tobías fue traducido de un idioma semítico. Pfeiffer admite que se puede proponer tanto el heb. como el arm., pero que hay mayor posibilidad de que haya sido el arameo. Torrey propuso que se buscara apoyo para esta última hipótesis en el inexplicable Manasés de 14.10 (ms(s). B y A), un participio original con sufijo objetivo menassēh, ‘el que lo exaltó’, ‘su benefactor’. (Se han descubierto fragmentos de Tobías, tanto en heb. como en arm., entre los textos de Qumrán.) La Epístola de Jeremías es discutible: algunos siguen sosteniendo que tuvo un original gr. Un punto crucial lo constituye la frase “las prostitutas sobre el tejado” (v. 11). Torrey ve aquí indicios de que se ha leído mal ˓al ˒āgrā, ‘por su alquiler’, como ˓al ˒iggārā. Sin embargo, ambas lecturas en el gr. (stegous/tegous) pueden entenderse como “burdel”, de modo que una traducción errónea parece ser una hipótesis innecesaria en este caso. En lo que respecta a 2 Esdras (que ya no existe en gr.), se han propuesto diversas hipótesis para originales tanto heb. como arameos. La cuestión de los agregados a Ester va más allá de simples discusiones lingüísticas: si es correcta la tesis de Torrey de que esta representa la forma original del libro, bien puede haber sido el arm. el idioma original. Pero la mayor parte de los entendidos no ha aceptado esta tesis.

Finalmente, 2 Mac. es una composición en gr., que representa un esfuerzo sumamente artificial de lograr un elevado nivel retóriro. Las cartas que aparecen en los cap(s). 1 y 2 pueden ser originales, y aparentemente son de origen semítico, posiblemente en arameo.

En estos debates lingüísticos sería conveniente tener en cuenta las observaciones de G. R. Driver (op. cit.) en el sentido de que debemos considerar tanto el heb. como el arameo en el caso de uno de los autores por lo menos. Como el primero se hablaba cada vez más durante la época de la composición de los apócrifos, y el otro todavía era una lengua literaria que a veces se hablaba, puede ocurrir que ambos hayan dejado su marca sobre la forma gr. final de estos libros, y que este hecho sea lo que ha permitido que existan tantos puntos de vista sobre un mismo asunto.

Bibliografía. A. Díez Macho, Apócrifos del Antiguo Testamento, 4 t(t).; J. B. Bauer, Los apócrifos neotestamentarios, 1971; T. C. Taggart, Sagradas Escrituras y libros apócrifos, 1948.

R. H. Charles, The Apocrypha and Pseudepigrapha of the Old Testament, 2 t(t). 1913; C. C. Torrey, The Apocriphal Literature, 1945; R. H. Pfeiffer, History of New Testament Times with an Introduction to the Apocrypha, 1949; E. A. Speiser, “The Hebrew Origin of the First Part of the Book of Wisdom”, JQR s.n. 14, 1924, pp. 455–482; C. E. Purinton, “Translation Greek in the Wisdom of Solomon”, JBL 47, 1928, pp. 276–304; C. C. Torrey, “The Older Book of Esther”, HTR 37, 1944, pp. 1–40.

J.N.B.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico