A. NOMBRES 1. dikaiosis (dikaivwsi», 1347) denota el acto de pronunciar justo, justificación, absolución; su significado preciso está determinado por el del verbo dikaioo (véase B). Se usa dos veces en la Epístola a los Romanos, único libro en que aparece en el NT, significando el establecimiento de una persona como justa por absolución de culpa. En Rom 4:25 la frase «para nuestra justificación» es, lit.: «por causa de nuestra justificación»; paralela a la cláusula precedente «por nuestras transgresiones», esto es, debido a las transgresiones cometidas; y significa, no con vistas a nuestra justificación, sino debido a que todo lo que era necesario de parte de Dios para nuestra justificación había sido cumplido con la muerte de Cristo. Es por ello que El fue levantado de entre los muertos. Siendo la propiciación perfecta y completa, su resurrección fue la contrapartida confirmatoria. En 5.18: «la justificación de vida» significa «justificación que resulta en vida» (cf. v. 21). El hecho de que Dios justifica al pecador que cree sobre la base de la muerte de Cristo involucra su libre don de la vida. Acerca de la distinción entre dikaiosis y dikaioma, véase más abajo.¶ En la LXX, Lev 24:22:¶ 2. dikaioma (dikaivwma, 1345) tiene tres significados distintos, y parece que la mejor descripción inclusiva de este término es «una expresión concreta de justicia»; es una declaración de que una persona o cosa es justa; y, de ahí, generalizando, representa la expresión y el efecto de dikaiosis (Nº 1). Significa: (a) una ordenanza (Luk 1:6; Rom 1:32), esto es, aquello que Dios ha declarado que es lo recto, refiriéndose a su decreto de retribución, «juicio»; Rom 2:26 «las ordenanzas de la ley»; esto es, demandas rectas ordenadas por la ley; de la misma forma en 8.4: «la justicia de la ley», o su «ordenanza», esto es, colectivamente, los preceptos de la ley, todo lo que ella exige como justo; en Heb 9:1,10, ordenanzas relacionadas con el ritual del tabernáculo; (b) una sentencia de absolución, por la cual Dios absuelve a los hombres de su culpa, bajo las condiciones: (1) de su gracia en Cristo, por medio de su sacrificio expiatorio, (2) el recibir a Cristo por la fe (Rom 5:16); (c) un acto justo (Rom 5:18 «por la justicia de uno», RVR; la VM traduce con mayor precisión «un solo acto de justicia»; cf. RV: «una justicia», donde se afirma también el carácter concreto de un acto justo); en efecto, no se trata del acto de la justificación, ni del carácter justo de Cristo, como lo sugiere la traducción de RVR y RVR77; dikaioma no significa carácter, como es el caso de dikaiosune, rectitud, justicia, sino la muerte de Cristo, como acto cumplido en coherencia con el carácter de Dios y sus consejos. Esto queda claro al ser una antítesis a «la una sola transgresión» de la anterior afirmación (VM). Para algunos, la palabra aquí significaría un decreto de justicia, como en el v. 16; ciertamente, la muerte de Cristo podría ser considerada como el cumplimiento de tal decreto; pero, tal como sigue el argumento del apóstol, el término, como sucede frecuentemente, pasa de un matiz a otro; y aquí significa no un decreto, sino un acto. Lo mismo sucede en Rev 15:4 «acciones justas» (RVR; RV: «justificaciones»; Besson coincide aquí con RV; VM: «perfecta justicia»).¶ Nota: En 1Co 1:30 y 2Co 3:9 se traduce el término dikaiosune como «justificación» (RVR; RV tiene «justicia» en el segundo pasaje; VHA: «justicia» en ambos); véase JUSTICIA, Nº 2. B. Verbo dikaioo (dikaiovw, 1344), primariamente considerar ser justo. Significa, en el NT: (a) mostrar ser recto o justo; en la voz pasiva, ser justificado (Mat 11:19; Luk 7:35; Rom 3:4; 1Ti 3:16); (b) declarar ser justo, pronunciar a alguien justo: (1) por parte del hombre, con respecto a Dios (Luk 7:29; véase Rom 3:4 más arriba); con respecto a sí mismo (Luk 10:29; 16.15); (2) por parte de Dios con respecto a los hombres, que son declarados ser justos ante El sobre la base de ciertas condiciones por El establecidas. De manera ideal, el total cumplimiento de la ley de Dios sería la base para quedar justificado ante El (Rom 2:13). Pero ningún caso así ha tenido lugar en la experiencia meramente humana, y por ello nadie puede nunca quedar justificado sobre esta base (Rom 3:9-20; Gl 2.16; 3.10,11; 5.4). En base de esta presentación negativa en Rom_3, el apóstol prosigue para mostrar que, en consecuencia con el carácter recto de Dios, y con vistas a la manifestación de dicho carácter, El es, por medio de Cristo, como «propiciación por medio de (en, instrumental) †¦ su sangre» (3.25), «el que justifica al que es de la fe de Jesús» (v. 26), siendo la justificación la absolución legal y formal de toda culpa por parte de Dios como Juez, siendo el pecador pronunciado justo al creer en el Señor Jesucristo. En el v. 24: «siendo justificados» está en tiempo presente continuo, indicando el proceso constante de justificación en la sucesión de aquellos que creen y son justificados. En 5.1, «justificados» está en aoristo, o tiempo puntual, lo que indica el tiempo definido en el que cada persona, al ejercitar la fe, fue justificada. En 8.1, la justificación es presentada como «no hay condenación». El que sea la justificación lo que está a la vista en este pasaje queda confirmado por los capítulos anteriores y por el v. 34. En 3.26, la frase «que justifica» es el participio presente del verbo, lit.: «justificante»; similarmente en 8.33, donde se usa el artículo: «Dios es el que justifica», que, más lit.: es, «Dios es el justificante», estando el énfasis en la palabra «Dios». La justificación es primaria y gratuitamente por la fe, consiguiente y evidencialmente por las obras. Con respecto a la justificación por las obras, la pretendida contradicción entre Santiago y Pablo existe solo en apariencia. Hay armonía entre ambas perspectivas. Pablo tiene en mente la actitud de Abraham hacia Dios, su aceptación de la palabra de Dios. Esto era algo solo conocido por Dios. La Epístola a los Romanos se ocupa del efecto de esta actitud hacia Dios, no del carácter de Abraham ni de sus acciones, sino del contraste entre la fe y la ausencia de ella, esto es, la incredulidad, cf. Rom 11:20: Santiago (2.21-26) se ocupa del contraste entre la fe real y la falsa fe, una fe estéril y muerta, que no es fe en absoluto. Aún más, los dos escritores se ocupan de diferentes épocas en la vida de Abraham: Pablo, los acontecimientos registrados en Gen_15; Santiago, los de Gen 22: Contrástense las palabras «creyó» en Gen 15:6 y «obedeciste» en 22.18. Además, los dos escritores usan los términos «fe» y «obras» en sentidos algo diferentes. Para Pablo, la fe es la aceptación de la palabra de Dios; Santiago la usa en el sentido de la aceptación de ciertas afirmaciones acerca de Dios (v. 19), que pueden no afectar la conducta de uno. La fe, tal como la presenta Pablo, resulta en la aceptación por parte de Dios, esto es, la justificación, y se manifiesta activamente. Si no es así, como dice Santiago: «¿Podrá la fe salvarle?» (v. 14). Para Pablo, las obras son obras muertas; Santiago trata de obras vivas. Las obras de las que habla Pablo podían ser totalmente independientes de la fe; las mencionadas por Santiago solo pueden ser llevadas a cabo allí donde hay una fe real, y dan evidencia de su realidad. Y así es con la justicia, o justificación: Pablo está ocupado con una relación correcta con Dios, y Santiago con una conducta recta. Pablo da testimonio de que los impíos pueden ser justificados por la fe, Santiago lo da de que solo el que obra correctamente justificado. Véanse también bajo JUSTICIA y JUSTO.
Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento