Entre las consultas que los corintios le hicieron al apóstol Pablo estaba la concerniente a “las viandas sacrificadas a los ídolos”, frase que representa un término gr., eidōlothyta. Pablo trata este tema en 1 Co. 8.1–13 y 10.14–33. Primeramente es necesario bosquejar los antecedentes relativos a la pregunta de los corintios.
I. Los antecedentes
En el antiguo sistema de sacrificios, centro no solamente de la vida religiosa del mundo grecorromano del
Hay antecedentes de la práctica de comer en el templo en los conocidos papiros de Oxirrinco, que según Lietzmann tienen “un extraordinario paralelo” con la referencia de 1 Co. 10.27: “Queremón te invita a cenar en la mesa de Serapis (el nombre de la deidad) en el serapeo, mañana 15 a hora novena” (= 3 de la tarde) (citada y análizada en el ensayo de Chan-Hie Kim, “The Papyrus Invitation”,
II. Reacciones diferentes
Las opiniones de la iglesia estaban sumamente divididas. Un grupo, en nombre de la libertad cristiana (6.12; 10.23; cf. 8.9), y sobre la base de un supuesto nivel superior de conocimiento (gnosis, 8.1–2), no veía nada de malo en aceptar una invitación a una comida cúltica, y no encontraban razón alguna por la cual no se pudiera comprar y comer alimentos que habían sido previamente dedicados en el templo.
La justificación de esta actitud de sincretismo religioso era que, primero, la comida en el templo no era más que una reunión social. Opinaban que no tenía ninguna significación religiosa. En segundo lugar, parecería que opinaban que de todos modos los dioses paganos eran inexistentes. “Un ídolo nada es en el mundo, y no hay más que un Dios”, era el argumento que presentaban en su defensa (8.4; citado probablemente de la propia carta de los corintios a Pablo).
Por otra parte, el grupo “débil” (8.9; cf. Ro. 15.1) veía la situación de manera diferente. Al aborrecer aun la más leve sospecha de idolatría, pensaban que los demonios que se encontraban por detrás del ídolo todavía ejercían su influencia maligna en las viandas y las “contaminaban”, haciéndolas así impropias para el consumo por parte de los creyentes (8.7; cf. Hch. 10.14).
III. La respuesta de Pablo
Pablo comienza a responder la pregunta de la iglesia de Corinto expresando su acuerdo con la proposición de que “no hay más que un Dios” (8.4). Pero inmediatamente aclara esta confesión explícita de su monoteísmo, recordando a sus lectores que existen los llamados dioses y señores que ejercen influencia demoníaca en el mundo. Acepta, sin embargo, que “para nosotros”, que sólo aceptamos un Dios y Señor, el poder de dichos demonios ha sido superado por la cruz, de modo que los corintios ya no tienen que estar sujetos a ellos (cf. Col. 2.15–16; Gá. 4.3, 8–9). No todos los creyentes corintios habían encontrado esa libertad en Cristo, por lo que era necesario considerar su caso y no herir su conciencia débil con una acción indiscreta (8.7–13). El apóstol tiene algo más serio que decir a este respecto, y vuelve a ello después de una digresión en el cap(s). 9.
Se ocupa del peligro de la idolatría en 10.14ss. Estos vv. son una exposición del significado profundo de la mesa del Señor a la luz de la comunión en el cuerpo y la sangre de Cristo (10.16); de la unidad de la iglesia como cuerpo de Cristo (10.17); del hechizo que los demonios ejercen sobre los que les ofrecen culto en los festines en honor a los ídolos, y que los lleva a entrar en alianza con los demonios (10.20); y de la imposibilidad de una doble fidelidad, que representaría el querer compartir la mesa del Señor y la de los demonios (10.21–22). (* Cena del Señor )
Por lo tanto, en esta sección, el apóstol adopta una actitud seria con respecto a lo que significa concurrir a los banquetes idólatras (cf. 10.14). De acuerdo con la enseñanza rabínica, posteriormente codificada en el opúsculo de la Misná ‘Abodah Zarah (“Culto extraño”), prohíbe en forma absoluta el consumo de alimentos y bebidas en templos dedicados a ídolos (10.19–20; cf. Ap. 2.14) debido a que, como decían los rabinos, “un cadáver profana por la sola sombra que proyecta, de la misma manera, un sacrificio idólatra profana con su sombra”,
Pero con respecto a viandas que previamente fueran ofrecidas en el templo y que posteriormente se entregan al consumo, Pablo afirma que están permitidas sobre la base de Sal. 24.1 (1 Co. 10.25ss). Aunque esas viandas hayan sido dedicadas en el templo y estén a la venta en el mercado, pueden ser consumidas en virtud de haber sido creadas por Dios (1 Ti. 4.4–5). Esto claramente se aleja de las reglas ceremoniales de los rabinos (e indudablemente también del decreto apostólico de Hch. 15.28–29), y es la aplicación práctica de las palabras del Señor en Mr. 7.19: “Esto decía, haciendo limpios todos los alimentos”; cf. Hch. 10.15). La única condición es que debe observarse “la ley del amor” (
Bibliografía. A Nygren, La epístola a los romanos, 1969, pp. 364ss; C. Hodge, Comentario sobre la primera epístola a los corintios, 1969, pp. 125ss; E. Trenchard, Primera epístola a los corintios, 1970, pp. 125ss.
Comentarios sobre 1 Co. (C. K. Barrett, J. Héring, F. F. Bruce, H. Conzelmann). Tamb. A. Ehrhardt, The Framework of the New Testament Stories, 1964, cap(s). 12: “Social Problems in the Early Church”, pp. 275–290; C. K. Barrett,
Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.
Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico