La única extensión grande de agua que fluye en Palestina; jugó una parte muy significativa en la historia de Israel, así como en los primeros días del ministerio de nuestro Señor. El término Jordán se deriva de la palabra heb. hayyarden, que significa corriendo hacia abajo o el descendente. Cuatro ríos en Siria constituyen la fuente de lo que más tarde se convierte en el río Jordán propiamente dicho. Estos ríos se unen y vierten sus aguas en el lago Huleh, cuya superficie es de 2 m. sobre el nivel del mar. Después, el río Jordán desciende hasta el mar de Galilea y entra al mar Muerto, a 404 m. bajo el nivel del mar. El río mismo varía desde 28 a 31 m. de ancho, y desde 1 a 3 m. de profundidad. Aunque es el río más grande de Palestina, el Jordán se distingue de otros grandes ríos nacionales en que, dado que tiene 27 raudales entre el mar de Galilea y el mar Muerto, no lleva tráfico; y a causa de las condiciones pantanosas de una parte de este valle, el inmenso calor en muchos lugares y la presencia de muchos animales salvajes, especialmente durante la historia de Israel, nunca se edificó directamente una ciudad grande en sus riberas.
Aun cuando en la Biblia no se usa otro nombre para el Jordán, una vez se le refiere como el arroyo del Arabá (Amo 6:14; ver nota en RVA), y otras como la espesura del Jordán (Jer 12:5; Jer 49:19; Jer 50:44; Zec 11:3).
Pero el evento más significativo en relación con el río Jordán en toda la historia de Israel fue cuando los israelitas lo cruzaron (Josué 3 y 4) y ocuparon la tierra que fluía leche y miel (Num 35:10; Deu 3:20; Deu 11:31; Deu 31:13; Jos 1:2). En el NT, Juan el Bautista llevó a cabo su ministerio en las riberas del río Jordán (Mat 3:6; Mar 1:5; Joh 1:28; Joh 3:26), y en este río Jesús fue bautizado (Mat 3:13; Mar 1:9; Luk 4:1).
Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano
Recorre un tramo de la gigantesca falla norte-sur que se abrió en tiempos prehistóricos por la acción del corrimiento de la corteza terrestre y que probablemente antes había estado completamente cubierta de agua. La fosa puede seguirse desde el corte profundo entre el Líbano y el Antilíbano, a través del valle del Jordán hasta el mar Muerto, y al sur de dicho mar hasta el mar Rojo, bajo el cual se prolonga en el fondo marino. Desde el lago de Genesaret hasta el mar Rojo la falla se denominó †œAraba†; hoy este nombre se reserva sólo para la falla al sur del mar Muerto. En la Araba hubo yacimientos de mineral de cobre y de hierro.
En las estribaciones meridionales y occidentales del Hermón brota el Jordán a través de tres fuentes: en las cuevas de Banias (Cesárea de Filipo) brota el venero oriental, a 329 m sobre el nivel del mar. El venero central fluye más al oeste, y es el más corto y caudaloso (árabe: nahr el-Leddan; brota a 154 m sobre el nivel del mar); en su fuente estaba Dan, el santuario del reino del norte con el becerro de oro como representación de Yahveh. El afluente occidental y más largo no es al principio más que un riachuelo, el nahr el-Hasbani árabe, que brota en la montaña a 520 m sobre el nivel del mar. Fluye hasta el lago Hule34, el menor de los tres lagos antiguos formados en la fosa norte-sur, y discurre además en todas direcciones, con lo cual la llanura al norte del lago Hule y el terreno que lo rodea eran muy pantanosos.
Tras la fusión de los manantiales, el Jordán se divide en dos brazos, que sólo se juntan en el lago Hule, del cual vuelve a salir el río ya con una anchura de 25 m. Después de la llanura al sur del pequeño lago del Jordán atraviesa una barrera basáltica deslizándose después sobre un desnivel medio de 17 m por km. Estos datos descansan sobre las mediciones más recientes del Estado de Israel. A los 16 km tiene ya un ancho de 45 m y una caída de 280 m, penetrando entonces en el lago de Genesaret. Mientras que la superficie de las aguas del lago Hule está todavía a 68 m sobre el nivel del mar, la superficie del lago de Genesaret se encuentra ya a 212 m bajo el nivel del Mediterráneo.
El Jordán cruza el lago de Genesaret y penetra en una llanura, que se extiende unos 10 km hasta conectar por el oeste con la llanura de Yizreel. Aproximadamente a la altura de Bet-San se encuentra el punto septentrional, el segundo, en que bautizó Juan Bautista (Jua 3:23). El punto meridional (Jua 1:28) quedaba casi en la desembocadura del Jordán en el mar Muerto, a unos 70 km al sur del que llamamos punto segundo.
Este curso inferior del Jordán, después de haber recogido las aguas del Yabboq, forma una fosa salvaje y cubierta de matorral, pantanosa por las inundaciones, siempre cálida y productora de fiebres, y en la cual antes de la cautividad babilónica de los judíos aún vivían leones. La falla profunda de margales del curso inferior medio se desploma a veces por la acción del agua, interrumpe durante varias horas el curso del río y deja vacío todo el lecho inferior; tal ocurrió el 8 de diciembre de 1266 y en octubre de 1914. Así se explica el motivo narrativo de Jos 3:16, según el cual los israelitas, al entrar en Canaán, pudieron cruzar a pie enjuto el lecho del río Jordán.
Desde su salida del lago de Genesaret hasta su penetración en el mar Muerto el valle del Jordán mide 104 km, aunque el río propiamente dicho es mucho más largo (unos 300 km) por sus meandros. En ese tramo el terreno aún desciende unos 180 m, de modo que en su desembocadura en el mar Muerto el Jordán es el río de desembocadura más profunda, ya que lo hace a 392 m bajo el nivel del Mediterráneo. Y como el mar Muerto es un lago interior, el Jordán es también el único gran río que desemboca en un verdadero mar interior sin conexión con el océano.
El nombre del Jordán no está aclarado etimológicamente. En la etimología popular, incluso en el Israel de hoy, el topónimo se interpreta como †œel descendente† (hayyarden), mientras que una serie de científicos entienden el nombre como †œel río† sin más.
Las aguas del Jordán fluyen a menudo sucias y amarillas, excepción hecha de la Galilea septentrional. Precisamente por ello ordenó el profeta Eliseo al sirio Naamán que se lavase en el Jordán para quedar limpio de la lepra (cf. 2Re 5:1-16), para que creyese así que, a pesar de lo sucio de las aguas, la curación se debía a Yahveh.
También Juan bautizaba en el Jordán, no porque las aguas del río pudieran purificar por sí mismas ni fueran un símbolo bien palpable de la purificación de los pecados, sino justamente porque dada su cuestionable limpieza podían ser un símbolo de la purificación que se debía exclusivamente a la penitencia.
Fuente: Diccionario de Geografía de la Biblia