LAS CARTAS PASTORALES

Introducción

DESTINATARIOS

Aunque estas cartas son generalmente conocidas como las epí­stolas pastorales, este nombre ha sido utilizado solamente desde el siglo XVIII. La descripción es quizá una cuestión de conveniencia más que de precisión, considerando que las cartas no son manuales de cuidado pastoral. Ambos, Timoteo y Tito, fueron asociados cercanos de Pablo, y estas cartas dirigidas a ellos son las únicas de este tipo incluidas en el NTNT Nuevo Testamento. No se sabe cuántas cartas semejantes a estas escribió el Apóstol. La carta a Film. es de este tipo.
Timoteo es mencionado no sólo en Hech. sino también en otras cartas de Pablo. Es probable que se haya convertido a la fe cristiana durante el primer viaje misionero. Tuvo una participación muy cercana con el Apóstol en su segundo y tercer viajes. En Fil. 2:19, 20 Pablo habla cálidamente del cuidado e interés de Timoteo. Es admirable que hayan sido preservadas las cartas personales dirigidas a un compañero tan querido. Es extraño que Tito no es mencionado para nada en Hech., aunque sí­ en Gál. 2:1, 3, de donde sabemos que era griego, y en 2 Cor. 8:23 donde Pablo lo describe como su compañero y consiervo (ver también 2 Cor. 12:18). De los dos compañeros de Pablo, Tito parece haber sido el de personalidad más fuerte, porque en 1 y 2 Tim. hay varias alusiones a la timidez de Timoteo.

PATERNIDAD LITERARIA
Se dice que estas tres cartas fueron escritas por el apóstol Pablo. No hay evidencia en la iglesia primitiva de lo contrario. Pero desde principios del si glo XIX muchos eruditos han disputado la autorí­a paulina tal como la tenemos ahora. Hubo dos tipos principales de teorí­as alternativas, una consideraba las cartas como ficción, y la otra reconocí­a que habí­a sido incluido en ellas algo de material paulino genuino. Ambas teorí­as consideran a las cartas como seudónimas, es decir firmadas por el apóstol pero escritas por algún otro. Generalmente se sostuvo por parte de aquellos que sostienen la no autorí­a paulina que este procedimiento era muy aceptable en aquellos dí­as y que no se habí­a incurrido en una falta moral, pero esto es discutible. ¿Cuáles son las razones pues, que nos han conducido a las teorí­as de la no autenticidad?

1. Las referencias históricas en las cartas
Estas presuponen que Pablo habí­a visitado recientemente Efeso y Creta. El problema surge porque es difí­cil encuadrar estas alusiones en la historia que relata Hech. Algunos asumen que Pablo habí­a sido liberado de la prisión mencionada al final de Hech., y que los eventos referidos en las cartas pastorales sucedieron después de esta liberación. Pablo debe haber sido encarcelado otra vez a último momento y finalmen te martirizado. Muchos eruditos, sin embargo, rechazan esta postura porque no hay evidencia para ella aparte de estas cartas. Se han hecho intentos, sin embargo, para encuadrar las referencias históricas dentro de la historia de Hech., aunque esto no sea lo correcto. Aquellos que no encuentran conveniente ninguna de estas reconstrucciones simplemente tratan las referencias históricas como ficticias y no hacen mucho esfuerzo para relacionarlas con la historia de Hech.

2. La mención de los oficiales de la iglesia
Se ha señalado que las referencias en las cartas a los †œsobreveedores† (algunos traducen †œobispos†) y †œancianos† reflejan un perí­odo tardí­o de la era apostólica. Otra vez hay amplias diferencias entre las teorí­as. Es difí­cil estar seguro de qué cosas significaban esos tí­tulos en las diferentes etapas en la historia de la iglesia primitiva, y las cartas pastorales no hacen una distinción real entre ellos. El argumento por lo tanto es inconcluso. Pero, ¿hubiera necesitado el verdadero Pablo dar instrucciones a sus colaboradores sobre las cualidades requeridas de los oficiales de la iglesia? Si consideramos las cartas como semipúblicas no es difí­cil suponer lo que Pablo quiso enfatizar al escribir acerca de lo que ya debí­a haber instruido a sus colaboradores.

3. Las referencias a falsas enseñanzas
Algunos suponen que estas referencias pertenecen al perí­odo de herejí­as desarrollado en el siglo II y no pueden por lo tanto relacionarse con el tiempo de Pablo. Pero la evidencia no sostiene tal teorí­a, porque no hay relación entre los mitos y genealog í­as referidas en las cartas pastorales y en las herejí­as gnósticas tardí­as. El principal interés era advertir a sus colegas a que no perdieran el tiempo en estas falsas doctrinas. Si, como suponen algunos eruditos, estas cartas fueron escritas para responder a las herejí­as del siglo II, ¿por qué no hay referencias más directas al tipo de error que prevalecí­a? Una justa conclusión serí­a que las falsas doctrinas no proporcionan una guí­a apropiada para fechar las cartas pastorales.

4. La posición doctrinal
Se dice que la posición doctrinal reflejada en estas cartas no está de acuerdo con la del apóstol Pablo. Se llegó a esta conclusión al comparar la teologí­a de las otras cartas de Pablo con la teologí­a de las pastorales. Se sostení­a que hay mucho que es caracterí­stico de otras cartas y que está ausente en las pastorales, aunque la autorí­a de Pablo está fuera de discusión. Existe, sin embargo, una fundamental debilidad en este argumento, ya que no considera la diferencia en las personas a quienes está dirigida o el propósito de las otras cartas. Pablo no esperaba escribir la suma total de su teologí­a en todas las cartas que escribió. No hay nada en las pastorales que entre en conflicto con la posición teológica reflejada en las otras cartas. La ausencia de temas tales como la justicia de Dios o la presencia del Espí­ritu Santo debe ser considerada contra este trasfondo. Lo que es menos fácil de explicar es la repetición de lo que parecen ser declaraciones estereotipadas introducidas por ex presiones tales como †œfiel es esta palabra†, la cual no se repite en ninguna de las cartas de Pablo. Pero, ¿elimina esto la autorí­a paulina? De ser así­ se necesitará demostrar que Pablo no habí­a usado tales declaraciones, y la evidencia es simplemente insuficiente para probarlo.

5. Lenguaje y estilo

Los argumentos basados en el lenguaje son generalmente utilizados para señalar la no autenticidad de estas cartas. Sin embargo, aun aquí­ hay diferen tes maneras de pesar la evidencia. Es una cuestión aceptada que muchas palabras nuevas que sí­ son utilizadas en estas cartas no aparecen en ninguna parte de los escritos de Pablo, y hay muchas que no aparecen en ningún lugar del N.T. La cuestión importante es, sin embargo, si Pablo las habí­a utilizado o no. Puesto que hay ejemplos contemporáneos de uso de casi todas las palabras menos un puñado de ellas, no hay razón por la cual Pablo no podrí­a haberlas usado. Los argumentos basados en la utilización de las palabras son insuficientes.
En cambio, se ha colocado más énfasis en el estilo, y también se han utilizado varios métodos para determinarlo. Algunos han apelado al uso o no de pa labras tales como preposiciones, mientras que otros han recurrido a la extensión de las frases o a la frecuencia de las palabras. En términos generales cualquier cálculo estadí­stico de estilo es seria mente complicado a causa de la pequeñez de la muestra disponible en las cartas pastorales. Algunos eruditos que en otros terrenos favorecen a la autorí­a paulina se inclinan hacia alguna clase de †œhipótesis del secretario† para referirse al cambio del lenguaje.
Aun si estas lí­neas de evidencia son consideradas suficientes como para asegurar un autor que no sea Pablo, subsiste el problema respecto de lo que impulsó a alguien a escribir estas cartas en nombre de Pablo y lo que lo llevó a elegir tres. Al no haber una salida satisfactoria, no parece irrazonable adherirse a la perspectiva tradicional de que Pablo escribió estas cartas a sus consiervos con un propósito histórico especí­fico.

FECHA
La cuestión de la fecha de estas cartas está ligada í­ntimamente con la de su autor. Si Pablo no las escribió, entonces es posible cualquier fecha entre el año 50 del siglo I y el principio del siglo II. Tal como hemos visto, algunos eruditos entienden que estas cartas fueron escritas tan tarde que Pablo no podrí­a ser el autor. Desde su punto de vista la fecha de estas cartas resuelve la cuestión del autor. Pero si Pablo fue el autor, quizás usando un secretario, entonces la fecha más probable para su composición es a mediados de la década de los 60 (los años exactos son motivo de controversia), cuando Pablo estuvo prisionero en Roma. Desde este punto de vista, es común sostener que Pablo fue liberado de la prisión mencionada al final de Hechos, pero fue arrestado por poco tiempo y finalmente martirizado, y que algunos de los eventos referidos en las pastorales tuvieron lugar durante este breve perí­odo de libertad. Verdaderamente, 2 Tim. suena como si hubiera sido escrita por alguien que sabí­a que le quedaba poco tiempo de vida.

PROPOSITO

Es más fácil determinar el propósito de 2 Tim. que de las otras dos cartas, porque ésta fue claramente escrita mientras Pablo estaba esperando el resultado del juicio. Es un urgente pedido a Timoteo para que trate de ir a verle mientras aún hay tiempo. Hay algunos pedidos personales en 2 Tim. 4 en relación con una capa, algunos libros y pergaminos. La carta entera es un aliento a Timoteo en el ejercicio de su ministerio.
En 1 Tim. el propósito parece ser el de dar alguna guí­a para la elección de los oficiales de la iglesia y para resistir a la falsa doctrina. Pablo declara su propósito en 1 Tim. 3:14, 15. Claramente intentó equipar a Timoteo con la instrucción necesaria esperando encontrarse con él pronto. En Tito hallamos una situación similar, así­ como Timoteo habí­a quedado con responsabilidades en Efeso, Tito tení­a una tarea de mayor responsabilidad en Creta. La carta, por lo tanto, habrí­a ayudado a fortalecer las manos de Tito ante las dificultades del ministerio.

CANONICIDAD

Existe fuerte evidencia del uso de las cartas pastorales en la iglesia primitiva. Los paralelos con los escritores eclesiásticos no son meramente alusio nes, sino que esto es igualmente cierto de algunas otras cartas paulinas. Existen algunos paralelos entre estas cartas y 1 Clemente, lo cual sustentarí­a su uso antes del 95 d. de J.C.d. de J.C. Después de Jesucristo, aunque algunos eruditos ponen en duda esta conclusión. Ciertamente, Policarpo parece haber citado a dos de ellas y después de su tiempo hay una fuerte evidencia no solamen te de su uso sino de su autoridad.
Sin embargo, dos lí­neas de evidencia son citadas a menudo para disputar la canonicidad temprana de estas cartas. Una es el hecho de que Marción las excluyó de su canon (mediados del siglo II). Ya que Tertuliano señala que Marción †œlas sacó† parece razonable sostener que él sabí­a de ellas pero las desaprobaba. Es claro que el canon de Marción fue altamente selectivo. La otra lí­nea de evidencias cita el hecho de que las cartas pastorales no aparecen en el Papiro Chester Beatty. Sin embargo, la evidencia para el uso y autoridad de estas cartas es muy fuerte; aquellas dudas que se levantaron para esta clase de evidencia son insuficientes para superar la opinión de que estas cartas fueron preservadas y atesoradas desde una fecha temprana como cartas genuinas del apóstol Pablo.

TEOLOGIA

Aunque algunos de los grandes temas paulinos están ausentes en estas cartas, hay muchos pasajes doctrinales que están totalmente en lí­nea con la teologí­a de Pablo. Estos contienen una alta visión de Dios, especialmente entendida en la notable doxologí­a de 1 Tim. 1:17. Su paternidad es mencionada tanto como su función como Salvador (1 Tim. 4:10; Tito 1:3; 2:10, 13; 3:4) y como Juez Justo (2 Tim. 4:8).
Las referencias a Cristo están igualmente en lí­nea con la enseñanza usual de Pablo: su humanidad (1 Tim. 1:15), su paciencia (1 Tim. 1:16), su obra salvadora (2 Tim. 1:10; Tito 2:13; 3:6), su mediación (1 Tim. 2:5, 6) y su resurrección (2 Tim. 2:8).
Hay menos referencias al Espí­ritu Santo que en la mayorí­a de las cartas de Pablo, aunque su obra no es pasada por alto. El obrar predictivo del Espí­ritu es mencionado en 1 Tim. 4:1, y se le dice a Ti moteo que tenga atesorada la verdad que habita en él (2 Tim. 1:14). El es el responsable de la obra de regeneración y renovación (Tito 3:5).
Las pastorales dejan en claro que la salvalción es el resultado de la misericordia divina por medio de nuestra fe (1 Tim. 1:16). No hay nada en realidad en estas cartas que contrarí­e la enseñanza de Pablo en ninguna parte.
Ver también el artí­culo †œLeyendo las epí­stolas†.

Fuente: Introducción a los Libros de la Biblia