El lavado de los pies se contaba entre los ritos orientales de la hospitalidad. Las sandalias abiertas en el calor, así como el polvo o barro de los caminos, hacía del lavado de los pies a la llegada de la tienda o de la casa de un amigo, una necesidad, para lo cual se proveían de lo necesario. Un esclavo, o el invitado mismo, realizaba el acto (Gn. 18:4; 19:2; 24:32; 43:24; Jue. 19:21). Si el anfitrión deseaba honrar y demostrar su afecto y humildad podía personalmente realizar el acto (1 S. 25:41). De este modo, la negligencia de Simón (Lc. 7:36–50) incluso en proporcionar lo necesario para que Cristo lavara sus propios pies refleja no únicamente orgullo y falta de respeto por él, sino también descortesía y falta de amistad.
A pesar de su lugar en los ritos de hospitalidad (véase), el lavado de los pies nunca llegó a tener entre los judíos la popularidad del lavado de las manos. Únicamente los sacerdotes, observaban este rito en su preparación para acercarse á Dios (Ex. 30:18–21; 40:30–32).
El lavado de los pies que aparece en Juan 13:1–17 realzó el rito de la hospitalidad con un profundo significado. Los utensilios estaban allí, los sirvientes estaban ausentes, pero ningún discípulo se humilló a sí mismo como para realizar el acto. Una disputa, surgida por el orgullo, había creado tensión entre ellos (Lc. 22:24). La acción de Cristo, aparte de debilitar su orgullo y antagonismo, les enseñó que la marca de la grandeza es el servicio (véase), que la limpieza espiritual frecuente es necesaria, y que el servicio debe recibirse humildemente de Cristo antes que le pueda ser ofrecido (véase Wm. Temple, Reading in St. John’s Gospel, MacMillan and Co., Londres, 1950, pp. 209–210).
¿Debe tomarse literalmente el mandamiento de Jn. 13:14, 15? 1 Ti. 5:10 puede sugerir una observación literal en la iglesia primitiva, aunque probablemente se está indicando una hospitalidad en general. Algunas sectas toman el mandamiento literalmente. Algunas secciones de la iglesia (a partir del siglo IV) observaban el Pedilavium cuando había nuevos bautizados y algunos la celebraban el Jueves Santo. Bernardo de Clairvaux abogó por el lavado de pies como un sacramento, pero la iglesia en su conjunto ha entendido el mandamiento en un sentido simbólico.
BIBLIOGRAFÍA
C.A. Frank Knight en HERE; F.L. Anderson en ISBE.
- Colin Craston
HERE Hastings’ Encyclopaedia of Religion and Ethics
ISBE International Standard Bible Encyclopaedia
Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (353). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.
Fuente: Diccionario de Teología