JUDAS, CARTA DE

Carta inspirada de las Escrituras Griegas Cristianas escrita por Judas, hermano de Santiago y, por lo tanto, medio hermano de Jesucristo. (Véase JUDAS núm. 5.) Parece ser que esta carta, dirigida a †œlos llamados que son amados en relación con Dios el Padre y conservados para Jesucristo†, tení­a que circular entre todos los cristianos. (Jud 1.)
Para cuando Judas escribió su carta, habí­a surgido una situación peligrosa. Hombres inmorales y con caracterí­sticas animales se habí­an introducido disimuladamente entre los cristianos y estaban †˜tornando la bondad inmerecida de Dios en una excusa para conducta relajada†™. Por esta razón, Judas no escribió, como pretendí­a en un principio, en cuanto a la salvación que tení­an en común los cristianos que eran llamados al Reino celestial de Dios. En su lugar, dirigido por el espí­ritu de Dios, aconsejó a sus compañeros creyentes para ayudarles a hacer frente con éxito a las influencias corruptoras que penetraban en la congregación. Judas les instó a †œ[luchar] tenazmente por la fe† resistiendo a las personas inmorales, manteniendo la adoración pura y una excelente conducta y †˜orando con espí­ritu santo†™. (Jud 3, 4, 19-23.) Mencionó algunos ejemplos, como el de los ángeles que pecaron, los habitantes de Sodoma y Gomorra, Caí­n, Balaam y Coré, para probar sin paliativos que el juicio de Jehová se ejecutarí­a sobre las personas impí­as, tal como ocurrió con los ángeles infieles y los inicuos de tiempos anteriores. También expuso la vileza de los que intentaban contaminar a los cristianos. (Jud 5-16, 19.)

Información única. Aunque la carta de Judas es corta, contiene información que no se halla en ninguna otra parte de la Biblia. Únicamente aquí­ se habla de la disputa que tuvo el arcángel Miguel con el Diablo acerca del cuerpo de Moisés, y de la profecí­a pronunciada por Enoc siglos antes. (Jud 9, 14, 15.) No se sabe si Judas recibió esta información por revelación directa o de una fuente acreditada (bien oral o escrita). En el caso de que esta última posibilidad fuese cierta, quizás explique la presencia de una referencia similar a la profecí­a de Enoc en el libro apócrifo de Enoc, que según se cree probablemente se escribió en los siglos I o II a. E.C. La base para esta declaración en la carta inspirada, así­ como en el libro apócrifo, tal vez provenga de una fuente común.

Dónde y cuándo se escribió. Judas probablemente escribió su carta desde Palestina, pues no se tiene registro de que hubiese salido de su tierra. El propio contexto de la carta permite deducir la fecha aproximada de su redacción. El hecho de que Judas no diga que Cestio Galo habí­a puesto sitio a Jerusalén (66 E.C.) ni mencione la caí­da de la ciudad ante los romanos mandados por Tito (70 E.C.), da a entender que la carta se escribió antes del año 66 E.C., pues en el caso de que ya se hubiese cumplido al menos parte de la profecí­a de Jesús concerniente a la destrucción de Jerusalén (Lu 19:43, 44), seguramente Judas habrí­a incluido esta ejecución de juicio divino como otro ejemplo amonestador. Y puesto que parece que Judas citó de la segunda carta de Pedro al hablar de los burlones que aparecerí­an †œen el último tiempo† (compárese 2Pe 3:3 con Jud 18), se puede deducir que escribió su carta después que el apóstol Pedro, hacia el año 65 E.C.

Autenticidad. El libro bí­blico de Judas se aceptó como canónico en los catálogos primitivos de las Escrituras. Entre dichos catálogos se encuentran los de Clemente de Alejandrí­a, Tertuliano, Orí­genes, Eusebio, Cirilo de Jerusalén, Atanasio, Epifanio, Gregorio Nacianceno, Filastrio, Jerónimo y Agustí­n, que vivieron entre los siglos II y IV E.C. La carta también está incluida en el Fragmento de Muratori (c. 170 E.C.).

[Recuadro en la página 159]

PUNTOS SOBRESALIENTES DE JUDAS
Advertencia concisa y enérgica contra los hombres inicuos que se infiltrarí­an en la congregación
Escrita seguramente alrededor de 65 E.C., más de treinta años después de la muerte y resurrección de Cristo

Una situación que requiere aguante cristiano (vss. 1-4)
Hombres impí­os se han introducido en la congregación y están valiéndose de la bondad inmerecida de Dios como excusa para la conducta relajada
Los cristianos deben luchar tenazmente por la fe

Actitudes, conducta y personas que deben evitarse (vss. 5-16)
No se debe olvidar que se destruyó a los israelitas que fueron salvados de Egipto pero que más tarde mostraron falta de fe
A los ángeles que abandonaron su posición original se les castigó
Las ciudades de Sodoma y Gomorra sufrieron el castigo judicial del fuego eterno por su repugnante inmoralidad
Pese a estos ejemplos, algunos tratan de introducir las mismas prácticas en la congregación
Miguel ni siquiera injurió al Diablo, pero estos hombres †˜hablan injuriosamente de los gloriosos†™
Siguen los malos ejemplos de Caí­n, Balaam y Coré
Son una amenaza comparable a rocas escondidas bajo el agua; al igual que nubes sin agua o árboles muertos, arrancados de raí­z, no producen nada bueno
Enoc profetizó el juicio de Dios contra tales pecadores impí­os
Estos hombres son murmuradores, quejumbrosos, egocéntricos y aduladores engañosos

Cómo pueden los cristianos resistir esta mala influencia (vss. 17-25)
Recuerden que los apóstoles predijeron la presencia de tales hombres en †œel último tiempo†
Los cristianos deben ser diferentes de ellos y edificar sobre el fundamento de la fe, orar con espí­ritu santo, mantenerse en el amor de Dios y esperar que se manifieste la misericordia de Jesús
También deben ayudar a otros, mostrar misericordia a los que dudan y salvarlos, arrebatándolos del fuego

Fuente: Diccionario de la Biblia

1. Autor. «Judas, siervo de Jesucristo y hermano de Santiago» (v. 1). Para los primeros lectores bastaban estos datos para recomendar el escrito. La exégesis actual no es unitaria ni en lo relativo a la identificación del autor ni en lo que se refiere al carácter literario del tí­tulo. Los crí­ticos independientes, como también algunos comentaristas católicos, opinan en su mayor parte que aquí­ (lo mismo que en 2 Pe, que de-pende literariamente de la carta de Judas) se trata de un pseudónimo, pues en realidad el autor de la carta es un judeocristiano desconocido de finales del siglo I o principios del Ir. Sin embargo la exégesis católica sostiene en general que la carta procede de Judas, el hermano o pariente del Señor (Mc 6, 3; Mt 13, 55). Muchos lo identifican también con el apóstol Judas, que en Jn 14, 22 es mencionado como distinto del llamado Iscariote y del que lleva el sobrenombre «Judas el de Santiago» (Le 6, 16; Act 1, 13) y Tadeo o Lebeo (Mc 3, 18; Mt 10, 3).

2. Tiempo de composición. A base de lo dicho sobre el autor y por el contenido de la carta, se puede concluir con cierta probabilidad que ésta fue redactada después del año 62 y antes del 70, si bien muchos defienden una época mucho más tardí­a.

3. Destinatarios. Con su llamada a la vigilancia frente a elementos que destruyen la fe y las costumbres, la carta se dirige a comunidades judeocristianas, que estaban familiarizadas con la literatura bí­blica y la apócrifa, y reconocí­an la autoridad de Santiago.

4. Peculiaridad literaria. Los auténticos elementos epistolares se reducen a la fórmula introductoria y a una indicación vaga de los destinatarios. La parte principal de la carta es una exhortación pastoral, presentada en parte con fórmulas fuertes. El len-guaje y el estilo son í­ndices de un autor que, a pesar de su forma semí­tica de pensar, posee una considerable formación helení­stica.

5. Canonicidad. Los testimonios de la tradición en general le son favorables. Sólo en los territorios de Siria, parece que la carta no fue reconocida por todos como canónica. Jerónimo ve la razón de esto en que se cita en ella un lugar del libro apócrifo de Henok. Eusebio incluye igualmente la carta entre los libros inauténticos y disputados. El concilio de Trento, con su fijación del canon en el año 1546, puso fin a la discusión entre los católicos (Dz 784).

6. Resumen del contenido doctrinal. La carta presenta un núcleo de doctrinas teológicas que tiene su puesto fijo en la vida de la Iglesia. La unicidad de Dios aparece claramente en la doxologí­a final. Sólo a Dios corresponde aquella bondad omnipotente que puede preservar a los creyentes de la culpa y conducirlos a la salvación eterna (v. 24). Y sólo a él corresponden también la gloria, la magnificencia, la fuerza y el poder por toda la eternidad (v. 25).

Muchos autores ven en el versí­culo 20s una mención implí­cita de la Trinidad. Dios Padre nos llama (1), nos ama (1.21), nos salva (25); el Espí­ritu Santo asiste a los creyentes en sus oraciones (20); Jesucristo es nuestro único Soberano y Señor (4), él es el punto central de la economí­a salví­fica (25). Como Señor nuestro (4.17.2025) protege a sus creyentes (1), es su juez misericordioso (21), y de su sentencia depende el premio o el castigo eterno (4.6.15.21.24). A través de él Dios ha operado nuestra salvación, y así­ él es el redentor de la humanidad, al que el Padre da la gloria merecida (25). Los cristianos que no pueden separarse de Cristo participan de la salvación común (3) a través de la «fe santa» (20), a través de la herencia santa de la revelación, la cual, partiendo de Dios, está destinada a la santificación de los creyentes, de los «santos», a los que ha sido transmitido el mensaje por los apóstoles 3,17s). Los creyentes han sido llamados a la fe por el Dios Padre y son amados por él (1,21); oran en el Espí­ritu Santo, que no poseen los maestros del error (19); tienen la obligación de defender la fe (3). Pero sólo por el poder y la gracia de Dios se mantienen sin pecado y pueden presentarse con alegrí­a y sin mancha ante la gloria divina.

Aquí­ está contenida en germen una teologí­a de la Iglesia, de la gracia, de la economí­a salví­fica. Se presupone la existencia de ángeles. Entre los buenos es destacado especialmente el arcángel Miguel (9). Acerca de los malos la carta dice que se rebelaron contra Dios, y que serán sometidos al juicio del gran dí­a y están destinados al fuego eterno (6). El ataque a los «seres gloriosos» (que por su naturaleza superior son un resplandor de la gloria de Dios) mediante especulaciones o insultos es uno de los delitos más detestables que cometen los maestros del error impugnados en la carta de Judas (8).

También hallamos aquí­ cierta doctrina escatológica, pues se hace referencia al juicio final (4.6.15.24), al castigo de los demonios y los impí­os mediante el fuego eterno (6s. 13.22), y a la felicidad y vida eterna de los buenos (21.24).

El mensaje de esta carta termina con una doxologí­a (¿tomada de una liturgia?) en la que el autor resume en frases de alabanza a Dios los pensamientos que ha expuesto a los destinatarios de su carta.

BIBLIOGRAFíA: A. Charue, L’Epltre de Saint Jude (P 1938, 21961) ; J. Chaine, La seconde Epltre de saint Pierre – 1’Epltre de saint Jude (P 21939); A.-M. Dubarle, Le péché des anges daos I’Epltre de Jude: Memorial J. Chaine (P 1950) 145-148; J. Michl, J. (Rb 1953); H. Willmering, The Epistle of St. Jude (Lo 1953); E. Massaux, Le texte de l’Epftre de Jude du Papyrus Bodmer VII P72: Scrinium Lovaniense (miscelánea histórica E. van Cauwenberg) (Lv 1961) 108-125; J. Alonso, Carta de San Judas (Sagrada Escritura NT III) (Ma 1962); K. H. Sckelkle, Die Petrusbriefe, der Judasbrief (Fr 21964); B. Reicke, The Epistles of James, Peter and Jude (NY 1964); J. Salguero, Ep. de S. Judas (Ma 1965); A. Stager, Carta de san Judas. Segunda carta de san Pedro (Herder Ba 1967).

Juan Prado

K. Rahner (ed.), Sacramentum Mundi. Enciclopedia Teolσgica, Herder, Barcelona 1972

Fuente: Sacramentum Mundi Enciclopedia Teológica