(>» idolatría, dualismo). La tradición bíblica concibe a Dios como aquel a quien ninguna medida o realidad del mundo puede definirle; por eso decimos que es eterno*, invisible e inmortal*. Según eso, Dios es Aquel que supera todos los esquemas y límites del mundo, de manera que viene a situarse más allá del sistema, más allá del todo, sin que podamos encerrarle en nuestras imágenes* y esquemas mentales. Pero más que la infinitud absolu ta de Dios le importa a la Biblia la infinitud histórica de los hombres, que trascienden todos los límites materiales o temporales, porque participan del aliento divino. En ese sentido decimos que el hombre de la Biblia desborda el todo cósmico y no puede interpretarse como parte de ningún sistema, sino como un momento personal de la infinitud de Dios, como han puesto de relieve diversos pensadores judíos.
Cf. E. Levinas, Totalidad e infinito. Ensayo sobre la exterioridad, Sígueme, Salamanca 2002; Del otro modo de ser, o más allá de la esencia, Sígueme, Salamanca 1987; J. Derrida, Políticas de la amistad, Trotta, Madrid 1998.
PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007
Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra