JOSABAT

«Pero Josabat, hija del rey Joram, hermana de Ocozí­as, tomó a Joás, hijo de Ocozí­as, y lo sacó furtivamente de entre los hijos del rey a quienes estaban matando, y lo ocultó de Atalí­a, a él y a su ama, en la cámara de dormir y de esta manera no lo mataron» (2.†™ Reyes 11:2).

Léase: 2. REYES 11. En la relación que hemos hecho antes de Atalí­a vimos cómo trató de exterminar a toda la descendencia real de la casa de David, y consiguió eliminar a todos los descendientes masculinos de Joram, menos un nieto. Este se salvó gracias a la intervención de Josabat.

Como vemos en el versí­culo anterior, Josabat, hermana de Ocozí­as, salvó a Joás, su sobrino, «mientras estaban matando a sus hermanos», y llevándoselo con su ama lo escondió en una de las habitaciones de su propia residencia. Josabat era la esposa del sumo sacerdote Joiada, y por tanto residí­a en el templo. El poder real no tení­a prerrogativa para investigar el templo, y por tanto estaba seguro; aparte de que este hecho fue realizado sin que se diera cuenta Atalí­a.

Satán usó a Atalí­a para ver de eliminar toda la simiente de David si fuera posible. De conseguirlo habrí­a puesto serias dificultades al cumplimiento de la profecí­a de que el futuro Mesí­as procederí­a del tronco de David. Pero Dios frustró los planes de Atalí­a.

Josabat era una mujer sencilla, llena de fe. Aunque hija del rey se casó con Joiada, un descendiente de la tribu de Leví­. No conocemos detalles de la estancia de Joás bajo la protección de Josabat, pero hemos de suponer que el ama de leche de Joás era también temerosa de Dios. Ya vimos que Joás fue proclamado rey seis años después.

Josabat es una figura recordada con cariño por la Iglesia del Nuevo Testamento. No interesada en la vida fastuosa de la corte, aunque hermana del rey se casó con un sacerdote y vivió la vida semi recluida del templo. Era, probablemente una mujer de gran calma interior, pero con la mente clara, que supo cómo actuar cuando los hombres se mostraban indecisos. Se hizo cargo de la gravedad de la situación y arriesgándose al peligro de que llegara a oí­dos de Atalí­a lo que habí­a hecho, no vaciló en su acto heroico.

Su valor se contagió al marido que, seis años después, fue el que tomó la iniciativa y fue el brazo ejecutor de la sentencia de Dios sobre Atalí­a.

Preguntas Sugeridas Para Estudio Y Discusión:
1. ¿En qué forma fue amenazada la venida del Redentor a través del tronco de David como habí­a sido profetizado?
2. ¿Cómo salvó al joven prí­ncipe?
3. ¿Influyó su valor en los actos del marido más adelante?

Fuente: Mujeres de la Biblia