En la Biblia hebrea, este libro forma parte de Los Profetas (Nevi†™im), entre los llamados Profetas Posteriores. Pero se habla de él en los libros históricos (2 R. 19 y 20). En 2Cr 26:22 se dice que fue cronista de lo acontecido en el reinado de Uzías (†œLos demás hechos de Uzías, primeros y postreros, fueron escritos por el profeta Isaías, hijo de Amoz†). También del reinado de †¢Ezequías (†œLos demás hechos de Ezequías … he aquí todos están escritos en la profecía del profeta Isaías, hijo de Amoz…† [2Cr 32:32]). Se le menciona también en 2Cr 32:20. De manera que el autor o los autores de los libros de Reyes y Crónicas usaron los escritos de Isaías como una de sus fuentes.
Autor y fecha. Se han levantado en tiempos modernos muchas discusiones con respecto a si ciertas partes del libro fueron escritas o no por el profeta Isaías. El problema surge porque hay críticos que señalan que los mensajes proféticos sólo tenían pertinencia para los hombres de su generación y niegan la capacidad del mensajero divino de proyectarse hacia un futuro lejano. Desde ese punto de vista, hay partes de la obra que hablan de acontecimientos muy posteriores a la época de Isaías y que, por lo tanto, tuvieron que haber sido escritas por otras personas. Al no conocerse el nombre de éstas, los eruditos denominan Deutero-Isaías a los capítulos 40 al 66, que se supone son obra de un profeta anónimo de tiempos del exilio babilónico que se añadió a la obra de Isaías como un apéndice. Ciertos eruditos no quieren reconocer que un profeta del siglo VIII a.C. pudiera tener conocimiento de cosas que pertenecen al siglo VI o IV a.C. Extraña, sin embargo, que profecías del calibre de las que aparecen en esos capítulos quedaran en el anonimato. Hay incluso quienes piensan que fueron tres los autores, llamando al tercero el Trito-Isaías. Otra explicación que se ofrece es la posibilidad de que escritores o compiladores posteriores fueron agregando escritos al material básico preparado por Isaías, quizás porque se consideraban sus discípulos o porque entendían que el mensaje se relacionaba de alguna manera con lo que el profeta dijo. De todas maneras, el libro de Isaías aparece siempre como una unidad. El libro apócrifo del †¢Eclesiástico, escrito unos doscientos años antes de Cristo, menciona a Isaías, diciendo: †œ… el profeta Isaías … con grande inspiración vio el fin de los tiempos, consoló a los afligidos de Sion, anunció lo venidero hasta el fin de los tiempos y las cosas antes que sucediesen…† (Eco 48:22-24). Por lo tanto, ya en esa época se trataba al libro como una unidad. De igual manera lo consideraron los miembros de la comunidad de †¢Qumrán y los autores del NT. Los rabinos concuerdan en que el libro es obra de un mismo autor, explicando las referencias a cosas de tiempos muy posteriores a la vida de I. a su capacidad profética.
razones presentadas por los eruditos que sugieren que sólo la primera parte del libro fue escrita por el profeta Isaías y la segunda por otro u otros, son atendibles, aunque no implican una prueba definitiva. En realidad, el hecho de que el libro haya sido escrito por más de una persona, en diferentes épocas, no contradice ninguna doctrina bíblica. Pero la mayoría de los creyentes evangélicos siguen tratando al libro como una unidad.
Circunstancias. Los ataques de los asirios a Siria habían debilitado a ésta, y permitido un largo período de prosperidad para los reinos de Israel, gobernados por †¢Jeroboam II y Judá, bajo †¢Uzías. Pero la prosperidad vino acompañada de mucha corrupción e injusticia social. La expansión asiria, sin embargo, significaba una amenaza para los dos reinos israelitas. Cuando †¢Peka se hizo con el trono de Israel, formó una alianza con †¢Rezín, rey sirio, en contra de los asirios. El rey †¢Acaz, de Judá, se negó a participar en ella. Peka y Rezín invadieron a Judá. Isaías animó a Acaz a la resistencia y predijo que tanto Samaria como Siria serían destruidas (Isa 7:1-25). Jerusalén no pudo ser tomada, pero el rey Acaz envió embajadores a †¢Tiglat-pileser, rey asirio, pagando tributo y solicitando apoyo, quedando así como vasallo asirio (2Re 15:37; 2Re 16:5, 2Re 16:7-9). El Reino del Norte, que buscó alianza con los egipcios para librarse de los asirios, finalmente fue destruido por éste en el año 722 a.C. y el territorio de Israel pasó a ser una provincia de Asiria.
†¢Ezequías, rey de Judá, hijo de Acaz, se mantuvo un buen tiempo sin atender a las propuestas de Egipto, que proponía también una alianza para librarse del yugo asirio. Se atribuye esta posición en gran parte al consejo de Isaías, que constantemente predicaba en contra de todo arreglo con los egipcios (†œÂ¡Ay de los que descienden a Egipto por ayuda, y confían en caballos…!† [Isa 31:1]). Pero en un momento en que parecía que Egipto y Etiopía podían vencer a los asirios, Ezequías entró en la alianza. El resultado fue que los asirios invadieron, derrotaron a los egipcios y etíopes, tomaron las ciudades de Judá y cercaron a Jerusalén. Isaías aconsejó la resistencia, asegurando que Jerusalén no sería violada (†œPorque yo ampararé a esta ciudad para salvarla, por amor de mí mismo…† [Isa 37:35]). †¢Senaquerib, el rey asirio, tuvo que retirarse a causa de una plaga en su ejército, que la Biblia explica como obra del ángel de Jehová (Is. 36 y 37).
todo el tiempo de su ministerio, Isaías predicaba en contra de las injusticias y la corrupción que se manifestaban en Judá. Las clases dirigentes se dedicaban a la opresión de los pobres (†œTus príncipes, prevaricadores y compañeros de ladrones, todos aman el soborno, y van tras las recompensas, no hacen justicia…† [Isa 1:23]). Las casas de los ricos se llenaban a costa de los marginados (†œ… porque vosotros habéis devorado la viña, y el despojo del pobre está en vuestras casas† [Isa 3:14]). En los tribunales imperaba la compra de conciencias (†œ… los que justifican al impío mediante cohecho, y al justo quitan su derecho† [Isa 5:23]). Los terratenientes poderosos quitaban a los campesinos sus tierras (†œÂ¡Ay de los que junta casa a casa, y añaden heredad a heredad hasta ocuparlo todo!† [Isa 5:8]). Las mujeres vivían en un ambiente de lujos extravagantes y desvergonzados (Isa 3:16-24). Con el aumento del comercio y los contactos con otros pueblos, la idolatría se incrementó (†œ… siendo sus imágenes más que las de Jerusalén y de Samaria† [Isa 10:10]).
capítulos del 40 al 66 hablan de la situación de los exiliados en Babilonia, los cuales vivían en angustia y desesperación pensando que Dios les había abandonado (†œ¿Por qué dices, oh Jacob, y hablas tú, Israel: Mi camino está escondido de Jehová, y de mi Dios pasó mi juicio?† [Isa 40:27]). Algunos incluso se habían dejado llevar por la idolatría caldea (Isa 44:8-21). Isaías, les anuncia los triunfos de †¢Ciro sobre †¢Babilonia, lo cual tuvo lugar en el año 539 a.C. El profeta habla de ello como el preludio de una restauración de Judá (†œNo temas, porque yo estoy contigo; del oriente traeré tu generación, y del occidente te recogeré† [Isa 43:5]; †œPorque tu tierra devastada, arruinada y desierta, ahora será estrecha por la multitud de los moradores…† [Isa 49:19]). Los ídolos de Babilonia serán destruidos (†œSe postró Bel, se abatió Nebo…† [Isa 46:1]). Dios perdonará a su pueblo (†œHablad al corazón de Jerusalén, decidle a voces que su tiempo es ya cumplido, que su pecado es perdonado…† [Isa 40:2]). El retorno a la tierra es asegurado (†œCiertamente volverán los redimidos de Jehová; volverán a Sion cantando, y gozo perpetuo habrá sobre sus cabezas…† [Isa 51:11]). Los capítulos 56 al 66 son los que algunos quisieran llamar el Trito-Isaías, porque sugieren que su tema y estilo es muy diferente del resto.
Desarrollo. Dada la extensión y la variedad de los oráculos contenidos en este libro, para fines de este artículo se señalan solamente los temas principales de cada capítulo, tomando unas palabras representativas de la idea central de cada uno de ellos.
Cap. 1. Queja de Dios sobre su pueblo (¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos…» [Isa 1:4]). Se anuncia el juicio, a menos que consientan en arrepentirse (†œ… si no quisiéreis y fuereis rebeldes, seréis consumidos…† [Isa 1:20]).
Cap. 2. Sin embargo, †œen lo postrero de los tiempos† hay un futuro glorioso para Sion, cuando Dios †œquitará totalmente los ídolos† (Isa 2:18).
Cap. 3. Vuelve con los avisos de juicio. La corrupción entre el elemento femenino será juzgada (†œAquel día quitará el Señor el atavío del calzado, las redecillas…† [Isa 3:18]).
Cap. 4. Sigue el juicio contra Jerusalén, pues habrá un día en el que †œel Señor lave las inmundicias de las hijas de Sion…† (Isa 4:4).
Cap. 5. Es una parábola en la cual se compara a Israel con una viña que a pesar de los cuidados de su dueño †œha dado uvas silvestres† (Isa 5:4). De nuevo se anuncia el juicio de Dios.
Cap. 6. Isaías ve la gloria de Dios, a quien contempla †œsentado sobre un trono alto y sublime†. Acepta la encomienda divina para el ministerio profético.
Cap. 7. Narra los acontecimientos relacionados con el ataque de Peka y Rezín contra Jerusalén, que fue un fracaso (†œ… pero no la pudieron tomar† [Isa 7:1]).
Cap. 8. El profeta anuncia la destrucción de Samaria y Damasco (†œ… será quitada la riqueza de Damasco y los despojos de Samaria delante del rey de Asiria† [Isa 8:4])
Cap. 9. Contiene profecías sobre el futuro †¢Mesías (†œ… el pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz† [Isa 9:2]; †œ… porque un niño nos es nacido…† [Isa 9:6]). Se ratifica el triste destino de Samaria (†œJehová cortará de Israel cabeza y cola…† [Isa 9:14]).
Cap. 10. Asiria es descrita como un instrumento de Dios para juicio (†œOh Asiria, vara y báculo de mi furor, en su mano he puesto mi ira† [Isa 10:5]).
Cap. 11. Contiene profecías sobre el Mesías (†œSaldrá una vara del tronco de Isaí† [Isa 11:1]).
Cap. 12. Cántico de alabanza por la liberación del poder de Asiria (Isa 11:16; Miq 5:2-5).
Cap. 13. Dios hará juicio contra los caldeos (†œBabilonia… será como Sodoma y Gomorra…. Nunca más será habitada† [Miq 13:19-20]).
Cap. 14. Babilonia y Asiria sufrirán juicio de Dios (†œ… raeré de Babilonia el nombre y el remanente, hijo y nieto† [Miq 14:22]; †œ… quebrantaré al asirio† [Miq 14:25]).
Cap. 15. Juicios contra Moab (†œPorque el llanto rodeó los límites de Moab† [Miq 15:8]).
Cap. 16. Juicios contra Moab (†œPor tanto, aullará Moab…† [Miq 16:7]).
Cap. 17. Juicios contra Damasco (†œDamasco dejará de ser ciudad† [Miq 17:1]).
Cap. 18. Juicios contra Etiopía (†œÂ¡Ay de la tierra que hace sombra con las alas, que está tras los ríos de Etiopía…!† [Miq 18:1]).
Cap. 19. Juicios contra Egipto (†œLevantaré egipcios contra egipcios…† [Miq 19:2]).
Cap. 20. Egipto y Etiopía serán vencidos por Asiria (†œ… señal y pronóstico sobre Egipto y Etiopía, así llevará el rey de Asiria a los cautivos de Egipto y los deportados de Etiopía…† [Miq 20:3-4]).
Cap. 21:1-9. De nuevo se habla de la destrucción de Babilonia (†œCayó, cayó Babilonia…† [21:9]).
Cap. 21:11-17. Las tribus árabes también sufrirán (†œProfecía sobre Arabia…. porque ante la espada huye…† [21:13, 15]).
Cap. 22. Juicio sobre Jerusalén (†œTú, llena de alborotos, ciudad turbulenta … tus muertos no son muertos a espada…† [22:2]).
Cap. 23. Juicio sobre Fenicia (†œ… porque destruida es Tiro…† [23:1]; †œNo te alegrarás más, oh oprimida virgen hija de Sidón† [23:12]).
Cap. 24. Profecías sobre el día de Jehová (†œ… cuando Jehová de los ejércitos reine en el monte de Sion y en Jerusalén, y delante de sus ancianos sea glorioso† [24:23]).
Cap. 25. Después de ese día Dios †œdestruirá a la muerte para siempre† [25:8]).
Cap. 26. Es un cántico de alabanza celebrando las bondades de Dios para con su pueblo (†œTus muertos vivirán; sus cadáveres resucitarán† [26:19]).
Cap. 27. Continúan las promesas de restauración de Israel (†œ… será perdonada la iniquidad de Jacob…† [27:9]).
Cap. 28. Se reiteran los juicios contra los gobernantes de Judá (†œ… varones burladores que gobernáis a este pueblo que está en Jerusalén…† [28:14]).
Cap. 29. Juicio contra Jerusalén (†œÂ¡Ay de Ariel, de Ariel, ciudad donde habitó David!† [29:1]).
Cap. 30:1-17. Isaías aconseja en contra de buscar ayuda egipcia (†œÂ¡Ay de los hijos que se apartan…! para descender a Egipto, y no han preguntado de mi boca…† [30:1-2]).
Cap. 30:18-33. A pesar de todo, Dios tendrá misericordia de Israel (†œCiertamente el pueblo morará en Sion, en Jerusalén…† [30:19]).
Cap. 31. Se reitera el consejo en contra de la alianza con Egipto (†œÂ¡Ay de los que descienden a Egipto por ayuda…!† [31:1]).
Cap. 32. Profecías sobre el reino mesiánico (†œHe aquí que para justicia reinará un rey…† [32:1]).
Cap. 33. Profecías sobre la esperanza de Israel (†œSerá exaltado Jehová, el cual mora en las alturas, llenó a Sion de juicio y justicia† [33:5]).
Cap. 34. Juicio contra las naciones. El día de Jehová (†œPorque es día de venganza de Jehová, año de retribuciones en el pleito de Sion† [34:8]).
Cap. 35. Profecías sobre el reino mesiánico (†œY los redimidos de Jehová volverán, y vendrán a Sion con alegría† [35:10]).
Cap. 36. Narración sobre la invasión de Senaquerib. Jerusalén es sitiada (†œSenaquerib rey de Asiria subió contra todas las ciudades fortificadas de Judᆠ[36:1]).
Cap. 37. Incidencias del sitio de Jerusalén (†œY salió el ángel de Jehová y mató a ciento ochenta y cinco mil en el campamento de los asirios† [37:36]).
Cap. 38. Enfermedad y curación de Ezequías. Cántico de éste (†œEl que vive, el que vive, éste te dará alabanza, como yo hoy† [38:19]).
Cap. 39. Visita de los embajadores caldeos. Isaías anuncia la invasión caldea (†œHe aquí vienen días en que será llevado a Babilonia todo lo que hay en tu casa† [39:6]).
Cap. 40. Promesa de consolación para Jerusalén (†œConsolaos, consolaos, pueblo mío…† [40:1]).
Cap. 41. Promesas de restauración para Israel (†œNo temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios…† [Isa 41:10]).
Cap. 42. Cántico del siervo de Jehová (†œHe aquí mi siervo, yo le sostendré…† [Isa 42:1]).
Cap. 43. Promesas de restauración para Israel (†œNo temas, porque yo te redimí…† [Isa 43:1]).
Cap. 44. Promesas de restauración para Israel (†œNo temas, siervo mío, Jacob…† [Isa 44:2]).
Cap. 45. Profecías sobre Ciro, el persa (†œAsí dice Jehová a su ungido, a Ciro…† [Isa 45:1]).
Cap. 46. Derrota de los ídolos caldeos (†œSe postró Bel, se abatió Nebo…† [Isa 46:1]).
Cap. 47. Derrota y destrucción de Babilonia (†œDesciende y siéntate en el polvo, virgen hija de Babilonia…† [Isa 47:1]).
Cap. 48. Dios tendrá misericordia de los exiliados (†œPor amor de mi nombre diferiré mi ira…† [Isa 48:9]).
Cap. 49. Dios tendrá misericordia de los exiliados (†œCantad alabanzas, oh cielos … porque Jehová ha consolado a su pueblo…† [Isa 49:13]).
Cap. 50. El siervo de Dios sufre (†œDi mi cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban la barba…† [Isa 50:6]).
Cap. 51. Dios tendrá misericordia de los exiliados (†œHe aquí he quitado de tu mano el cáliz de aturdimiento…† [Isa 51:22]).
Cap. 52. Promesas de restauración para Jerusalén (†œDespierta, despierta, vístete de poder, oh Sion…† [Isa 52:1]).
Cap. 53. El siervo de Dios sufre (†œDespreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores…† [Isa 53:3]).
Cap. 54. Cántico de una Sion triunfante (†œ… levanta canción y da voces de júbilo…† [Isa 54:1])
Cap. 55. Invitación universal al arrepentimiento (†œA todos los sedientos: Venid a las aguas…† [Isa 55:1]).
Cap. 56. Recompensa para los que guardan el pacto de Dios (†œ… yo les daré lugar en mi casa…† [Isa 56:5]).
Cap. 57. Rechazo a la inutilidad de los ídolos (†œCuando clames, que te libren tus ídolos…† [Isa 57:13]).
Cap. 58. La verdadera religión. El verdadero ayuno (†œ¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad…?† [Isa 58:6]).
Cap. 59. Detalles sobre los pecados de Israel (†œSus pies corren al mal…† [Isa 59:7]).
Cap. 60. La gloria futura de Israel (†œLevántate, resplandece; porque ha venido tu luz…† [Isa 60:1]).
Cap. 61. Misión del Mesías (†œEl Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí…† [Isa 61:1]).
Cap. 62. La gloria futura de Israel (†œY serás corona de gloria en la mano de Jehová…† [Isa 62:3]).
Cap. 63. Dios vengará a su pueblo (†œPorque el día de la venganza está en mi corazón, y el año de mis redimidos ha llegado…† [Isa 63:4]).
Cap. 64. Oración de Israel pidiendo la restauración (†œ¿Te estarás quieto, oh Jehová, sobre estas cosas?† [Isa 64:12]).
Cap. 65. Los gentiles buscarán a Jehová (†œFui buscado por los que no preguntaban por mí…† [Isa 65:1]).
Cap. 66. Rechazo a la religión hipócrita (†œEl que sacrifica buey es como si matase a un hombre…† [Isa 66:3]). Juicio de Dios (†œ… voz de Jehová que da el pago a sus enemigos† [Isa 66:6] y futura gloria de Jerusalén (†œHe aquí que yo extiendo sobre ella paz como un río…† [Isa 66:12]).
Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano
El libro de Isaías engrandece de una manera sobresaliente a Jehová como †œel Santo de Israel†, expresión que se le aplica un total de veinticinco veces. También señala con suma claridad al Mesías o Ungido de Jehová por medio de quien le vendría la salvación al pueblo de Dios.
El mismísimo primer versículo de Isaías indica su contenido, al decir: †œLa visión de Isaías el hijo de Amoz que él contempló concerniente a Judá y Jerusalén†. Por lo tanto, aunque el libro contiene expresiones proféticas respecto a muchas naciones, no ha de considerarse como una colección de declaraciones formales independientes respecto a estas naciones, sino como un conjunto de profecías que tuvieron un efecto directo en Judá y Jerusalén.
Contexto histórico. Isaías 1:1 dice que el profeta recibió estas visiones en los días de Uzías, Jotán, Acaz y Ezequías, reyes de Judá. Este período se caracterizó por una gran tensión internacional y por la profunda influencia que tuvieron en el pueblo de Judá las prácticas de la religión falsa. Poco después de que Isaías comenzó su obra de profetizar, el rey Uzías murió leproso por tener la osadía de realizar tareas sacerdotales. (2Cr 26:16, 19-21.) Además, aunque Jotán (el hijo de Uzías) hizo lo recto, se informa que durante su reinado †œel pueblo todavía seguía actuando ruinosamente†. (2Cr 27:2; 2Re 15:34.)
El siguiente rey fue Acaz, quien por dieciséis años puso un mal ejemplo ante la nación, continuando la adoración a Baal y sus ritos de sacrificios humanos. Como consecuencia, hubo †œgran infidelidad para con Jehová†. (2Cr 28:1-4, 19.) Por aquel entonces, los reyes aliados de Siria e Israel pusieron sitio a Jerusalén. Acaz no hizo caso del consejo del profeta Isaías y pidió ayuda militar al rey de Asiria, Tiglat-piléser III. (2Re 16:5-8; Isa 7:1-12.) Mediante este acto †˜hizo de la carne su brazo y su corazón se apartó de Jehová mismo†™. (Jer 17:5.) Asiria accedió a formar una alianza, aunque su interés principal era extender su propio poderío. El ejército asirio capturó Damasco de Siria y llevó al exilio a los habitantes del Israel apóstata que vivían al E. del Jordán. (1Cr 5:26.)
Después, cuando Samaria se negó a pagar tributo, también fue sitiada y sus habitantes fueron deportados. (2Re 16:9; 17:4-6; 18:9-12.) Esto puso fin al reino de diez tribus y dejó a Judá totalmente rodeada de naciones gentiles. Posteriormente los gobernantes asirios realizaron campañas militares en el O., atacando algunas ciudades de Judá y de otras naciones vecinas. Senaquerib hasta llegó a pedir la capitulación de Jerusalén misma. Pero durante el reinado de Ezequías la situación había cambiado, porque este rey confiaba en Jehová, y Jehová demostró estar con él. (2Re 18:5-7; Isa 36, 37.)
Isaías empezó a profetizar durante el reinado de Uzías (iniciado en 829 a. E.C.) y continuó su obra durante el reinado de Ezequías, que finalizó aproximadamente en 717 a. E.C. El versículo 1 del capítulo 6 de Isaías dice que él recibió la comisión de Jehová registrada en ese capítulo †œen el año que murió el rey Uzías† (c. 778 a. E.C.), aunque pudiera ser que hubiera registrado la información precedente antes de que eso ocurriera. Luego, en el versículo 1 del capítulo 36 se hace alusión al †œaño catorce del rey Ezequías† (732 a. E.C.), cuando Senaquerib envió su ejército contra Jerusalén y tuvo que retirarse. Además de relatar el asedio frustrado y la liberación de Jerusalén, Isaías explica el regreso de Senaquerib a Nínive y su posterior asesinato. (Isa 37:36-38.) Si Isaías escribió esta información histórica y no se trata de una añadidura posterior, esto mostraría que Isaías profetizó hasta después del año decimocuarto de Ezequías. Los registros cronológicos de Asiria y Babilonia —de dudosa fiabilidad— parecen indicar que Senaquerib gobernó por unos veinte años después de la campaña contra Jerusalén. La tradición judía —que asimismo es poco confiable— dice que Isaías murió aserrado por orden del rey Manasés. (No se puede probar que Pablo aluda a este hecho, como algunos creen, en Hebreos 11:37.) (Isa 1:1.)
Algunas referencias más nos ayudan a fechar partes específicas del libro de Isaías. Por ejemplo, el versículo 1 del capítulo 7 dice que Péqah, el rey de Israel, subió a guerrear contra Jerusalén en los días del rey Acaz. Aunque Acaz reinó de 761 a 746 a. E.C., el reinado de Péqah finalizó alrededor del año 758 a. E.C., por lo que este suceso debe haber ocurrido antes de ese año. Por otra parte, en Isaías 14:28 se dice que la declaración formal contra Filistea tuvo lugar †œel año en que murió el rey Acaz†, lo que nos llevaría al año 746 a. E.C. Todas estas referencias nos ayudan a ubicar los acontecimientos del libro de Isaías en la corriente del tiempo.
Un solo escritor. En tiempos modernos ciertos críticos bíblicos han puesto en tela de juicio que Isaías fuera el autor de todo el libro que lleva su nombre. Algunos afirman que los capítulos 40 a 66 son obra de un escritor anónimo que vivió hacia el final del cautiverio judío en Babilonia. Otros críticos teorizan que el libro tuvo más autores. Pero la Biblia de ningún modo concuerda con estas opiniones.
Los escritores inspirados de las Escrituras Griegas Cristianas atribuyeron a †œIsaías el profeta† tanto la información que hoy se recoge en los capítulos 1 al 39 como la de los capítulos 40 al 66. Nunca dieron a entender que hubiera dos personas con ese nombre, ni que el escritor de una parte del libro fuese desconocido. (Como ejemplos, compárense Mt 3:3 y 4:14-16 con Isa 40:3 y 9:1, 2; también Jn 12:38-41 con Isa 53:1 y 6:1, 10.) Además, en otras muchas citas de la última parte de Isaías que hacen los escritores de las Escrituras Griegas Cristianas, se señala específicamente que el escritor es †œIsaías el profeta† y no algún desconocido. (Compárese Mt 12:17-21 con Isa 42:1-4; Ro 10:16 con Isa 53:1.) Cuando el mismo Jesucristo leyó †œel rollo del profeta Isaías† en la sinagoga de Nazaret, leyó de Isaías 61:1, 2. (Lu 4:17-19.)
Asimismo, el Rollo del mar Muerto de Isaías (IQISa, que según se cree se copió hacia el final del siglo II a. E.C.) muestra que el copista que lo escribió no sabía nada de ninguna supuesta división de la profecía al final del capítulo 39. Este copista empezó el capítulo 40 en la última línea de la misma columna que contiene el capítulo 39.
Todo el libro de Isaías se ha mantenido a través de los siglos como una sola obra, sin divisiones. La continuidad entre los capítulos 39 y 40 es evidente por lo que se dice en los versículos 6 y 7 del capítulo 39, donde obviamente se introducen elementos de transición.
A los que optan por atribuir el libro a más de un escritor les parece imposible que Isaías predijera con casi dos siglos de antelación que un gobernante llamado Ciro liberaría a los judíos exiliados; por consiguiente, especulan que esta profecía se escribió en un período posterior, por lo menos después que Ciro empezó sus conquistas. (Isa 44:28; 45:1.) No se dan cuenta de la importancia de esta parte del libro, que tiene que ver específicamente con la presciencia de Dios, es decir, su facultad de predecir lo que le sucederá a su pueblo. Esta profecía registró con unos doscientos años de antelación el nombre de aquel que había de conquistar Babilonia y liberar a los judíos, aunque todavía no había nacido. Su cumplimiento demostraría sin lugar a dudas que era de origen divino. No fue el resultado de la especulación personal de Isaías sobre el futuro; más bien, como él mismo escribió, †œEsto es lo que ha dicho Jehová†. (Isa 45:1.) Atribuir esta sección de Isaías a un escritor del tiempo de Ciro tampoco solucionaría el problema a los críticos. ¿Por qué no? Debido a que esta porción del libro también predijo en detalle acontecimientos de la vida terrestre y ministerio del Mesías —Jesucristo—, es decir, sucesos todavía más lejanos. El cumplimiento de estas profecías confirma que Dios inspiró la profecía de Isaías, y que no puede considerarse como una colección de obras de impostores.
Los que niegan que Isaías escribiese los capítulos 40 al 66 suelen negar también que fuese el autor del capítulo 13, que habla de la caída de Babilonia. Sin embargo, este capítulo empieza con las palabras: †œLa declaración formal contra Babilonia que Isaías el hijo de Amoz vio en visión†. Obviamente, este es el mismo †œIsaías el hijo de Amoz† cuyo nombre aparece en el versículo de apertura del primer capítulo .
Interrelación con otras partes de la Biblia. El libro de Isaías está estrechamente relacionado con muchas otras partes de la Biblia. Al menos un siglo después de Isaías, Jeremías escribió los libros de los Reyes, y es interesante observar que lo que está registrado desde 2 Reyes 18:13 hasta 20:19 es esencialmente lo mismo que se halla en los capítulos 36 al 39 de Isaías. Otros escritores bíblicos no solo abarcan información similar a Isaías, sino que hacen numerosas referencias directas a este libro.
Entre las profecías más sobresalientes del libro de Isaías que se citan con más frecuencia están las que predicen detalles sobre el Mesías. Como se muestra en el recuadro de la página siguiente, los escritores inspirados de las Escrituras Griegas Cristianas citaron y aplicaron explícitamente muchas de estas profecías. Es digno de mención que el libro de Isaías fue el que más citaron Jesucristo y sus discípulos para identificar con claridad al Mesías.
Lo que se ha mencionado recoge algunas de las profecías más conocidas de Isaías, aunque de ninguna manera representa el total de las citas de este libro que efectúan otros escritores bíblicos inspirados. Esas profecías, junto con todo el resto del libro, engrandecen a Jehová, el Santo de Israel, como Aquel que salva a su pueblo mediante su Hijo ungido.
[Ilustración en la página 1258]
Isaías 37:24–40:2 tal como aparece en el Rollo del mar Muerto. Puede apreciarse que la porción que corresponde al capítulo 40 de Isaías empieza en la última línea de la columna en la que termina la porción correspondiente al capítulo 39
[Recuadro en la página 1257]
PUNTOS SOBRESALIENTES DE ISAíAS
Profecías pronunciadas para animar a los siervos de Jehová a temerle a El y no a las naciones vecinas, y a recurrir a El, como el Dios verdadero, para obtener liberación, con plena confianza en sus promesas de salvación y restauración
Dirigidas a Judá y Jerusalén por boca de Isaías durante los años previos, y posiblemente posteriores, al frustrado ataque de Senaquerib contra Jerusalén en 732 a. E.C.
Culpabilidad de Judá y Jerusalén; comisión de Isaías (1:1–6:13)
Jehová no aprueba los sacrificios que le ofrecen los que son culpables de opresión, injusticia y derramamiento de sangre
Se ejecutará juicio contra los que no muestran fe; llegará el tiempo en que la montaña de la casa de Jehová será ensalzada y muchos pueblos se volverán a El
Por causa de la desobediencia de Judá, Jehová quitará los artículos básicos para la vida (pan y agua), así como el fundamento de la estabilidad social
Las mujeres altivas, adornadas con alhajas, se verán obligadas a llevar el vestido de las cautivas
Israel, comparado a una viña, no ha producido frutos de justicia
Limpiados los labios de Isaías; acepta de buena gana la comisión de profeta y ser enviado a un pueblo insensible
Amenaza de invasiones enemigas y promesa de alivio (7:1–12:6)
El intento de Siria e Israel de derrocar a Acaz fracasará; se da una señal que confirma el nacimiento de Emmanuel
Maher-salal-has-baz, el hijo de Isaías, será una señal de que Asiria desolará Damasco y Samaria antes de que el muchacho sepa decir †œÂ¡Padre mío!† y †œÂ¡Madre mía!†
El Príncipe de Paz traerá alivio duradero
Asiria, la vara de la cólera de Jehová, será castigada por su insolencia, y Jerusalén será liberada
Una ramita del tocón de Jesé gobernará con justicia llena del espíritu de Dios
Declaraciones formales sobre desolaciones internacionales (13:1–23:18)
Babilonia será desolada y su †œrey† bajado al Seol
El yugo de Asiria se apartará, la raíz de Filistea morirá de hambre, Moab será desolada y Damasco reducida a ruinas
Los asirios humillarán a egipcios y etíopes, y los llevarán al exilio
Elam y Media participarán en la caída de Babilonia
Tiro será derribada y olvidada por setenta años
Se predice la salvación de Jehová (24:1–35:10)
Jehová celebrará un gran banquete para todos los pueblos y se tragará la muerte para siempre
La salvación de Jehová es el tema de una canción
Un rey y príncipes reinarán para justicia; habrá paz y seguridad hasta tiempo indefinido
Edom será desolada; Sión se regocijará debido a su propia restauración
Jehová suministra liberación de Asiria; se predice el exilio a Babilonia (36:1–39:8)
Los asirios invaden Judá; Jehová salva a Jerusalén en respuesta a la oración de Ezequías; mueren 185.000 asirios
Ezequías muestra los tesoros a una delegación babilonia; Isaías anuncia que está próximo el exilio a Babilonia
El Dios verdadero libera a su pueblo de Babilonia; restauración de Sión y advenimiento del Mesías (40:1–66:24)
El Omnisapiente y Todopoderoso Creador restaurará Jerusalén
La restauración de su pueblo vindicará a Jehová como el único Dios, el único que puede predecir el futuro, para vergüenza de los dioses sin vida que hace el hombre
La caída de Babilonia ante Ciro abre el camino a la reconstrucción de Jerusalén
La devastada Sión será como el jardín de JehováEl siervo de Dios, el Mesías, morirá por las transgresiones ajenas
La estéril Sión tendrá muchos hijos, y ningún arma prevalecerá contra ella
Jehová invita a su pueblo a regocijarse por la creación de nuevos cielos y una nueva tierra, donde los transgresores no tendrán participación
[Tabla de la página 1259]
Algunas profecías que aplican a Jesucristo
Libro de Isaías Escrituras Cristianas
7:14 Jesús nace de una virgen Mt 1:22, 23
9:7; 11:1-5, 10 Descendencia de David, hijo Lu 1:32, 33;
de Jesé Ro 15:8, 12
40:3-5 Se anunció respecto a su Mt 3:1-3; Mr 1:1-4;
venida: †œÂ¡Preparen el Lu 3:3-6; Jn 1:23
camino de Jehová!†
61:1, 2 Jehová lo ungió para Lu 4:17-21
declarar buenas nuevas a
los mansos
9:1, 2 Trajo luz a Galilea Mt 4:13-16
42:1-4 Aclaró qué es la justicia Mt 12:10-21
de Dios; no quebrantó a
los que eran como una caña
cascada
53:4, 5 Cargó con las enfermedades Mt 8:16, 17;
de otros; por sus heridas 1Pe 2:24
otros fueron sanados
53:1 No pusieron fe en él Jn 12:37, 38
53:12 Se le contó con los Lu 22:37
desaforados
8:14, 15; 28:16 Rechazado, piedra de 1Pe 2:6-8
tropiezo, pero llegó a
ser la piedra angular de
fundamento
Otras ocasiones en que se mencionan acontecimientos que cumplen las profecías de Isaías, aunque no se hace ninguna referencia al profeta
Libro de Isaías Escrituras Cristianas
50:6 Le insultan, abofetean, Mt 26:67; Mr 14:65
escupen
53:7 Permanece callado, sin Mt 27:12-14;
quejarse, ante sus Ac. 8:28,
acusadores 32-35
53:9 Enterrado en la tumba de un Mt 27:57-60
rico
53:8, 11 Su muerte en sacrificio abre Ro 4:25
el camino para que muchos
disfruten de una condición
de justos ante Dios
Otras profecías cumplidas
Algunos de los muchos acontecimientos anteriores al siglo I E.C. que cumplieron profecías de Isaías:
Libro de Isaías
1:26-30; Jerusalén será destruida; exilio en Babilonia
24:1-6;
39:6, 7
43:14; 44:26-28 Liberación del exilio; Jerusalén será restaurada;
Ciro será el instrumento de Jehová para lograrlo
23:1, 8, 13, 14 Los caldeos bajo Nabucodonosor destruyen la Tiro
continental
Cumplimientos mayores en la actualidad y en el futuro
La lectura de la Biblia nos revela que muchas de las profecías de Isaías tienen más de un cumplimiento, y que buena parte del libro tiene, y todavía ha de tener, su cumplimiento principal y final. El libro de Revelación recoge por sí solo muchas citas o alusiones a las profecías de Isaías, algunas de las cuales se mencionan a continuación:
Libro de Isaías Revelación
21:9 ¡Babilonia ha caído! 18:2
40:10 Jehová viene con su galardón 22:12
47:5, 7-9 Babilonia, ramera y amante de 17:1, 2, 18;
los reinos, sufre calamidad 18:7
48:20 Al pueblo de Dios se le 18:4
ordena salir de Babilonia
60:1, 3, 5, 11 Se compara a la Nueva 21:11, 24-26
Jerusalén con la antigua
Jerusalén restaurada
66:22 Jehová crea unos nuevos 21:1
cielos y una nueva tierra
Fuente: Diccionario de la Biblia
I. Bosquejo del contenido
a. Profecías relativas a la propia época de Isaías, 1.1–35.10
(i) Introducción (1.1–31). Condenación de una forma de adoración puramente externa, etc. Fecha incierta.
(ii) Profecías del primer período de Isaías (en su mayor parte) (2.1–5.30). Profecía del futuro reino de paz (2.2–5; cf. Mi. 4.1ss). El día del Señor que va a poner en su lugar a todos los orgullosos y arrogantes (2.6–22). Las mujeres soberbias de Jerusalén (“la revista de modas de Isaías”) (3.16–4.1). La canción de la viña (5.1–7).
(iii) La visión inaugural de Isaías (6.1–13).
(iv) El imperio mundial del presente y futuro reino de Dios (7.1–12.6). Los caps.7.1–9.7 tuvieron su origen principalmente en la época de la guerra siroefraimita. Reprensión de Acaz y profecía de Emanuel (7.1–25). Retiro temporario de Isaías de la vida pública (8.11–22). El nacimiento del Mesías (9.1–7). La mano extendida para castigar a Efraín (probablemente uno de los primeros oráculos de Isaías) (9.8–10.4). Humillación de Asiria (10.5–34) por el Santo de Israel. El Mesías y el reino de Dios (11.1–12.6); especialmente aquí se ve un agudo contraste entre la violencia del imperio terrenal y la paz del reino futuro. El cap(s). 12 contiene un cántico de acción de gracias que completa esta sección.
(v) Principalmente profecías relativas a naciones extranjeras (13.1–23.18). Babilonia (13.1–14.23) (que incorpora la impresionante canción del escarnio en 14.4–23). Asiria (14.24–27). Los filisteos (14.28–32). Moab (15.1–16.14). Aram y Efraín (17.1–14; probablemente no mucho tiempo antes del cap(s). 7). Etiopía y Egipto (18.1–20.6; 20, y probablemente 18, han de fecharse ca. 715 a.C.; la fecha de 19 es incierta). Babilonia (21.1–10). Edom (“Guarda, ¿qué de la noche?”) (21.11s). Arabia (21.13–17). Jerusalén (22.1–14). Sebna y Eliaquim (22.15–25). Fenicia (23.1–18).
(vi) La consumación: el “Apocalipsis de Isaías” (24.1–27.13). Véase
(vii) Pecado, opresión, y liberación de Sión; caída de Asiria; la vana ayuda de Egipto (28.1–33.24). La fecha de varias de las profecías en estos cap(s). debe fijarse entre 705 y 701 a.C. La parábola del arador (28.23–29). El reino mesiánico (32.1–8).
(viii) Un doble futuro (34.1–35.10). Juicio de Edom y el mundo (34.1–17). Salvación para los “redimidos de Jehová” (35.1–10).
b. Capítulos históricos, 36.1–39.8
La invasión de Senaquerib (36.1–37.38). Enfermedad y recuperación de Ezequías (38.1–22). Misión de Merodac-baladán (39.1–8).
c. Profecías que presuponen el exilio babilónico, 40.1–45.13
Estos cap(s). predicen la liberación de Israel del exilio y la restauración de Sión, y proclaman así la majestad de Yahvéh. Podemos dividirlos de la siguiente manera:
(i) Introducción (40.1–31). Se presenta lo sustancial de los cap(s). que siguen; consta de cuatro partes:
(ii) Profecías entre las que se destacan las relativas a Ciro (41.1–48.22). Se lo menciona por nombre en 44.28; 45.1. Cf. 41.1–16 (las actividades de Ciro harán temblar a las naciones pero Israel no debe temer), 41.21–29 (las actividades de Ciro causarán gozo a Sión), 43.9–15 (Ciro derrota a Babilonia), 44.24–45.13 (la victoria de Ciro lleva a la reconstrucción de Sión), 46.8–13 (en medio de las profecías de la caída de Babilonia), 48.12–16. Cf. también las profecías sobre la caída de Babilonia, especialmente 46.1–47.15. Hay un marcado contraste entre la “hija de Babilonia” (cap. 47) y la “hija de Sión” (49.14ss, etc.). A través de todos estos cap(s). Israel recibe alivio a su pena, y se promete su liberación de manos de Babilonia (cf. 41.8–20; 42.8–43.8; 43.16–44.5; 48,
(iii) Capítulos en los que se destaca la restauración de Sión (49.1–54.17). Cf. 49.14–50.3; 51.17–52.12; 54. Ya no escuchamos hablar de las conquistas de Ciro o la ruina de Babilonia; en consecuencia hay menor énfasis en el contraste entre Yahvéh y los ídolos. En 49.1–9a; 50.4–11 y 52.13–53.12, la segunda, tercera y cuarta canciones sobre el Siervo, encontramos profecías adicionales relativas al Siervo del Señor, su misión hacia Israel y las naciones, su obediencia y sufrimiento, su muerte y reivindicación.
(iv) Exhortación a aceptar estas promesas con fe (55.1–13).
d. Profecías varias, 56.1–66.24
No es fácil resumir el contenido de estos capítulos. Las profecías que contienen son diversas en naturaleza, e incluso pueden referirse a épocas diferentes. En algunos lugares parecería que Israel está en el exilio (57.14; 58.12; 60.10ss; 63.18; 64.10s), mientras que en otras la nación parece haberse establecido ya en Canaán (
(i) Los prosélitos que cumplen la ley, como también los eunucos, tienen parte en la salvación de Dios (56.1–8; véase especialmente vv. 7).
(ii) Los líderes y el pueblo por igual son reprendidos por sus pecados, particularmente por su idolatría (56.9–57.13a). Esta sección puede referirse al reinado de Manasés.
(iii) Consuelo para los contritos (57.13b–21; véase especialmente vv. 15); aquí puede encontrarse cierta afinidad con los cap(s). 40–55.
(iv) Religión verdadera y falsa (58.1–14). Se hace mención especial al ayuno y a la observancia del día de reposo.
(v) La liberación está supedidata al arrepentimiento (59.1–21). Reprensión por los pecados (vv. 1–8); queja y confesión de pecados (vv. 9–15a); juicio y liberación (vv. 15b–20) ; el pacto de Yahvéh (v. 21).
(vi) La liberación de Sión (60.1–62.12; nótese nuevamente la gran afinidad con los cap(s). 40–55). La gloriosa perspectiva de salvación para Sión comprende también una bendición para las naciones (60.1–3). La aparición del mensajero de buenas noticias en 61.1ss (cf. 40.9; 41.27; 52.7) se convierte en el programa del ministerio de Jesús en Lc. 4.17ss.
(vii) La venganza de Yahvéh contra Edom (63.1–6).
(viii) Penitencia y súplica. Se ruega a Dios, que produjo liberaciones tan maravillosas para su pueblo en el pasado, que intervenga nuevamente por él (63.7–64.12).
(ix) Rebeldes contra Dios y siervos obedientes (65.1–25). La idolatría condenada (vv. 3ss, 11); la promesa de cielos nuevos y tierra nueva (v. 17).
(x) Caps. 66.1–24. Yahvéh repudia las formas prohibidas de sacrificios en el culto (vv. 1–4), Sión glorificada y los pecadores castigados (vv. 5–24).
II. Origen, formación, y paternidad
a. La actividad literaria de Isaías
Poca información tenemos sobre la actividad literaria de Isaías. Sólo una breve inscripción aparece en 8.1 (“Maher-salal-hasbaz”); 8.16 debe entenderse en sentido figurado; 30.8 puede relacionarse con la escritura de la breve declaración del vv. 7, “Rahab la sin trabajo” (
Es muy posible, desde luego, que Isaías mismo escribiera más profecías que las que indican los pasajes mencionados. En favor de esta conclusión podemos tomar en cuenta el alto nivel y la unidad, tanto de lenguaje como de estilo. Pero si el profeta hubiera desempeñado un papel sustancial en la composición de este libro, probablemente la estructura del mismo hubiera sido más directa de lo que lo es en la actualidad.
Los cap(s). 36–39 son esencialmente paralelos a 2 R. 18.13–20.19. En relación con esto debemos tener en cuenta que, según 2 Cr. 26.22; 32.32, Isaías también figura como escritor histórico. No podemos determinar con certeza si el profeta fue el autor de los cap(s). 36–39.
b. Formación
El libro de Isaías no es una cadena arbitraria de profecías sin relación entre sí, sino que contiene cierta disposición cronológica. Los cap(s). 2–5 consisten, en gran parte, de profecías que corresponden a las primeras actividades de Isaías. 7.1–9.7 se originó principalmente en el período de la guerra siroefraimita (734 a.C.). Los cap(s). 18–20 nos llevan al período 715–711 a.C., y diversas profecías de los cap(s). 28–37 pertenecen a los años 705 y 701 a.C. La mayor parte de los cap(s). 40–66 esta formada por profecías expresadas desde un punto de vista exílico, o quizás posexílico.
Hay también un cierto ordenamiento por asuntos (véase I, Bosquejo del contenido). En relación a esto una característica prominente es el grupo de oráculos destinados a las naciones extranjeras en los cap(s). 13–23; también debemos hacer notar aquí que la mayor parte de las profecías de estos cap(s). comienzan con las palabras “profecía sobre …” También los cap(s). 40–55, en grado considerable, forman una unidad. Algo mas: en 39.6ss hay una clara transición de los cap(s). 1–39 a los cap(s). 40–66.
Por otra parte, no se ha seguido siempre un orden cronológico en todo el libro. Por ejemplo, 9.8–10.4 contiene lo que es quizás una de las profecías más antiguas de Isaías; el cap(s). 17 puede haberse originado en el período inmediatamente anterior a 734 a.C.; e. d. que está cercano en el tiempo al cap(s). 7; 28.1–6 contiene una profecía de temprana data. También es necesario notar que, si bien las profecías que reflejan un punto de vista exílico se encuentran principalmente en los cap(s). 40ss, el cap(s). 35 también hace suponer el período del exilio; como también podemos vernos obligados a considerar que los cap(s). 56–66 unen profecías cuyos respectivos puntos de vista son preexílico (p. ej. 56.9–57.13), exílico (p. ej. 60–62) y posexílico (p. ej. cap(s). 58).
Resulta igualmente claro que la agrupación de acuerdo al tema no se ha llevado a cabo en forma invariable. Como hemos visto, los cap(s). 13–23 consisten principalmente en profecías acerca de naciones extranjeras, mientras que el cap(s). 22 es una excepción, y en otras partes hay otras profecías contra naciones extranjeras (p. ej., el oráculo contra Asiria en 10.5–34 es similar al de 14.24–27).
También debemos tener en cuenta que hay sobrescritos en 1.1; 2.1 y 13.1; y además, el relato de la visión que tuvo Isaías cuando fue llamado a profetizar no aparece hasta el cap(s). 6.
La situación es complicada: más complicada por cierto que lo que podría pensarse tomando como base las consideraciones que brevemente hemos presentado. Podemos tener la certidumbre de que nuestro libro de Isaías fue preparado sobre la base de colecciones de escritos más breves. Pero en suma sólo podemos decir que no es posible reconstruir la historia de su composición. Los eruditos han hecho diversos intentos de reconstruir las etapas de su composición, pero no han llegado a conclusiones convincentes. Es así que algunos han supuesto que los cap(s). 1–12, 13–23, 24–27, 28–35 originalmente formaban colecciones separadas. Probablemente estas divisiones, con el ordenamiento en que las tenemos actualmente, forman unidades más o menos independientes. El cántico del cap(s). 12, o la promesa de salvación en el cap(s). 35, constituirían una conclusión apropiada para una colección. Pero debemos considerar la posibilidad de que esto se deba a la obra del último redactor.
En lo que respecta a los cap(s). 40–55, probablemente contienen una colección de profecías originalmente independientes; difícilmente podamos suponer que formaban una unidad desde el principio. Por otra parte, en estos cap(s). los mismos temas vuelven a presentarse cada tanto. De ninguna manera su ordenamiento es completamente arbitrario; e. d. puede observarse cierto orden cronológico (véase I, Bosquejo del contenido). Muchos críticos opinan que estos capítulos provienen, esencialmente por lo menos, de un solo autor.
c. Paternidad
En la actualidad muchos eruditos rechazan grandes porciones del libro de Isaías, no sólo por considerar que no las escribió Isaías, sino porque ni siquiera los asuntos de que tratan son de él. Incluso los cap(s). 1–35, creen algunos, contienen mucho material que no es original de Isaías. Algunos eruditos van más lejos que otros, pero hay bastante acuerdo en que no pueden acreditarse a Isaías los cap(s). 13.1–14.23; 21; 24–27; 34–35. Además, la erudición crítica afirma, casi unánimemente, que los cap(s). 40–66 no pertenecen al profeta Isaías.
Se cree que los cap(s). 40–55 son obra principalmente de un profeta a quien se le ha dado el nombre de Deutero-Isaías (“Segundo Isaías”). Se sostiene que las fechas de dichas profecías deben determinarse entre las primeras victorias del rey persa Ciro (ca. 550 a.C.), y su conquista de Babilonia, a lo que siguió su decreto que permitió el retorno de los exiliados judíos a su patria (538 a.C.). Algunos defienden el punto de vista de que parte de las profecías de Deutero-Isaías deben asignarse a un período posterior a 538 a.C. Generalmente se piensa que Babilonia fue el campo de actividad de este profeta; otros creen que fueron Palestina, Egipto, y otros países.
En lo que respecta a los cap(s). 56–66, algunos eruditos los acreditan a Deutero-Isaías también, mientras que otros piensan que fueron obra de otro autor, llamado Trito-Isaías (“Tercer Isaías”), que ubican en 450 a.C.
En relación con Deutero-Isaías corresponde hacer las siguientes observaciones:
1. El testimonio unánime de la tradición considera a Isaías como el autor de todo el libro. Los cap(s). 1–39 y 40–66 nos han llegado como una sola unidad; el cap(s). 39.6–8 puede con seguridad considerarse como una transición estructurada entre la primera parte del libro y la segunda. Por Ecl. 48.24s resulta claro que Jesús Ben Sirá (ca. 200 a.C.) consideraba que Isaías era el autor de los cap(s). 40–66, como así también de 1–39. Los
Primero, se considera que Deutero-Isaías es uno de los profetas más grandes, si no el más grande, de Israel; por lo tanto, sería muy extraño que todo indicio de este gran profeta hubiera sido borrado tan completamente de la tradición que hasta su nombre nos sea desconocido. Segundo, el aporte del
2. El argumento de mayor peso para atribuir los cap(s). 40ss a Deutero-Isaías es sin duda el hecho de que el fondo de los mismos es el período del exilio babilónico; más precisamente, los años finales del exilio, desde 550 a.C. eo adelante. Al principio mismo se declara que Israel “doble ha recibido de la mano de Jehová por todos sus pecados” (40.2). Como sería de esperar en la época de Isaías Babilonia es la potencia opresora (46–47), y no Asiria. Se menciona por nombre a Ciro, el rey persa (559–529 a.C.). Si bien se predice su conquista de Babilonia en 43.14; 48.14, etc., en 41.1–7, 25, etc., se sugiere que ya ha obtenido sus primeros éxitos.
Podemos decir en respuesta que el Espíritu de la profecía puede revelar el futuro a los profetas; y los adherentes de la teoría de Deutero-Isaías no siempre han tenido en cuenta este hecho en medida adecuada. Pero aun aquellos que están dispuestos a aceptarlo en su justo valor se encuentran frente a dificultades en este punto. Es realmente inconcebible que Isaías haya estado en el atrio del templo, consolando al pueblo por una calamidad que no se iba a producir hasta después de más de un siglo. Sin duda podemos suponer que Isaías comunicó estas profecías al círculo de sus discípulos (cf. 8.16), o más bien que no las dijo sino que las escribió simplemente. Aun así surge el siguiente interrogante: si atribuimos estos capítulos a Isaías, ¿no debemos suponer que su inspiración adoptó una forma sumamente “mecánica”, y que se trataba de inspiración que no tenía relación alguna con las conceptos que el profeta abrigaba conscientemente en su mente? La siguiente sugerencia puede ayudar en cierta medida a responder estas objeciones.
Isaías escribió estas profecías durante el reinado de Manasés. Le resultó imposible aparecer en público en esos años (cf. 2 R. 21.16). La iniquidad había llegado a un punto tal que Isaías comprendió que el juicio divino estaba a punto de hacerse sentir (cf. 2 R. 21.10–15); en realidad en la mente del profeta ya había ocurrido. Luego el Espíritu de profecía le mostró que este juicio, a su vez, llegaría a su fin (véase bajo III. a (ii), “Juicio y salvación”). Además, podemos decir que el juicio que Isaías vio como ya cumplido en su propiamente fue “demorado” por el arrepentimiento de Manasés (2 Cr. 33.12ss) y la reforma de Josías (2 R. 22–23). Es importante observar, además, que de acuerdo con Is. 39.5–7, el profeta sabía que el pueblo iba a ser deportado a Babilonia.
Además, si bien es cierto que estas profecías presuponen como fondo la fase final del exilio babilónico, y que se representa a Ciro ya actuando en el escenario de la historia, en otros aspectos, sin embargo, el autor se expresa mucho menos concretamente con respecto a las condiciones durante el exilio que lo que podría esperarse de alguien que lo hubiese vivido.
3. Se ha llamado la antención a las diferencias entre los cap(s). 1–39 y 40–66 en lo que se refiere a lenguaje, estilo, y concepciones. Sin duda podemos decir que en 1–39 el lenguaje es sugestivo y está lleno de ilustraciones, mientras que en 40–66 a menudo es más verboso; que en 40–66 el aspecto cosmológico del reinado de Dios ocupa un lugar más prominente que en 1–39; que mientras 1–39 hablan del Rey-Mesías, en 40–66 esta figura es reemplazada por el sufriente Siervo de Yahvéh. Pero estas divergencias no necesariamente tienen que hacernos abandonar la creencia en la unidad de la obra. Porque en contraste con estas divergencias, hay notables puntos de similitud. Como ejemplo de esto podemos indicar, primero, que así como los cap(s). 1–39 no sólo describen la gloria del Mesías (cf. 11.1 con 53.2), los cap(s). 40–66 no describen solamente el sufrimiento del Siervo (cf. 42.1–7; 53.11s); y, segundo, que el título divino “Santo de Israel” aparece doce veces en los cap(s). 1–39, trece en los cap(s). 40–66, y sólo cinco veces en el resto del AT. Cf. también J. H. Eaton,
Los párrafos anteriores tienen como fin dar alguna idea de las líneas de pensamiento por las cuales transita la discusión de estos problemas, y los argumentos que esgrime cada lado. La conclusión es que es innecesario y objetable negar que Isaías haya tenido algo que ver en la composición de los cap(s). 40–66. Por otro lado, aun los que desean someterse incondicionalmente al testimonio de las Escrituras pueden llegar a la conclusión de que el libro de Isaías contiene partes que no tienen su origen en este profeta. Esto es quizás lo que ocurre ya en los cap(s). 1–39. Y especialmente en lo que respecta a los cap(s). 40–66 hay razones para aceptar esta sugerencia. En la opinión de este autor, es aceptable sostener que los cap(s). 40–66 contienen un núcleo que pertenece a Isaías, sobre el que los discípulos del profeta (hombres que se sentían íntimamente ligados a él) trabajaron posteriormente en el espíritu de su autor original. No obstante, es imposible que podamos determinar cuánto pertenece a ese núcleo original de Isaías, y cuánto a elaboraciones posteriores.
Con dos conceptos finales cerraremos esta sección.
1. En nuestros días prevalece un criterio que pone el énfasis en la significación de la tradición oral. De acuerdo con esta escuela de pensamiento, las declaraciones de los profetas pasaban oralmente al círculo de sus discípulos, proceso en el cual eran repetidamente adaptados a las circunstancias cambiantes de la época. Si hay algo de verdad en esto, por cierto que debemos tenerlo en cuenta en cualquier intento de explicar el origen de Is. 40–66, lo que podría llevarnos a la conclusión de que estos cap(s). contienen un núcleo original del profeta, pero que es imposible determinar la magnitud de dicho núcleo.
2. Debemos recordar que los que niegan a Isaías la paternidad del total de los cap(s). 40–66 frecuentemente suponen que el autor, o autores, de estos capítulos pertenccían, no obstante, a su escuela. Se acepta, junto con todos los argumentos que propugnan una diversidad de autores, que hay cierta afinidad entre los cap(s). 1–39 y 40–66. Véase, p. ej., lo que dijimos anteriormente acerca del título divino “Santo de Israel”.
III. El mensaje del libro
Desde tiempos antiguos se ha considerado a Isaías como el más grande de los profetas del AT. Se le ha llamado “el águila de los profetas”, “el evangelista del pacto antiguo”, y cosás similares. Su libro no sólo es elevado en estilo y concepción, sino también rico en contenido espiritual.
a. Caps. 1–39
Para tratar de esquematizar el mensaje de estos cap(s). empezaremos con el título divino de “Santo de Israel” (que, como hemos visto, es característico de Isaías), y con el nombre de uno de sus hijos, Sear-jasub, “un remanente volverá”.
El hecho de que Dios era el Santo quedó indeleblemente inscrito en el corazón de Isaías como consecuencia de su visión inaugural (6.3). Así como a Amós se lo ha llamado el profeta de la justicia, y a Oseas el profeta de la benignidad, a Isaías se lo ha denominado el profeta de la santidad (cf. 1.4; 5.16, 24; 8.14; 10.17, 20; 12.6; 17.7; 29.23; 30.11s; 31.1; 37.23, etc.). Dios es el Santo; esto significa que está tan por encima de sus criaturas que es totalmente diferente a ellas, no sólo en su perfección moral (cf. 6.5), sino también en su poder, su ira, su amor, su fidelidad y todas sus virtudes (cf.
Este Dios santo se ha relacionado de un modo especial con Israel (1.2; 5.1ss, etc.), y en grado preeminente con la casa de David (8.13; 11.1, etc.). Mora en medio de Israel en el
El hecho de que Dios sea “el Santo de Israel” entraña una tensión permanente en su relación con su pueblo. Por un lado, ataca en forma fulminante a Israel por su pecado; por el otro, no rompe su pacto con ese pueblo. De aquí surge la declaración tranquilizadora: “Un remanente retornará.” Esto significa, primero, que vendrá el juicio y sólo quedará un remanente. Pero también significa que por lo menos quedará un remanente, un remanente que indudablemente retornará (e. d. a su patria). En su ira Dios no olvida la misericordia. También sería posible traducir: “Un remanente vuelve a Dios, cambia su modo de pensar”; su retorno y liberación vienen por la senda de la conversión. Esta doctrina del remanente figura prominentemente en la predicación de Isaías desde el principio (6.13). Y es posible que haya visto el comienzo del remanente en el círculo de sus discípulos, con los cuales se retiró de la vida pública por un tiempo considerable, en una etapa temprana de su ministerio (8.16–18).
A continuación podemos profundizar sobre algunas de las consecuencias de este bosquejo de sus enseñanzas.
(i) Los requisitos de Dios y el pecado de Israel. El Santo de Israel requiere que su pueblo lo santifique (8.13), poniendo su confianza sólo en él, guardando sus mandamientos, y atendiendo a la palabra de sus profetas. Dado que Yahvéh ha hecho un pacto con Israel, el pecado de este pueblo es esencialmente la apostasía (1.2–4; 30.1–9, etc.). En lugar de mantener la humildad requerida en presencia del Santo de Israel, son arrogantes y frívolos (2.6ss; 3.8; 5.15s, 19ss; 22.1ss; 28.15; 29.14ss; 32.9ss, etc.). Isaías insiste repetidas veces en que el pecado, en cualquier esfera que haya sido cometido, es primero y principalmente pecado contra Dios.
Isaías denuncia el culto pecaminoso (aunque esta no es una característica prominente en su predicación, como lo es en Oseas); ataca un ritual que se limita a asuntos externos (1.10ss; 29.13), el ofrecimiento de sacrificios en los lugares altos (1.29), el culto pagano (2.6–8; 17.7s; 30.22; 31.7, etc.; véase tamb. 8.19).
Especialmente en los primeros años de su ministerio hablaba, también, severamente contra los pecados en la esfera social: la opresión de los indefensos, el lujo exagerado, la embriaguez, etc. (cf., p. ej., 1.15–17, 21–23; 3.14s, 16ss; 5.7–8, 11ss, 14, 22s; 10.1s; 28.7ss; 32.9ss). En relación con esto podemos pensar en una posible influencia de Amós.
En el terreno político la exigencia principal de Isaías es la confianza en el Santo de Israel (7.9ss; 8.12s; 10.20; 17.7; 28.16; 30.15, etc.). ¿Qué querría significar esto en la práctica política? Isaías nunca pretendió que el país quedara indefenso, pero repetidas veces formuló advertencias contra la concertación de coaliciones, especialmente con Egipto (14.28–32; 18; 20; 30.1–7; 31.1–3). Esta abstención de paiticipar en la política mundial también hubiera sido, en esas circunstancias, un acto de buen gobierno (cf., p. ej., 36.5s), pero no debemos atribuir las advertencias de Isaías a una aguda visión política, sino a la revelación divina (véase tamb. 30.1). Es posible que a veces se hayan aceptado las advertencias del profeta; no tenemos noticias de ningún conflicto declarado entre Asiria y Judá durante los años 714–711 a.C. Pero a menudo sus palabras caían en oídos sordos. La actitud de Acaz, por ejemplo, puede verse claramente en el cap(s). 7 (cf. 2 R. 16.7ss); para lo relativo a la época de Ezequías, véase 29.15; 30.1ss; 31.1ss; 36.4ss (cf. 2 R. l8.7).
(ii) Juicio y salvación. A menudo se dice que la predicación sobre el juicio y la salvación en Is. 1–39 contiene contradicciones inherentes. Tomando esto como base se ha deducido que diversas partes de dichos capítulos no provienen de Isaías, o que el punto de vista del profeta sufrió modificaciones; por ejemplo, se hace una distinción entre un período proasino y otro antiasirio en su ministerio. Pero ya hemos dicho que el título de “Santo de Israel” envuelve una inevitable tensión. Según lo requiera la situación, esto puede significar que Dios protege a Israel y a Jerusalén, la ciudad del templo, la ciudad real; pero también que entra en juicio expresamente contra Israel y Jerusalén. Por lo tanto no debemos sorprendernos si Isaías, al predicar sobre el juicio y la salvación, no siempre pone el acento en el mismo lugar (cf. 28.23–29; se ha dicho correctamente que esta parábola ocupa un lugar central en la predicación de Isaías). El énfasis que persiste en su predicación es lo que le fue revelado al comienzo, en su visión inaugural (6.11–13). Un juicio total va a caer sobre Judá y sobre Jerusalén también (3.1–4.1; 5.1–7, 8–24; 32.9–14, etc.); en relación con esto se menciona a los asirios (5.26–30; 7.17ss; 8.5–8, etc.); pero a través de este juicio, que en consecuencia a veces se presenta como juicio purificador (1.24ss; 4.2ss), y más allá del mismo, un remanente se salva, para el cual se anticipa un futuro de triunfo (4.2ss; 10.20ss, etc.), Pero esto no es todo lo que debemos mencionar aquí. Este juicio total sobre Jerusalén no llega inmediatamente. A Isaías se le permite profetizar que el ataque de Peka y Rezín contra Jerusalén fallará (7.1–8.4), que los asirios van a ocupar Judá totalmente y provocar gran tribulación a Jerusalén, pero que a su vez serán castigados con el juicio divino y no se les permitirá capturar Jerusalén (8.9s; 10.5–34; 14.24–32; 18; 29.1–8; 31.4ss; 37.6s, 21–35). Una declaración no contradice la otra. (Debemos notar también que antes de las profecías tranquilizadoras de 37.6s, 21–35, Senaquerib ha actuado traidoramente, 30.1ss; cf. 2 R. 18.14ss, y ha insultado al Santo de Israel.) También podemos ver que las profecías a este respecto no son inherentemente contradictorias, ya que fueron cumplidas. Los asirios, efectivamente, causaron mucha tribulación a Jerusalén en 701 a.C., pero no pudieron capturarla; más tarde Jerusalén sufrió un juicio total a manos de los babilonios. En ninguna parte dice Isaías que los asirios fueron los ejecutores del juicio total sobre Jerusalén; posteriormente anticipó que vendrían los babilonios (39.5ss). Finalmente, algunas de sus profecías, como las de 5.14ss, tienen su cumplimiento completo solamente en el juicio escatológico (véase inf., bajo la subsección (iv).
Los llamados del profeta al arrepentimiento también deben mencionarse en este contexto. En cierto sentido, su anuncio de juicio y salvación es condicional; si endurecen sus corazones vendrá el juicio; si se arrepienten el perdón y la salvación serán suyos (1.16ss; 30.15ss, etc.). Pero este anuncio es condicional sólo en un sentido; porque ya en la visión inaugural de Isaías se le reveló que Yahvéh estaba dispuesto a ejecutar juicio sobre Judá; la gran masa del pueblo se había hundido tan profundamente en el pecado que la predicación de Isaías no tendría otro efecto que endurecer aun más sus corazones (6.9ss). Igualmente, no hay ninguna certidumbre sobre la salvación futura. Y así como la predicación de Isaías, al endurecer aun más los corazones de sus oyentes, contribuyó a que Israel madurara para el juicio, también contribuyó a que dicho juicio fuera pospuesto, al rescate de Jerusalén y a la formación del remanente al que Yahvéh se había propuesto otorgar su salvación.
La salvación proclamada por Isaías incluye el salvar a Jerusalén de grandes tribulaciones, pero esta no es la salvación plena. La salvación prometida, en su sentido más completo, se basa en la remisión de los pecados (cf. 1.18; 6.5s, etc.), y además consiste en una renovación del corazón (cf., p. ej., 32.15ss), una vida vivida de acuerdo con los mandamientos divinos, coronada de prosperidad y gloria. En esta salvación tendría Sión un papel central, pero también participarán de ella las otras naciones (cf. 1.19, 26s; 2.2–5; 4.2–6; 33.13ss). Debemos mencionar especialmente aquí las profecías mesiánicas, que revisten suma importancia (cf. 9.1–17; 11.1–10, en las que podemos notar un marcado contraste con el imperio asirio descrito en 10.5ss, cf. tamb. 16.5; 28.16s; 32.1ss; 33.17; la profecía de Emanuel en 7.14 también es mesiánica, como lo indica su mención en Mt. 1.22s, pero indirectamente, como nos lo muestra el vv. 16). En estas profecías Isaías naturalmente emplea términos del AT—el Mesías aparece como rey de Israel, y surge la idea de que liberará a su pueblo de los asirios (9.3; cf. 11.1ss, con el oráculo precedente)—pero por medio de dichos términos ofrece un cuadro glorioso de la salvación futura, que según entienden los cristianos se inauguró con el primer advenimiento de Jesucristo, y alcanzará su cumplimiento total con su segunda venida (cf. 11.9, etc.).
(iii) El Santo de Israel y las naciones. El que Yahvéh sea el único y verdadero Dios se afirma más enfáticamente en los cap(s). 40ss que en 1–39, y sin embargo se lo destaca con bastante claridad en la primera parte del libro (cf. 2.8; 30.22; 37.16, etc.). Yahvéh es el Señor de toda la tierra (6.3). Todo lo que ocurre depende de su voluntad y es ejecución de lo decretado por él (5.12, 19; 14.24, 26; 37.26, etc.). Él dirige la historia de Israel y de las otras naciones también. Asiria es la vara de su ira (10.5ss; cf. 5.26; 7.17ss; 8.7s, etc.); pero a causa de que los asirios buscan satisfacer sus propias ambiciones (10.7ss), como también a causa de su arrogancia, su violencia, su crueldad, su incredulidad, y su blasfemia contra Yahvéh, también ellos tendrán que sufrir juicio (8.9s; 10.5ss; 14.24–27; 18.4–6; 29.1–8; 30.27–33; 31.8s; 33.1ss; 36–37, etc.). Véanse asimismo las profecías relacionadas con Babilonia (13–14; 21.1–10), Moab (15–16; cf. igualmente 25.10ss), Etiopía y Egipto (18–20), Edom (21.11ss; 34), y otras naciones. Debemos observar, también, que Isaías predice no sólo desastres, sino también bendiciones para las naciones; p. ej. en la gran profecía de 19.18–25, con su promesa de que Egipto, Asiria e Israel serán conjuntamente testigos de Yahvéh (cf. 16.1ss; 18.7; 23.15–18, y tamb. 2.2–5; 11.10, etc.).
(iv) Caps. 24–27. Estos capítulos, que forman un epílogo a los cap(s). 13–23, merecen mención especial a causa de su elocuente descripción del juicio del mundo (24) y la gran salvación que Dios llevará a cabo (todas las naciones participarán de dicha salvación: “Destruirá a la muerte para siempre”; cf. 25.6ss), y por su referencia a la resurrección de los justos (26.19).
b. Caps. 40–55
Jerusalén está en ruinas, Israel se halla en el exilio en Babilonia, exilio que ya ha durado largo tiempo. El pueblo de Israel se encuentra en gran tribulación (42.22; 51.18ss), la ira de Yahvéh se ha descargado con fuerza sobre ellos debido a sus pecados (40.2; 42.24s; 51.17, etc.); ellos creen que Dios los ha olvidado (40.27; 49.14). Algunos de los israelitas han llegado a considerar al lugar del exilio como su patria (55.2). Pero el profeta anuncia que Yahvéh está a punto de liberar a su pueblo, y los insta a creer en esta promesa.
(i) El Santo de Israel (41.14, 16, 20; 43.3, 14s; 45.11; 47.4; 48.17; 49.7; 55.5) puede ayudar. En vista de lo dicho más arriba no es sorprendente que en ninguna parte del AT se haya afirmado tan enfáticamente como en estos capítulos que Yahvéh es el único Dios verdadero, que sólo él puede ayudar (cf. 41.1ss, 21ss; 43.10s; 44.6, 8; 45.5, 14, 18, 21s; 46.9, etc.). Confiar en otros dioses es una acción vana, y la adoración de imágenes es necedad pecaminosa (40.18ss; 41.7, 29; 42.8, 17; 44.6–20, 25; 45.20; 46.1ss; 47.9ss). Dios trasciende en mucho a sus criaturas; es él quien ha creado todas las cosas (esto se recalca más en los cap(s). 40–55 que en los cap(s). 1–39) y dirige el curso de todas las cosas (cf. 40.12–26, que forma la introducción a los vv. 27–31; 41.4; 43.13; 44.7; 48.13, etc.). Él es el eterno Dios (40.28; 41.4; 43.10; 44.6; 48.12) ; actúa de acuerdo con su voluntad soberana (45.9ss), y su decreto por cierto se cumplirá (44.28; 46.10, etc.). Su palabra, dada a conocer por boca de los profetas, no volverá a él “vacía”, es decir sin haber cumplido su misión (40.6–8; 55.10s). Hasta un conquistador mundial como Ciro no es más que un instrumento en su mano para la realización de sus propósitos (41.1s, 21–29; 43.9–15; 44.24–45.13; 46.8–13; 48.12–16).
(ii) El Santo de Israel está dispuesto a ayudar. Israel no merece su ayuda, ya que se ha mostrado indigno de ella (43.22ss, etc.). Pero Israel es su pueblo (40.1, etc.; cf. tamb., p. ej., 43.15; 44.2), y su nombre, su reputación, está comprometido con la liberación de Israel (48.1–11, etc.). Su relación con Israel, con Sión, se compara a la unión matrimonial (50.1; 54.5ss). Él ha elegido a Israel de entre todas las naciones (41.8s; 48.10, etc.) e Israel es su siervo, título que conlleva tanto un privilegio (41.8s, etc.) como una misión (43.10, etc.). Su amor está invariablemente volcado hacia Israel, hacia Sión (40.11; 43.3s; 46.3s; 49.15ss, etc.), y su justicia es la garantía de su liberación (p. ej. 41.10; 45.24).
(iii) El Santo de Israel ciertamente ayudará. La salvación futura está pintada con colores vivos. La base de dicha salvación, y al mismo tiempo su esencia misma, consiste en que él aleja su ira, en su remisión de los pecados de Israel (40.2; 43.25; 44.22; 51.21ss, etc.). Utiliza a Ciro como instrumento para inaugurar su salvación; se describe a Ciro en términos bastante notables como el “ungido” de Yahvéh (45.1), y “aquel a quien amó” (48.14, etc.). Babilonia cae ante él (46–47; cf. 43.14; 48.14); Israel es liberado, sus hijos exiliados se vuelven a juntar desde todas las tierras en las que habían sido dispersados, y retornan a Canaán (43.1–8, 18–21; 48.20s; 49.24–26; 52.11s, etc.). Yahvéh regresa a Sión (40.9–11; 52.7s), Sión vuelve a ser habitada una vez más (49.17–23; 54.1ss), es reconstruida (44.28; 45.13; 54.11s), y protegida (54.14–17).
Nótense especialmente los siguientes puntos. 1. Esta obra de liberación se describe como una nueva creación (41.20; 45.8; cf. 45.18), Los milagros que señalaron el éxodo de Egipto se repiten nuevamente en escala aun mayor (43.16ss; 48.21; 51.9s, etc.). 2. El profeta ve todo el futuro como una unidad. La liberación de Israel del exilio se considera como el comienzo de la gran era de salvación, en la que todas las cosas serán hechas nuevas. Aquí podemos mencionar que en el camino de regreso a la patria Israel es asistido por una serie de milagros de la naturaleza (41.17ss; 43.18–21; 48.21; 49.9bs; 55.12s; cf. 54.13). 3. Repetidas veces se destaca que el gran fin de todo esto es la alabanza y la gloria de Dios (41.20; 43.21; 44.23; 48.9–11, etc.).
El profeta emplea todas sus energías en persuadir al pueblo a que acepte y crea esta promesa de bendición; véase especialmente el cap(s). final, 55. Trata de convencerlos haciendo resaltar la majestad de Yahvéh en la naturaleza y en la historia. Formula preguntas incisivas y los desafía a sostener debate (cf., p. ej., 40.12–31; 49.14ss). También desafía a las naciones gentiles y a sus dioses: ¿Pueden esos dioses hacer lo que hace el Dios de Israel? Es el Dios de Israel el que ha colocado a Ciro en su lugar y lo ha levantado a fin de que pueda ser instrumento de la liberación de Israel. El Dios de Israel es, por lo tanto, el único que puede predecir el resultado de las acciones de Ciro. Tan ciertamente como que Yahvéh hizo “lo que ha pasado”—es decir, tan ciertamente como ha dado cumplimiento a lo que había prometido en el pasado—hará, también, que se lleven a cabo las “nuevas cosas” mediante el cumplimiento de las promesas que ahora hace por medio de su profeta (41.1ss, 21–29; 43.9–15; 44.6–45.25; 46.8–13; 48.12–16; cf. 42.9; 48.1–11). A pesar de todo esto el profeta no ofrece pruebas en el sentido estricto de la palabra, sino que hace un fuerte llamamiento a la mente, el corazón, y la conciencia.
Todo esto subraya el franco universalismo de estos capítulos. Yahvéh, el Creador del universo, dirige los acontecimientos mundiales, incluyendo la carrera victoriosa de Ciro. Reprende a las naciones, particularmente a Babilonia, a causa de su hostilidad hacia Israel, y también por su idolatría (41.11–16; 42.13, 17; 46; 47). La meta hacia la que está dirigiendo el curso del mundo queda resumida en las palabras, “que a mí se doblará toda rodilla, y jurará toda lengua” (45.23); en este servir a Yahvéh reside también la salvación de las naciones de la tierra; cf., p. ej., 42.10–12; 45.6, 22–24; 51.4s.
(iv) Sobre las “canciones del Siervo” (42.1–7; 49.1–9a; 50.4–11; 52.13–53.12), véase * Siervo de Jehová
c. Caps. 56–66
Los siguientes rasgos son especialmente dignos de mención en estos capítulos finales:
1. Se presenta a Yahvéh como el Dios viviente. Es temible en su ira (59.16ss; 63.1–6), pero tiene buena voluntad para con su pueblo, le muestra misericordia y restaura su bienestar, se deleita en Sión (57.15ss; 60.10; 61.1
2. Se traza un agudo contraste entre los que en Israel aman a Dios y los que le desobedecen (p. ej. 57.1; 65.13ss; 66.5; cf. 65.8).
3. Frecuentemente se dice, aunque injustificadamente, que en algunas partes de esta sección, por lo menos, se manifiesta un espíritu legalista y nacionalista. No cabe duda de que se expresa claramente que es necesario practicar la justicia si se desea tener parte en la salvación futura, y ocasionalmente se hace resaltar la importancia de guardar el día de reposo (cf., p. ej., 56.1–8). Pero esto no tiene la intención de inculcar un espíritu de ceremonialismo y legalismo, sino por el contrario, se condena decididamente este espíritu (cf. 58; 66.1, 5), y repetidas veces se alaba la actitud de humildad (cf., p. ej., 57.15; 61.2s; 66.2). En cuanto a glorificar a Sion (cf., p. ej., 60.4ss; 61.5ss; 66.20), no se trata de una simple explosión de sentimiento nacionalista. Sión no es solamente la capital de Judá, sino la habitación de Dios; y los gentiles que se vuelven a él participan de su salvación (p. ej. 56.1–8; 60.3).
Bibliografía. D. G. Miller, Estudios en la profecía de Isaías, 1949; J. Bright, La historia de Israel, 1966, pp. 305–314, 370–376; J. Schreiner, “El libro de la escuela de Isaías”, Palabra y mensaje del Antiguo Testamento, 1972, pp. 203–227; J. L. Robinson, El libro de Isaías, 1978; G. von Rad, Teología del Antiguo Testamento, 1976,
Véanse las “introducciones” y “comentarios” al AT: p. ej. E. J. Kissane, The Book of Isaiah, 1, 1941 (1960), 2, 1943; I.W. Slotki, Isaiah, Soncino Bible, 1949; R. B. Y. Scott, G. D. Kilpatrick, J. Muilenburg, H. S. Coffin, “Isaiah”,
N.H.R.
Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.
Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico