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Cualidad de un acto o de una actitud de ser atribuido o atribuible a la persona que lo ha realizado directa o indirectamente o lo posee, si es actitud. Es concepto paralelo al de responsabilidad, que es la cualidad de la persona de tener que responder de sus actos o de sus actitudes.
Ambos conceptos constituyen el eje de la conciencia y de la formación moral. En educación es preciso hacer a las personas responsables, sin lo cual no hay actitud ética. Y hay que enseñar a asumir la responsabilidad de las propias acciones, fomentando la reflexión antes de su comisión y aceptando las consecuencias posteriores a su realización.
Evidentemente esto supone tiempo y reflexión y no es fácil en los primeros años de la vida, por el predominio sensorial en la infancia y por la tendencia a la inmediatez en la preadolescencia. Sólo mediante la paciente presentación de criterios éticos sanos se logran actitudes morales positivas.
Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006
Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa