(heb. te˒ēnâ, ‘higo’, ‘higuera’; heb. paḡ, lit. ‘breva verde’, en Cnt. 2.13 solamente; gr. olynthoi, ‘higo verde’, de estación no especificada, Ap. 6.13 solamente; gr. sykon, ‘higo’, gr. sykē, ‘higuera’).
Originario del Asia menor y la región oriental del Mediterráneo, la higuera (Ficus carica) es un árbol de hasta 11
La improductividad o la destrucción de estos árboles de crecimiento lento, que requieren años de paciente labor (Pr. 27.18; Lc. 13.7), se consideraba una calamidad nacional (Jer. 5.17; Hab. 3.17; cf. Sal. 105.33), mientras que la productividad era símbolo de paz y favor divino. Frecuentemente se mencionan los higos junto con la vid, la palmera, y la granada (p. ej. Dt. 8.8), y su ausencia formaba parte de la queja de los israelitas en Nm. 20.5.
Se dice que Adán y Eva se vistieron con delantales hechos con las anchas hojas de la higuera (Gn. 3.7), y en oriente todavía se cosen las hojas de parra para envolver la fruta fresca que se envía al mercado, donde constituyen un valioso producto comercial. Se preparaba un excelente alimento con masa o tartas de higos secos (del heb. deḇēlâ, ‘prensado’), que era fácil de llevar y constituía un regalo aceptable (1 S. 25.18; 1 Cr. 12.40). Isaías recetó “masa de higos” para curar la llaga de Ezequías (2 R. 20.7; Is. 38.21).
La complicada biología del higo ha servido para confundir a autores no familiarizados con esta fruta. La higuera primitiva debe ser fecundada por una avispa que entra en el orificio apical del higo joven. El insecto lleva a cabo su historia biológica dentro de los cabrahigos machos no comestibles que aparecen varias veces por año en las pequeñas ramas. Estos insectos fecundan los higos hembra comestibles, pero las variedades de higos comúnmente cultivadas producen su fruto sin necesidad de insectos polinizadores. Así, los higos que se mencionan en Jer. 8.13 y Ap. 6.13 no pertenecen a una cosecha definida; los malos higos podrían ser cabrahigos no comestibles (Jer. 24.2b; 29.17). Los buenos higos comestibles de la primera cosecha se mencionan en Cnt. 2.13 (heb. paḡ, todavía verdes); Is. 28.4; Jer. 24.2a; Os. 9.10; Mi. 7.1; Nah. 3.12. El curioso incidente en el que Jesús maldijo la higuera (Mt. 21.18–22; Mr. 11.12–14) puede explicarse por el abundante follaje que producen estos árboles fuera de estación, antes de la maduración normal de sus frutos.
La higuera ha inspirado numerosos símiles, metáforas, y proverbios (p. ej, Jer. 24.1ss; Mi. 7.1; Mt. 7.16; Stg. 3.12). En épocas helenísticas los higos adquirieron tal importancia para la economía nacional que los griegos promulgaron leyes es especiales para regular su exportación.
El sicómoro (gr. sykomōraia; lat. Ficus sycomorus), relacionado con Zaqueo en Lc. 19.4, se conoce a menudo como la morera porque tiene los hábitos de dicho árbol.
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J.D.D., F.N.H.
Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.
Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico