La doctrina teológica de la identificación con Cristo se deriva de diversos pasajes de las Escrituras que consideran al cristiano como que está «en Cristo». En sentido general, Cristo es identificado con la humanidad como el segundo Adán, e identificado con Israel como el anunciado Hijo de David. En estos casos, la identificación es un hecho físico. En contraste con estas relaciones, el concepto teológico de identificación con Cristo relaciona al cristiano con la persona y la obra de Cristo por decisión divina, por la experiencia humana de la fe y por la unión espiritual del creyente con Cristo efectuada por el bautismo del Espíritu Santo.
La identificación con Cristo se cumple por el bautismo del Espíritu Santo, acto de la gracia y el poder divino que se expresa a veces como ser bautizados en (eis) el cuerpo de Cristo, la iglesia (1 Co. 12:13), a veces se describe como ser bautizados en Cristo (Gá. 3:27). Esta nueva relación de estar en Cristo fue anunciada por primera vez por el Señor a sus discípulos en el Aposento Alto en la declaración «vosotros en mi (en emoi), y yo en vosotros» (Jn. 14:20). La nueva relación del creyente en Cristo se define como una nueva posición, «en Cristo», que es resultado de una obra de Dios. Que es más que una posición creada por imputación divina se revela por las palabras «yo en vosotros». La doctrina resultante está abarcada por la palabra unión que comúnmente se toma como sinónimo de identificación. En las Escrituras se emplean varias figuras para ilustrar esta unión e identificación. La vid y los pámpanos es empleada por Cristo mismo en Jn. 15:1–6. Aquí la unión se manifiesta por la comunión, la vida espiritual y el fruto como resultado de la unión de los pámpanos y la vid. El pámpano está en la vid y la vida de la vid está en el pámpano. Otra figura, la de la cabeza y el cuerpo (cf. Ef. 1:22–23; 4:12–16; 5:23–32). Aquí también hay unión orgánica del cuerpo y la cabeza, lo que describe la viva unión de Cristo y la iglesia. Intrínseco en la figura es el pensamiento de que la identificación del cuerpo con la cabeza no implica igualdad sino que lleva consigo la obligación de reconocer la cabeza como la que dirige al cuerpo.
Muy cerca de la figura de la cabeza y el cuerpo es la de la relación nupcial de Cristo y la iglesia presentada en la misma sección como la figura de la cabeza y el cuerpo en Ef. 5:23–32. Aquí la relación se compara con la identificación de la esposa con su marido expresada en la declaración de que son «una carne».
Se usan diversas expresiones para significar esta identificación. La más frecuente es la terminología «en Cristo» (en Christō), pero otros términos también se usan con frecuencia, tales como «en Cristo» (eis Christon), y «en el Señor» (en kuriō). Aunque se puede observar alguna distinción entre el uso de las preposiciones en y eis («en» y «hacia»), la doctrina resultante es la misma en muchos aspectos.
Importantes verdades teológicas están relacionadas con la doctrina de la identificación en las Escrituras. El creyente es identificado con Cristo en su muerte (Ro. 6:1–11); en su sepultura (Ro. 6:4); en su resurrección (Col. 3:1); en su ascensión (Ef. 2:6); en su reino (2 Ti. 2:12); y en su gloria (Ro. 8:17). Sin embargo, la identificación con Cristo tiene sus limitaciones. Cristo se identifica con la raza humana en su encarnación, pero solamente los verdaderos creyentes son identificados con Cristo. La identificación de un creyente con Cristo tiene como resultado que ciertos aspectos de la persona y la obra de Cristo se atribuyan al creyente; pero esto no se extiende a la posesión de los atributos de la Segunda Persona, ni borra las distinciones personales entre Cristo y el creyente. Sin embargo, como un todo, la identificación con Cristo es una doctrina importantísima y es esencial en todo el programa de la gracia.
Véase también Unión con Dios.
BIBLIOGRAFÍA
- Berkhof, Teología Sistemática, pp. 533–540; L.S. Chafer, Systematic Theology, IV, pp. 54–153; A.H. Strong, Systematic Theology, pp. 793–809; H.C. Thiessen, Lectures in Systematic Theology, pp. 370–373; J.F. Walvoord, The Holy Spirit, pp. 137–150.
John F. Walvoord
Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (303). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.
Fuente: Diccionario de Teología