1. En el planeta de los mayores y jubilados
En la actualidad la realidad numérica de los mismos es muy significativa. En España asciende a más de siete millones. En Comunidades, como Castilla y León, suman el 19% de la población.
En 1900 la esperanza de vida era de 34 años; en 1980, de 70 años. Hoy, se acerca a los 80 años. Más aún, se habla de una civilización de los mayores, muchos de ellos con facultades y condiciones físicas y mentales muy normales.
La situación personal y social de los mayores no es fácil.
En cuanto a lo personal, es muy difícil aprender a envejecer, con la falta de afecto y la limitaciones inherentes que este hecho comporta.
Socialmente, en este mundo tecnológico y cibernético, los mayores han pasado de ser protagonistas (en una sociedad patriarcal) a meros excluidos y nada valorados. Se sienten, en muchos casos, incomprendidos, marginados e incluso rechazados. Políticamente se sienten manejados como carne de campaña electoral. Y, familiarmente, no acaban de encontrar el lugar adecuado. Incluso a nivel religioso, ante el bombardeo de los mass media y las nuevas ideas sociales, se sienten desorientados.
En resumen, los mayores sufren los acelerados cambios personales y sociales que, si por un lado pueden abrir a nuevas y ricas dimensiones, por otro hacen que mantengan una baja autoestima de sí mismos y una cierta marginación social.
Por todo ello, en la sociedad actual, es un colectivo, el de mayores y jubilados, que requiere atención y asistencia precisas. Ya en los años 50 comienzan a aparecer realidades como «la Asociación Internacional de Gerontología», para promover la investigación en campos como la medicina, ciencias sociales y todo lo relacionado con la vejez. En 1982, la ONU convocó una Asamblea mundial sobre el Envejecimiento y se redactó un Plan de acción Internacional. La primera en responder a esta llamada fue la Iglesia Católica, en 1983, mediante el Consejo Pontificio para la Familia. En una amplia encuesta se pide que la atención pastoral a los mayores sea una cuestión primordial, ordinaria y responsable en la vida de la Iglesia.
Y después de 25 años de la clausura del Concilio Vaticano II se vuelve a proclamar «que los ancianos tienen un lugar activo en la Iglesia y en el mundo». El Papa Juan Pablo II ha venido expresando, en repetidas ocasiones y escritos, una especial atención a este colectivo social.
Se comienzan a descubrir los valores personales y sociales de los mayores y jubilados: sus ideales religiosos, el ser memoria existencial, la gratuidad de sus actitudes, la responsabilidad, la visión más completa de la vida, el valor del «ser» por encima del «tener». Actitudes que formarán parte de la denominada pastoral de los mayores y jubilados.
2. Hacia una pastoral de mayores y jubilados
En la pastoral de mayores y jubilados podemos hablar de luces y sombras.
Las luces nos hablan de un mayor conocimiento y sensibilidad social y eclesial, asociaciones y movimientos específicos, encuentros, charlas, etc.
Entre las sombras, se cuentan el miedo y poca creatividad a la hora de potenciar dicha pastoral específica; cierta confusión en objetivos y programaciones; residencias y hogares mal atendidos; insuficiente formación entre los agentes.
Todo lo señalado anteriormente nos abre las puertas a una genuina pastoral de mayores y jubilados, con algunas de las premisas que nos señala, entre otros, el Pontificio Consejo para Laicos:
* Los mayores tienen su ámbito y lugar propio en la Iglesia y en la sociedad.
* Los mayores son portadores de valores humanos, religiosos, morales y sociales.
* Los mayores no sólo son miembros pasivos de una pastoral, sino agentes activos,en la medida de sus posibilidades.
* Los mayores deben ser Buena Noticia, evangelizadores y catequistas de su entorno existencial y, sobre todo, de las nuevas generaciones.
* Los campos de acción pastoral de los mayores son los siguientes: las propias familias, las parroquias, las residencias de Tercera Edad. sus centros de encuentro y convivencia, las asociaciones y todos los ámbitos sociales en los que se desenvuelven y de sarrollan su vida cotidiana.
* La Iglesia debe ofrecerles ámbitos de convivencia y diálogo, momentos litúrgicos-celebrativos y orantes, y la posibilidad de ejercer el ministerio de enseñanza y evangelización.
* Los mayores, en el cristianismo y en la Iglesia, deben experimentar que la vejez es un tiempo hermoso, un regalo para seguir creciendo; una nueva ocasión para seguir construyendo el hermoso y rico edificio de nuestra persona; es, también, como en cualquier otra edad, el «hoy de Dios».
3. Los agentes de la pastoral de los mayores
Como en otras pastorales específicas, la primera implicada es la Diócesis, normalmente a través de una Delegación creada para tal fin.
Dentro de dicha Delegación, es muy importante un Equipo Coordinador para esta Pastoral de Mayores y Jubilados, así como un Equipo Técnico para promover charlas, encuentros, formación, etc.
Todo ello teniendo como base las parroquias y Arciprestazgos.
Incluso dando un protagonismo especial a movimientos específicos como «Vida Ascendente».
Dicha Delegación de Mayores y Jubilados debe mantener una necesaria relación con Delegaciones afines como Familia, Cáritas o Pastoral de la Salud; así mismo, contacto estrechó con organizaciones civiles como Inserso, Delegaciones Provinciales y regionales, Aulas de Tercera Edad, Residencias y Hogares, etc.
Es muy importante la presencia y participación en Asociaciones de todo tipo, Asambleas, Congresos, Grupos de Mayores y Publicaciones diversas y específicas.
Hacemos una llamada de atención a no detenerse en este campo de pastoral, porque «todavía en la vejez se pueden dar frutos frescos y lozanos para anunciar las cosas de Dios» (Salmo 92).
BIBL. – Revistas: «60 y más», «Gente Mayor», «Los Mayores», «Vida Ascendente». Libros: Vida en Plenitud, Edice, Madrid 1987; El jubilado ante el futuro, Narcea, Madrid 1991; Vida en plenitud, Pío X, Madrid 1991; Aprender a envejecer, Vida Ascendente, Salamanca 1990.
Felipe Ontoso Molero
Vicente Mª Pedrosa – Jesús Sastre – Raúl Berzosa (Directores), Diccionario de Pastoral y Evangelización, Diccionarios «MC», Editorial Monte Carmelo, Burgos, 2001
Fuente: Diccionario de Pastoral y Evangelización