LA SUEGRA DE PEDRO

«Habiendo entrado Jesús en casa de Pedro, vio a la suegra de éste postrada en cama con fiebre». Mateo 8:14
Léase Mateo 8:14-17. Cuando Jesús dijo a Pedro y a Andrés: «Â¡Seguidme!» los dos dejaron todo lo que tení­an y le siguieron. Los lazos que uní­an a Pedro, y en general a los discí­pulos, con sus familias tení­an que ser cortados, y nuevos lazos tení­an que aparecer para sustituirlos. Pero, Pedro ya no pertenecí­a a Betsaida, ni a la familia de su padre Jonás. Pertenecí­a a Jesús y a su Reino. Recordemos a Jesús: «El que ama a su padre o madre más que a mi no es digno de mí­.» Esto parece una exigencia extrema. Y los primeros cristianos hicieron este sacrificio por sus convicciones: lo dejaron todo para seguir a Jesús.

Eso no era obstáculo para que los lazos deshechos entre el discí­pulo y su familia fueran luego reconfirmados. Esto ocurrió en el caso de Salomé, la madre de Juan y Jacobo, y en este caso entre Pedro y su suegra. Estas mujeres creemos que se convirtieron a la fe. En cuanto a Salomé es seguro. Sabemos de la suegra de Pedro que serví­a a Jesús. No cabe duda que el milagro recibido tení­a que disponerla a adorar al Señor.

No sabemos si viví­a en Betsaida o Capernaum, aunque no importa. Allí­ Pedro y Andrés poseí­an una casa. Posiblemente heredada de su padre. Pedro era casado, y al seguir a Jesús dejó la casa a cargo de la esposa. Cuando Jesús visitó la casa, su madre viví­a con ella. No sabemos si Andrés era casado. Tampoco sabemos si habí­a hijos. Sabemos que la esposa de Pedro todaví­a viví­a cuando Pablo era creyente, por la referencia que hace a ella en 1a Corintios 9:5.

En nuestra historia vemos que la suegra de Pedro está enferma. No sabemos si era una enfermedad grave. Pero, sí­ que Jesús llegó, le tocó la mano, y a pesar de que «estaba postrada en cama» se puso bien: se levantó y les serví­a.

De este incidente aprendemos que el hecho que Jesús mandara a sus discí­pulos que lo dejaran todo para seguirle no les impedí­a mantener las relaciones con la familia, pues de otro modo Pedro no les habrí­a visitado. En este caso toda la familia alaba al Maestro.

Las relaciones entre yernos y suegras no siempre son lisas y suaves. Es posible que en algunos casos no haya la discreción debida o la paciencia deseable por parte de los dos, en estas relaciones. Por otra parte el amor puede superar todas las discrepancias y diferencias en el modo de ver las cosas. En el caso de Pedro hemos de creer que su enfermedad habí­a unido a toda la familia en oración. Ahora, una vez curada, ella muestra su amor y se dedica a servir al grupo que habí­a traí­do a casa su yerno, especialmente a Jesús que la habí­a curado. Reinaba la armoní­a en aquella casa
Preguntas sugeridas para estudio y discusión:
1- ¿Qué querí­a decir Jesús cuando les decí­a a los que habí­an de ser sus discí­pulos: <>?
2- ¿Curó Cristo a esta mujer del todo?
3- ¿Qué lección particular aprendemos aquí­ sobre las relaciones dentro de la familia?

Fuente: Mujeres de la Biblia